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Educacion


Enviado por   •  14 de Mayo de 2013  •  1.356 Palabras (6 Páginas)  •  213 Visitas

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Desde hace algún tiempo se ha popularizado en el mundo la noción de lo "light". Todo es "light": la vida, las relaciones interpersonales, la actitud con que se enfrentan las cosas, la comida, las diversiones. "Light", ligero, liviano. La consigna tras todo esto es, pareciera: "¡no complicarse!" (don't worry!), "¡sé feliz!" (be happy). Dicho de otro modo: no pensar, olvidarse del sentido crítico. Por supuesto, hay que decirlo en inglés para que sea más evidente su sentido: lengua de los ganadores, of course.

Esta cultura, –si es que así se la puede llamar– esta tendencia dominante, tiene orígenes específicos: se encuadra en una dinámica histórica determinada, responde a un proyecto concreto. Seguramente, como todos los rumbos sociales –también las "modas" culturales– no se desprende de una oficina generadora de ideas que lanza mundialmente la "onda light" como por arte de magia. Es, en todo caso, producto de un sinnúmero de variables que van retroalimentándose una con otra. El auge del neoliberalismo, la caída del bloque soviético, la supuesta "muerte de las ideologías", el mundo unipolar, el triunfo omnímodo de la gran empresa; en definitiva: lo que hoy día se presenta como un éxito masivo del capitalismo y su ideología concomitante, son todos factores que se coligan unos con otros dando como resultado esta entronización del individualismo hedonista, del facilismo, de la apología ramplona del consumismo. Es difícil indicar quién es el responsable directo del fenómeno; quizá nadie lo ha pergeñado como tal. Es, en todo caso, una mezcla de elementos. Pero no hay dudas que, en tanto tendencia, es síntoma de los tiempos.

En este contexto "cultura light" vendría a significar: individualismo exacerbado, búsqueda inmediata de la satisfacción –con la contraparte de despreocupación/desprecio por el otro–, escasa profundidad en el abordamiento de cualquier tema, superficialidad, falta de compromiso social o incluso humano, banalidad, liviandad. Todo ello marcado por un culto a las apariencias. Se juzga al otro por cómo va vestido o por el tipo de comida que ingiere, por la marca de teléfono celular que usa o por el peinado que lleva; y eso decide todo. El continente subsumió al contenido. Sólo importan las formas, ser bello, estar bien presentado. Lo demás, no cuenta.

Sin falsas idealizaciones, sin ser apocalípticos, el momento histórico actual nos confronta con una situación, como mínimo, novedosa. Desde ya, sin exagerar, no queremos decir que la solidaridad y la profundidad conceptual hayan sido la constante a través de toda la historia humana. En todo caso esas son posibilidades, de hecho muy profundamente desarrolladas en determinadas ocasiones, así como también pueden serlo el individualismo o la trivialidad. Pero lo que efectivamente hoy sí puede constatarse con una fuerza que tiene mucho de inédita, es la falta de preocupación por el otro, la apología del facilismo, la entronización del más absoluto individualismo, todo ello llevado a estatuto de ideología dominante. De ahí esta ligereza que marca las relaciones interpersonales. Todo es light, también la relación con el otro. ¿Cómo, si no, poder entender los video-juegos –nada inocentes, por cierto– que entronizan la violencia y el desprecio por el otro? ¿Cómo, si no, ese auge de la "belleza" plástica? Todo esto se ha hecho cultura. Y la cultura pesa.

Si bien es difícil establecer quién inventa las modas culturales, las tendencias dominantes, no hay dudas que hay centros de poder que tienen que ver con esa generación. Quizá no es alguna tenebrosa agencia de control social la que ha pergeñado ese modelo. Pero lo cierto es que, sumando todos los aspectos arriba esbozados, el arquetipo del ciudadano esperado –esperado por los centros de poder, desde ya, ayudados por mecanismos de mediación como son los medios masivos de comunicación– termina constituyéndose como un consumidor pasivo que no discute, que cuida ante todo su sacrosanto puesto de trabajo, que se ocupa sólo de lo cosmético irrelevante y que –en términos de análisis humano– no piensa. Es decir: light. Como siempre, puesta a circular una moda, por diversos motivos –ánimo de figuración, acomodamiento, etc., etc.– no falta quien se acopla a la corriente

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