El Enfoque Realista De La Economía
evigcita24 de Abril de 2013
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El Enfoque realista de la economía
Alfredo G. Barros
Pontificia Universidad Católica Argentina
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
Av. Alicia Moreau de Justo 1400
011 - 4349-0200
E-mail: alfredobarros@uca.edu.ar
Resumen.
La presente ponencia es un ensayo sobre una aproximación realista a la economía. En el mismo se entiende por “realista” las doctrinas que asumen lo real como punto de partida para sus reflexiones, sea en el campo del vivir cotidiano, de las artes y técnicas o en el de las ciencias.
Desarrolla en primer lugar, lo que se entiende por enfoque realista de la economía, partiendo de la noción más divulgada de la economía en estos tiempos, mostrando la insuficiencia de ciertas consecuencias en posteriores exposiciones, aportando elementos enriquecedores de la ética, y concluyendo en la necesidad de contar con conceptos más precisos.
En segundo lugar, se plantea el alcance del denominado “Enfoque católico de la economía”, concluyendo que en el plano sobrenatural lleva a la supresión de la economía como ciencia y en el plano natural el adjetivo de católico no es necesario.
En tercer y último lugar, se tocan dos temas que muestran a modo de ejemplo, aspectos que la economía tal como la estudia la llamada corriente principal, muestra aperturas a otros campos del saber, por autoconfesión de insuficiencia en el análisis.
La conclusión es una recapitulación de las tesis centrales del ensayo.
El enfoque realista de la economía.
Introducción.
Esta comunicación presenta una pequeña reflexión sobre la pertinencia de estudiar la economía desde una perspectiva realista, esto es desde una perspectiva filosófica, que asume lo real como inicio de las reflexiones sobre economía y concluye o arriba a conclusiones reales. Reflexionaremos también sobre la pertinencia o no de denominar a esta perspectiva “El enfoque católico de la economía”, tratando de investigar si es correcta esta denominación, con vistas a lo que la justificaría, vale decir, si es pertinente o no. Por último, mostraremos algunos temas que son discutibles en el tratamiento económico, ya sea por no dar una respuesta acabada o profunda, ya sea porque en sede económica están hoy día en discusión dejando abierto el tratamiento a otras ramas del saber.
1. El abordaje realista de la economía
La economía como ciencia y arte da por supuesta una noción por la cual se da a conocer como aquella rama del saber cuyo objeto es el tratamiento de las múltiples necesidades humanas frente a bienes escasos y útiles. Son conocidos por los estudiosos de la economía que las necesidades se plantean en consecuencia como mayores en número a la disponibilidad de bienes o recursos que puedan satisfacerlas, llegando incluso a oírse de vez en cuando, que “las necesidades son infinitas y los recursos escasos”. Está claro que cuando se presentan las necesidades como “infinitas” se les suman los “deseos”. Y también está claro que cuando los recursos son escasos se plantean en relación a una localización espacio – temporal, con una serie de supuestos que poseen la característica principal de ser inmodificables al menos en el corto plazo. Así por ejemplo decimos que la necesidad que el hombre manifiesta por la energía es mayor que los recursos que posee: la energía para calefaccionar en invierno ante la dotación de petróleo. La economía como ciencia indica las alternativas válidas o “económicas” para satisfacer tal necesidad con tales recursos. Más aún, indica explícitamente que no es objeto de su estudio la “elección de las necesidades” o si se quiere la valoración de las mismas: esto dependerá de cada uno. La cuestión es un poco más complicada cuando hacemos intervenir los deseos, esto es, partir del estudio de las necesidades consideradas lujosas frente a las necesidades “necesarias” o reales. Es un poco más complicada, si intentamos resolver cuestiones planteadas antinómicamente: ¿satisfacemos el hambre de poblaciones o el deseo de diversiones?. En el esquema del planteo de la corriente principal de la economía como indicamos no es problema por cuanto “cada uno es cada uno, y mira por si”.
Comenzando por la cuestión nominal, hay una distinción entre necesidades y deseos: la necesidad como aquello de lo cual no podemos prescindir sin grave daño para nuestro ser y el deseo aquello de lo cual si prescindimos nos origina un daño no grave para nuestro ser. Podemos expresar esto de esta manera: el hombre debe vivir (satisfacción de necesidades básicas) y debe vivir bien (satisfacción de necesidades de lujo ). O bien, necesidades básicas y necesidades sociológicas. Todas estas expresiones deben ser precisadas, contextualizadas, para tratar de expresar aquello que vemos. Pero queda manifiesto que cuando hablamos de necesidades básicas o del vivir, nos referimos a las de alimentación, vestimenta y vivienda, y cuando nos referimos a las sociológicas o del buen vivir, incluimos aquellas que el hombre tiene como propias por su peculiar ubicación espacial, histórica, social y cultural: todos aquellos bienes que satisfacen su rango, su estirpe, y su deseo de ornato.
¿A cuál de estas necesidades trata de indicar los recursos escasos que las satisfacen y su medida, según la economía? A ambas , pero ya su mera indicación nos permite jerarquizarlas, apreciar que deben ser satisfechas con criterio, con orden. Esto y no otra cosa es un enfoque realista: las necesidades se nos presentan individual y socialmente con primacías y secundariedades, independientes de mis apreciaciones. Pero como debemos indicar las maneras económicas de satisfacerlas, o de asignarles los recursos escasos, el hombre debe poseer un criterio que haga jugar armónicamente las necesidades y los recursos. Este criterio es la fuerza, la areté de la correcta ubicación en el bien aquí y ahora. Y como el hombre tiene tres grandes ámbitos de realización ubicada del bien aquí y ahora, el desarrollo de esa areté se realizará en consecuencia en tres ámbitos: el individual, el familiar y el social. Esto es, el armonizar necesidades y recursos, al estar en relativo cambio, debe lograrse con una capacidad humana que capte y concrete tal armonía ya sea que las necesidades y los recursos sean de dominio individual, familiar o social. Ahora bien, aceptar esta manera de estudiar la economía como rama del saber produce cambios en el tratamiento de los temas. Por ejemplo, no necesariamente las necesidades de familias o de naciones, serían la mera suma de sus necesidades individuales, representadas geométricamente por medio de curvas de demandas, las cuales sumadas darían las necesidades o demanda de mercado. Esto además de ser confuso, porque no distingue los conceptos sociológicos de categorías, conglomerados, grupos, asociaciones, comunidades y sociedades, presenta el inconveniente de no tomar en cuenta todos los elementos prudenciales que permiten concluir en una decisión económica correcta y ubicada.
El porqué ha sucedido esto, es motivo de un trabajo de investigación, que deberá tener en cuenta el papel histórico y doctrinal que distintas posiciones filosóficas han hecho jugar sobre la economía. De paso solo queremos manifestar una típica expresión de graduados del área de económicas: “una cosa es la teoría y otra la práctica”: ¿cuál es el sentido de esta expresión?. Que una cosa es el desarrollo académico, conceptual de los temas y otra diversa (“nada que ver”) es la aplicación práctica. Observemos que desde el enfoque realista, no procedemos por este camino. Decimos que la verdad tiene una manifestación teórica y una manifestación práctica. Con rigor indicamos que la verdad económica tiene una modalidad teórica y un manifestación práctica, con la siguiente condición: no se contraponen ni van por carriles paralelos, menos aún opuestos. Con lo cuál si se manifiestan expresiones como “una cosa es la teoría y otra la práctica”, se manifiesta un modo, una postura de acceso a lo real, incompleto, poco real. La economía de alguna manera salva esto de alguna manera por vía práctica, porque en esta vía los aciertos y los errores se aprecian mucho más rápido que los correspondientes a la vía teórica.
Por último, en esta breve reflexión sobre el enfoque realista de la economía, una indicación acerca del fin. El viejo principio humano nos indica que todo lo que se mueve, se mueve por algo. “Algo” es el fin. Y es fin porque es bueno, o sea perfectivo, y en consecuencia atractivo, que atrae, y de allí que todos queremos alcanzarlo. ¿Cuál es el fin para la economía? La satisfacción de las necesidades, es una respuesta incompleta, porque en definitiva lo que queremos es estar bien económicamente. Y queremos estar bien económicamente para poder alcanzar fines o bienes de índole superior a los pertinentes a la economía. La sociología y la psicología en el estado actual en que exponen sus enseñanzas nos enseñan mucho de esto, de la importancia que suelen tener los bienes materiales (= económicos) para satisfacer necesidades más profundas: de estima y de reconocimiento social. La ciencia ética también nos aporta sus verdades: el hombre se desarrolla como persona llegando a su plenitud, si usa de los bienes con moderación, con justicia, con prudencia. También nos enseña que su fin es la felicidad y por vía analítica nos indica en que consiste su felicidad: en la posesión del Bien Increado. Pero fijémonos que el hombre no persigue sus bienes solo individualmente, sino también socialmente. Ahora bien, cuando realizamos múltiples acciones individuales y sociales con la
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