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Educacion

doryam1716 de Mayo de 2013

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La investigación educativa en México: entre una semiprofesión y una práctica no consolidada

Raúl Osorio-Madrid*

Resumen

Con datos de una encuesta aplicada a académicos de instituciones de educación superior en México, se demuestra que el colectivo no ha logrado reunir los rasgos que la literatura señala como necesarios para conformar una profesión, por ello se justifica denominar al oficio académico una “semiprofesión”. Entre los rasgos que no reúnen está la falta de habilitación para realizar investigación, lo cual ha impedido, que los académicos superen los rezagos que presenta actualmente la investigación educativa en el territorio mexicano y se mantenga como una práctica no consolidada.

Palabras clave: investigación educativa, profesionales de la educación, México.

A investigação educativa no México: entre uma semi-profissão e uma prática não consolidada

Resumo

Com os dados de uma pesquisa aplicada a acadêmicos de instituições de ensino superior do México, demonstra-se que o coletivo não conseguiu reunir as caraterísticas que a literatura coloca como necessárias para conformar uma profissão, por isto é justo denominar ao ofício acadêmico como uma “semi-profissão”. Entre as caraterísticas que não reúnem se incluem a falta de habilitação para realizar pesquisas, o que tem impedido que os acadêmicos possam superar os atrasos que atualmente apresenta a pesquisa educativa no território mexicano, e que permaneça como uma prática não consolidada.

Palavras chave: pesquisa educativa, profissionais da educação, México.

Educational research in Mexico: between a semi-profession and a non-consolidated practice

Abstract

With data from a survey applied to teachers in higher education institutions in Mexico, we show that the group has not managed to gather the features indicated as necessary by literature for conforming a profession, which justifies labeling the academic occupation a “semi-profession”. One of these unfulfilled features is the insufficient authorization to do research, which has prevented academics from overcoming lags that currently appear in educational research in Mexico and makes it remain a non-consolidated practice.

Key words: educational research, education professionals, Mexico.

Recepción: 23/3/11. Aprobación: 17/10/11.

A más de cuatro décadas de haberse conformado la investigación educativa como un campo institucionalizado en México, acompaña a esta tarea una serie de debilidades de origen que dificultan su desarrollo y, sobre todo, el reconocimiento social de las aportaciones que este campo pudiera ofrecer a los diferentes actores educativos: estudiantes, profesores, administradores y tomadores de decisión.

En este documento señalaremos dos aspectos que actúan como determinantes del rezago, lo que han provocado una sinergia en sentido negativo: 1) los rasgos de la profesión académica en México y 2) el nivel de consolidación de la investigación educativa (IE) en el territorio mexicano.

La IE en México es un campo integrado en su mayoría por académicos de instituciones de educación superior (IES); la mayor parte de ellos se concentra en las IES del Distrito Federal y la Zona Metropolitana; de éstas, sólo en cuatro se encuentra el 83% de los académicos, distribuidos de la siguiente forma: en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 46%; en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV), 23%; en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), 7% y en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), el 6.5% (Colina y Osorio, 2004). En las entidades federativas, con excepción de algunos agentes que laboran en la Secretaría de Educación o en escuelas normales, la gran mayoría son académicos universitarios. Al mostrar esta ubicación de los investigadores educativos en nuestro país, pretendemos argumentar que son al mismo tiempo miembros de la profesión académica en México y las características de dicha profesión les afectan positiva y negativamente para el desempeño de sus actividades de investigación.

Los rasgos de la profesión académica en México. Profesión burocrática o semiprofesión

En este apartado partimos del supuesto de que la profesión académica en México se encuentra bien diferenciada como campo, sin embargo, es débil en cuanto a su carácter de profesión.

De acuerdo con Cleaves (1985), una actividad, ocupación u oficio reúne los requisitos de ser una profesión al presentar las siguientes características: un conocimiento especializado, una capacitación educativa de alto nivel, control sobre el contenido del trabajo, autoorganización y autorregulación, altruismo, espíritu de servicio a la comunidad y elevadas normas éticas. Puede alcanzar el estatus de una profesión consolidada al contar con un alto reconocimiento social, autonomía frente al Estado y condiciones favorables en el mercado de trabajo (salarios altos por el ofrecimiento de los servicios).

La profesión académica en México, en contraste con las características indicadas por Cleaves, presenta rasgos que ponen en entredicho su nivel de profesionalismo, como es la falta de capacitación educativa de alto nivel y control sobre el contenido del trabajo, pero sobre todo ausencia de autonomía frente al Estado y altas remuneraciones.

Las profesiones liberales (medicina, derecho, arquitectura) no deberían ser tomadas como modelo para hacer comparaciones en cuanto al nivel de consolidación de una profesión determinada, ya que cada profesión responde a condiciones sociales específicas que le dieron origen y que le han permitido alcanzar un determinado estatus. Por ello, no se trata aquí de confrontar a la profesión académica con las profesiones liberales, pero sí, a partir de los planteamientos de Fernández Enguita (2001), la podríamos ubicar en el rango de las profesiones burocráticas junto con profesionales como diplomáticos, jueces, fiscales, interventores y otros altos cuerpos de funcionarios. Este tipo de profesiones se ejercen al interior de la burocracia estatal y se encuentran subordinadas al poder y decisiones administrativas del gobierno en turno. Se ingresa a la profesión a partir de la presentación de diplomas o pruebas de acceso y ocupando un puesto en la organización. Se espera del funcionario estatal fidelidad a los fines de la organización, a cambio de una existencia asegurada cuyo cargo puede ser a perpetuidad, las remuneraciones dependen del rango y la antigüedad y no del trabajo realizado. El funcionario se encuentra ubicado en un escalafón con aspiraciones de mejorar su posición (Fernández, 2001).

Miembros de profesiones liberales que deciden su ejercicio al interior de la burocracia estatal como los médicos en hospitales públicos o abogados en las oficinas y juzgados, mantienen el reconocimiento social como profesionistas libres y las oportunidades del ejercicio autónomo e individual, como el consultorio o el despacho. Además, portan en su profesión la acreditación para extender en forma particular certificados médicos o dar fe pública de la legalidad de contratos de sus representados. Esta particularidad de los profesionistas liberales no existe en el caso de los profesionales de la academia.

Fernández (2001: 53) comenta al respecto: “El equivalente del ejercicio autónomo e individual en la enseñanza no existe, pues, aunque los docentes pueden dar clases particulares o mantener academias privadas, esto queda enteramente separado de la acreditación pública del conocimiento, que sólo pueden llevar a cabo las instituciones”. Si bien el autor se refiere a la tarea docente, sucede lo mismo con las otras tareas propias del trabajo académico como la investigación, la tutoría o asesoría de tesis profesionales, así como la gestión de procesos y programas educativos; cada una de estas actividades encuentran su legitimación y acreditación pública al interior de las instituciones.

La pertenencia de los académicos a la esfera de la burocracia estatal, había sido señalada desde hace más de 20 años por Kent, en uno de los trabajos pioneros sobre este tema en México: “Hoy, más del 90% de los profesores de la UNAM son trabajadores a destajo en una enorme burocracia que no ofrece posibilidades de superación académica o estabilidad laboral” (Kent, 1986: 43).

Las ventajas de la seguridad en el empleo que se obtienen al ingresar al aparato burocrático, tienen su contraparte en la ausencia de autonomía para el ejercicio de la actividad y en la desconfianza de los empleadores sobre el desempeño de los trabajadores. Por ello, el funcionario o asalariado del Estado se encuentra sujeto a supervisión para evitar el desempeño ineficiente y la aplicación inadecuada de los recursos, así como la confusión de los intereses propios con los del público o los usuarios.

La profesión académica guarda mucha similitud con este tipo de profesiones burocráticas; además, la existencia de otros rasgos como la falta de capacitación educativa de alto nivel, la disminución de la capacidad adquisitiva del salario y cada vez menos control sobre el contenido del trabajo, desplazan a esta actividad hacia las características de una semiprofesión.

En un estudio comparativo

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