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El Cultivo De La Sandia, Economia Agricola

lindammv20 de Septiembre de 2012

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PROTOCOLO DE INVESTIGACIÓN

JUSTIFICACIÓN DEL TEMA:

Escogí el tema de las sandias porque sé que es uno de los frutos que puede ser modificado genéticamente y me interesa lo que hay de fondo en cambiar por ejemplo su forma (hacerlas cuadradas).

OBJETIVOS:

Abordar el tema de manipulación genética y hacer una comparación de ventajas y desventajas de este proceso.

Conocer más a fondo el producto como el promedio del área de cultivo, volumen de producción y rendimientos.

Hacer un análisis de los principales problemas u obstáculos en el cultivo de la sandia.

HIPÓTESIS:

Hablando de rendimientos, considerando la manipulación genética en el proceso de cultivo de la sandia tal vez se alcanzan mayores niveles pero hay consecuencias en temas como contaminación o incluso baja de calidad.

GUION:

Estudio de la sandia en México, antecedentes de manipulación genética.

EL CULTIVO DE LA SANDIA

Para empezar con el análisis del cultivo de la sandia es importante diferenciar los 2 tipos de este fruto que existen; por un lado está la sandia con semilla (diploide) y la que no las tiene (triploide) que en realidad es una sandia estéril, producto de cruzar dos plantas cuyo juego de cromosomas es incompatible. Las plantas triploides estériles no producen semillas verdaderas, sino pequeñas semillas blandas de color blanco o cáscaras de semilla, las cuales se consumen junto con el fruto al igual que en el caso del pepino. El número de estas semillas inmaduras varía con la variedad y ocasionalmente puede encontrarse una semilla verdadera dura y oscura.

Los requerimientos de espacio entre plantas varían con la selección de variedades, zona de cultivo, y tipo de suelo. En general, el desarrollo inicial de las triploides es más lento que el de diploides. Sin embargo, el tamaño de plantas triploides finalmente supera al de diploides. El desarrollo de semillas en frutos de diploides inhibe floración y cuajado de frutos a un punto determinado. Dicha inhibición no ocurre en triploides, por lo que las plantas continúan produciendo frutos, a menos que se produzca una infección viral, o problemas de insectos o enfermedades, si las condiciones ambientales son favorables. La densidad de población de triploides puede ser del 10 al 20% menor que la recomendada para producción de diploides. Por ejemplo, se han reportado producciones exitosas dedicando 2.5-3 m2/planta; mientras que las minisandías sólo requieren 1m2/planta.

Una sandía madura está formada por más del 90% de agua (un fruto de 14 kilos contiene más de 11 litros de agua). Por tanto, el suministro de agua adecuado es crítico para optimizar el rendimiento y la calidad de este cultivo.

Las sandías poseen el potencial de desarrollar raíces profundas (1.2 a 1.8 metros), pero dicha profundidad depende en gran medida de las condiciones del suelo y las prácticas de cultivo. La restricción en la profundidad de las raíces y el hecho de que las sandías crecen normalmente en suelos arenosos con baja capacidad de retención de agua, hace necesario el empleo de la irrigación para obtener rendimientos consistentemente altos en muchas regiones del mundo, y en particular de México.

La carencia de agua durante el establecimiento del cultivo de sandía retrasa la maduración y causa lapsos de producción. Además, la sequía en etapas vegetativas tempranas produce reducción de superficie foliar y rendimiento.

Todos los métodos de riego son adecuados para producción de sandías triploides, pero es fundamental mantener la humedad del suelo a niveles óptimos. El estrés hídrico podría incrementar la incidencia de pudrición del extremo apical o producir frutos con formas irregulares; mientras que la humedad excesiva en campo podría ocasionar corazón hueco en frutos, una deformidad más frecuente en variedades de sandía triploide.

Aspersión de calidad

En la actualidad, muchos campos de cultivo de sandía son irrigados con algún tipo de aspersión. Estos sistemas incluyen pivote central, avance frontal, cañón viajero, y sistemas fijos y móviles de tubería de aluminio con aspersores, entre otros. Todos ellos son muy satisfactorios siempre que se utilicen correctamente. Sin embargo, existen diferencias significativas en costos iniciales y requerimientos laborales.

Las reducciones de redimiento más acusadas derivan de la carencia de agua durante la floración y el desarrollo del fruto.

Cualquier sistema de aspersión empleado en el cultivo de sandía debe tener la capacidad de suministrar al menos 25 mm de agua cada cuatro días. Además, el sistema debe aplicar el agua con la lentitud suficiente para prevenir escorrentía.

Los sistemas de aspersión con alta uniformidad de aplicación (pivote central y avance frontal) pueden aplicar fertilizante a través del sistema. Esto incrementa la eficiencia en el uso del fertilizante al hacerlo inmediatamente disponible para la planta, y reduce el lixiviado.

Si se utiliza acolchado plástico, es recomendable emplear camas estrechas (30 a 60 cm), ya que así el agua puede alcanzar las raíces más fácilmente. Con camas más anchas podría ser más problemático, sobre todo en suelos arenosos en los cuales el movimiento lateral del agua está restringido.

Éxito en cada gota

El riego por goteo también ha ganado popularidad en el cultivo de sandía. Puede utilizarse con o sin acolchado plástico, y una de sus mayores ventajas es la eficiencia en el uso de agua, de nuevo, siempre que se utilice correctamente. En segundo lugar, la presencia de malezas no supone un problema tan acusado, ya que aunque las hileras son irrigadas, las zonas entre hileras permanecen secas. Algunos estudios indican que este sistema de riego favorece un rendimiento temprano así como el tamaño del fruto.

La cinta de riego puede instalarse en la superficie del suelo o enterrada. Si se emplea en combinación con acolchado plástico, la cinta puede instalarse al mismo tiempo que se tiende el plástico. Se recomienda ubicar la cinta ligeramente hacia un lado del centro de la cama. Ello previene que la cinta se dañe durante el perforado de huecos y plantación del cultivo. Si se instala una línea de riego en cada hilera, un campo con hileras espaciadas unos 180 cm entre sí requiere unos 5,500 metros de cinta por hectárea.

Debe tenerse en cuenta que con este sistema sólo deben emplearse formulaciones solubles en agua y que el sistema deberá enjuagarse completamente después de cada inyección.

La cinta está disponible en varios grosores de pared, pero cuando ésta es muy fina (menos de 0.25 mm) es necesario remplazarla cada año. La cinta más gruesa puede reutilizarse durante varias temporadas, pero debe retirarse del campo con cuidado para no dañarla.

Los sistemas de riego por goteo pueden adaptarse fácilmente para la inyección de fertilizantes. Este método permite suministrar nutrientes en el cultivo a medida que se necesiten y elimina la necesidad de una significativa aplicación de fertilizante temprano en la temporada, evitando los consiguientes problemas de salinidad excesiva.

Por otra parte, el agua empleada en un sistema de riego por goteo debe filtrarse bien para retirar partículas sólidas, y someterse a pruebas para detectar minerales que podrían causar problemas de obstrucción.

Tiene sentido usar sensores

El agua utilizada por el cultivo y evaporada desde el suelo se denomina evapotranspiración (ET). Se han reportado ritmos de ET en sandías de 75 mm al día. La etapa de crecimiento del cultivo, temperatura, humedad relativa, radiación solar, viento y espacio entre plantas afectan al ritmo de ET.

Los suelos arenosos suelen requerir aplicaciones más ligeras y frecuentes para prevenir estrés hídrico que los suelos pesados.

Los sistemas de riego por goteo deben operarse con más frecuencia que los de aspersión, cada día o en días alternos, pero no debe sobreirrigarse, especialmente cuando se emplee acolchado plástico, ya que éste evitará el secado del suelo.

Emplear sensores de humedad del suelo para programar las sesiones de riego adecuadamente. Esto asegura que la humedad del suelo sea la adecuada para prevenir el estrés hídrico. El programa de riego debe ajustarse cuando los valores de humedad del suelo indiquen condiciones extremadamente secas o húmedas.

La humedad del suelo debe observarse y registrarse mediante mediante sensores de resistencia eléctrica o tensiometros. Instalar dos sensores en cada punto de observación: uno a 20cm de profundidad y otro a 40cm. Cada campo de cultivo debería tener un mínimo de dos lugares para la observación, y más en campos de superiores a 8 hectáreas o si existe diversidad de tipos de suelo en el campo.

Los sensores situados a 20 cm se ubican cerca de la mitad de la zona radicular e indican cuando debe iniciarse la sesión de riego. Hasta que ocurra la primera floración, las lecturas no deben exceder 30 centibares. El rango óptimo de humedad del suelo es de 5 a 30 centibares dependiendo de los tipos de suelo y de la cantidad de humedad de suelo deseada.

El sensor ubicado a 40cm evalúa las sesiones de riego previas. Si las lecturas permanecen bajas (menos de 5 centibares), las cantidades de riego deben disminuirse. Si continúan subiendo incluso después de una sesión de riego, las cantidades de riego deben incrementarse. Deben leerse los sensores de humedad de suelo al menos tres veces por semana

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