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Educación


Enviado por   •  5 de Mayo de 2013  •  1.498 Palabras (6 Páginas)  •  202 Visitas

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La educación es un tema bastante amplio y complejo, pues esta palabra encierra muchísimas cosas que sin duda alguna deberían ser del interés de todos, pues finalmente todos somos educados, aunque ciertamente de diferentes formas.

La educación empieza sin duda alguna desde la casa, es aquí donde iniciamos nuestro crecimiento, es en donde nuestro “yo” empieza a formarse, en todos los aspectos, desde los más banales hasta los más interiores e importantes.

Es por esto que es indispensable que la familia realmente se tome en serio su papel, pues juega uno fundamental en la formación de los individuos. Si desde pequeños no nos enseñan la importancia de los valores, al crecer, será más complicado que podamos entenderlos y más aún adoptarlos y llevarlos a la práctica.

La educación se ha tergiversado demasiado en los últimos años, pues realmente ya no se educa, lo que ahora se busca es simplemente llenar a la gente de conocimientos, conocimientos que al final del día muchas veces ni siquiera ella misma entiende, pues sólo se dedica a almacenar la información que se le da y después de un tiempo al ser éste sólo un conocimiento por memoria, termina por olvidarse.

Es por esto que pienso que sin duda alguna la educación está en decadencia, se ha perdido interés en ella, sólo se quiere llevar a cabo para cumplir un plan de estudios, un trabajo, etc. Algunos maestros ya realmente no ven por el bien del educando, pues muchas veces después de haber estado tantos años en el ámbito de la docencia pierden el “amor” o “cariño” por su profesión y comienzan a verlo como una verdadera carga, de la que sólo quieren liberarse a costa de cualquier cosa, incluyendo la mala formación que puede terminar dando. Esto obviamente al final, termina perjudicando al estudiante, porque no asimila todo lo que se le es dado, no lo entiende, no lo razona y para zafarse de este problema busca solamente enfocarse en seguir con el modo de educación “memorístico” que le plantea el educador, y busca simplemente pasar la materia, sabiendo que quizá la calificación obtenida no guarda relación con lo que realmente aprendió en el curso.

Pues sinceramente, cuántas veces no guardamos frases, conceptos, palabras en la memoria, que sinceramente ni siquiera razonamos, y mucho menos cuestionamos. Se ha perdido esa capacidad de criterio, no hablo de una criticoneria, sino de un verdadero criterio, de un juicio.

Y esta falta de juicio, sin duda alguna empieza desde que nacemos, desde la formación que nos dan nuestros padres, hermanos, familiares en casa.

Pues por ejemplo, cuántas veces no nos imponen las cosas los padres, es decir, casi siempre, cuando somos pequeños, nos dicen qué debemos o qué no debemos hacer, pero, en realidad jamás nos dicen el por qué, y hablo de un por qué bien fundamentado, no de un por qué carente de razones verdaderas, razonables. Y nosotros al ser pequeños, nos conformamos con su respuesta, no vamos más allá, pues por más “tonta” que sea ésta respuesta al venir de los padres impone una autoridad que respetamos y decidimos entonces callar.

Ciertamente este es un ejemplo quizá bastante general, pero demasiado frecuente y cierto. Y cosas como éstas nos marcan, pues naturalmente como niños tenemos esa chispa vivaz de querer saberlo todo. Cuando somos niños, preguntamos todo el tiempo cosas, queremos saber el por qué de cada cosa, pues al ser pequeños y no conocer tanto como los adultos, nos sorprendemos de todo lo que vemos, oímos, etc. Pero al ver que esto parece una molestia más que un regocijo para los padres, terminamos por ceder ante sus malas respuestas y comenzamos a apagarnos, pues “El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender” (MONTAIGNE) sin embargo lo que hoy se hace parece que es todo lo contrario.

Y aquí inicia el verdadero problema pues si no nos cuestionamos nada de nuestra vida diaria, difícilmente lo haremos de nuestra vida académica. La vida nos va arrastrando a su paso, y nosotros lo permitimos, nos dejamos dominar por la sociedad y perdemos de vista el verdadero valor que tiene nuestra propia vida, más allá de lo educacional, pues comenzamos a vivir simplemente por vivir, porque la gente así lo hace y los seguimos, sin juzgar absolutamente nada de lo que experimentamos.

“El hombre tiene miedo de la resultante de cuestionar en serio en función de qué está viviendo, pero es necesario porque es el único antídoto que podría resucitar el cadáver educativo que se halla enterrado en la familia, la Iglesia,

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