Efectos Anti-inflamatorios Del Ejercicio: Mecanismos Y Aplicaciones Para La Prevención Y Tratamiento De Una Enfermedad

Efectos anti-inflamatorios del ejercicio: mecanismos y aplicaciones para la prevención y tratamiento de una enfermedad

Michael Glleson, Nocolette C. Bishop, David J. Stensel, Martin R. Lindley, Sarabjit S. Matana y Myra A. Nimmo

Extracto | El ejercicio regular reduce el riesgo de metabolismo crónico y enfermedades cardiorespiratorias, en parte debido a que el ejercicio ejerce efectos anti-inflamatorios. Sin embargo estos efectos son también usualmente responsables de la supresión inmune que hace a los atletas elites más susceptibles a infecciones. Los efectos anti-inflamatorios por el ejercicio regular pueden ser mediante ambas una reducción de la masa grasa visceral (con un subsecuente decremento en la liberación de adipoquinas) y la inducción de un ambiente anti-inflamatorio con cada rutina de ejercicio. En esta evaluación nos enfocaremos en los mecanismos conocidos para los cuales el ejercicio – ambos agudo y crónico - ejerce los efectos anti-inflamatorios, y discutiremos las implicaciones de estos efectos para la prevención y tratamiento de las enfermedades.

La prevalencia de la obesidad continúa creciendo en el mundo y ha venido acompañada de un incremento proporcional en la incidencia de otras condiciones médicas, así como la diabetes mellitus tipo 2 (T2D). Dichas condiciones, asociadas con trastornos en la interacción entre el proceso metabólico y el inmune (inmunometabolismo)1. Cabe destacar, la obesidad está asociada con la enfermedad cardiovascular (ECV), la obstrucción crónica pulmonar, cáncer de colon, cáncer de mama, demencia y depresión. La inflamación parece estar etiológicamente ligada con la patogénesis de todas estas condiciones 2-6, y el desarrollo de un estado de inflamación crónica de bajo grado se ha establecido como un predictor de riesgo en varias de ellas7.¬¬ Este estado inflamatorio está indicado por elevados niveles de marcadores inflamatorios circulantes, interleucina 6 (IL-6), factor de necrosis tumoral (FNT) y Proteína C-reactiva. El comportamiento de importante inactividad física y sedentarismo también han incrementado el riego de padecer estas condiciones5,8-11. Un estilo de vida inactivo conlleva a la acumulación de grasa visceral, y esto es acompañado de la infiltración de tejido adiposo por células inmunes pro- inflamatorias, incremento de liberación de adipoquinas y el desarrollo de un estado de inflamación sistemática de bajo grado. Este estado de inflamación sistemática de bajo grado ha sido asociado con el desarrollo de resistencia a la insulina, neurodegeneración, crecimiento de un tumor6-8 y aterosclerosis (Fig 1). El ejercicio tiene efectos anti-inflamatorios, y por lo tanto, a largo plazo , la actividad física regular puede protegernos contra el desarrollo de enfermedades crónicas8-11(TABLE 1). Además, el ejercicio puede ser utilizado como tratamiento para aminorar los síntomas de dichas condiciones, y así el concepto de “el ejercicio es medicina”12 [BOX 1] es promovido crecientemente con la esperanza de persuadir a la población de participar en mayor actividad física.

Obviamente el ejercicio incrementa el gasto de energía y la quema de la grasa del cuerpo que de otra manera se acumularía en individuos que consumen más energía en su dieta diaria de la necesaria. En este sentido, ejercicio reduce el riesgo de obesidad y excesiva adiposidad. El ejercicio regular también promueve la salud cardiovascular y mejora el perfil de lípidos en la sangre reduciendo la concentración de plasma triglicéridos y partículas de lipoproteína de baja densidad (LDL) y incrementando la concentración de colesterol13 de lipoproteína de alta densidad (HDL). Estas benéficas alteraciones en plasma lípidos se presume limitan el desarrollo de aterosclerosis. Sin embargo el efecto protector de una vida físicamente activa contra las enfermedades de inflamación crónica asociada [TABLE 1] puede

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