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ELOGIO


Enviado por   •  8 de Mayo de 2014  •  Síntesis  •  524 Palabras (3 Páginas)  •  186 Visitas

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ELOGIO

Marcela Pérez de Cuéllar

Quien se hubiese formado una impresión de ella a partir de su cuidado de las formas y la belleza de su sonrisa, hubiera tenido una revelación mayor al descubrir la fuerza de su determinación, la intensidad de su vocación de servicio y la entereza de sus compromisos. Si el destino de una persona queda sellado por la manera como libra la última de las batallas, Marcela nos habrá legado una lección de nobleza y generosidad.

Partió como solía vivir: vendiendo cara su derrota, apenada de no poder seguir acompañando a los suyos, inspirada por la pureza de sus sentimientos, por su disgusto natural de lo vil y por el deseo de generar armonía en torno a sí. Mucha falta hará a quienes la conocieron de cerca y a quienes se beneficiaron de la fuerza tranquila con la que ponía en movimiento sueños y emprendimientos.

París, mediados de los años noventa. El matrimonio Pérez de Cuéllar se apresta a vivir una jubilación merecida, mientras en el Perú una autocracia corrupta organiza su propia sucesión. Javier y Marcela Pérez de Cuéllar entran al Perú desde Bolivia para anunciar al país que la fatalidad no es inevitable y que ha llegado la hora de restablecer la dignidad y el derecho.

Su discurso en Puno pone fin a su etapa de esposa de diplomático para afirmar la voz de una ciudadana que quiere para su país la justicia y la libertad que ha aprendido a valorar bajo otros cielos. Nunca se resignó al imperio de la arbitrariedad ni al silencio de los que podían hablar. Cinco años más tarde acompaña con aplomo a su marido en la delicada tarea de garantizar estabilidad al Estado y salvar los escollos de una difícil transición a la democracia.

Durante sus últimos años se abocó a canalizar ayuda internacional a la conservación del patrimonio monumental del Perú. Supo rodearse de un equipo de jóvenes a quienes transmitió amor a lo nuestro y tenacidad para sobrellevar lo que resultara demasiado nuestro. Nunca cedió a la fácil tentación del desánimo y la impotencia.

Que lo digan los habitantes de Andahuaylillas y los pueblos de nuestro territorio con cuyo orgullo se identificaba. Recorrió e hizo recorrer el Perú desde su Piura natal hasta elevadas localidades andinas con la mirada puesta en la belleza de las cosas y en la grandeza de las almas.

A medida que aumentaba su edad, crecía en ella el gusto por la acción. Y el deseo de dejar testimonio de lo vivido: escenas de la vida pública peruana, su encuentro con Juan Pablo II, su admiración a Nelson Mandela, las guerras centroamericanas o el reconocimiento de la población de Namibia. Dedicó muchas de sus últimas horas en Lima a escribir memorias impregnadas de gratitud a lo que la vida le había dado. Me ha sucedido escucharla leyendo pasajes que la hacían

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