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El Jarron Azul


Enviado por   •  18 de Agosto de 2011  •  5.549 Palabras (23 Páginas)  •  4.268 Visitas

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JARRÓN AZUL

Peter B. Kyne

Hace 50 años Meter B. Kyne escribió la obra de un luchador

que no se da por vencido, una historia que enseña cómo llegar a ser

uno. Este libro ha servido de inspiración para millones de personas. Se

trata de un hombre de inquebrantable determinación para llevar a cabo

con éxito una tarea, no importando cuán grandes sean las dificultades,

un hombre que nunca deja las cosas a medio hacer, que nunca se da

por vencido y a quien nadie puede disuadirlo de su objetivo.

“Lo haré” son las palabras que se convierten en su lema de

guía, en un reto constante para vivir conforme a altos principios, en un

fuente inagotable de renovado valor.

El señor Alden P. Ricks, mejor conocido como Cappy Ricks,

fue el fundador y el espíritu dirigente de una importante empresa

maderera y de vapores. En teoría ya se había retirado de la dirección

activa del negocio, pero en realidad continuaba siendo su principal

guía y consejero, rehusándose –como el mismo expresó- a

abandonar su actividad mental no obstante haber suspendido su

actividad física.

Los ayudantes y administrativos activos de Cappy eran: el

señor Skinner, encargado del negocio de maderas y Matt Peasley, que

dirigía el de vapores. Ambos eran hombres competentes en quienes

Cappy tenía plena confianza, aunque a veces le entraban dudas de su

buen criterio, especialmente en lo referente a la habilidad de esos

señores para juzgar la capacidad de otros.

El problema que estos tres personajes confrontaban, según

principia la historia, era la situación que existía en su oficina de

Shangai. El empleado que habían enviado a hacerse cargo de ella

estaba dando mal resultado, aunque esto no sorprendía a Cappy,

porque en su opinión carecía de ciertas cualidades que él consideraba

esenciales.

- Skinner, ¿tienes un candidato para el puesto? Preguntó

Cappy.

- Siento decirte que no, señor Ricks, todos los empleados que

tengo bajo mis ordenes son jóvenes….. demasiado jóvenes para

asumir esa responsabilidad.

- ¿Qué quieres decir con “demasiado jóvenes”? replicó Cappy.

- Bueno el único a quien yo consideraría competente para

ocupar el cargo sería Andrews, y el apenas tiene unos treinta años.

- Treinta años, ¿eh?, pues si no mal recuerdo yo te empecé a

pagar por un sueldo de diez mil dólares al año y a confiarte la

responsabilidad de dos millones cuando apenas tenías veintiocho.

- Es cierto, pero Andrews….. bueno, no hemos puesto a prueba

todavía su capacidad.

- ¡Skinner! Interrumpió Cappy con voz resonante. No alcanzo a

comprender por qué todavía no te he mandado al diablo. ¿Dices que

todavía no hemos puesto a prueba la capacidad de Andrews? ¿Por

qué tenemos aquí gente que no sabemos lo que puede hacer?.....

¡Contéstame! El mundo de hoy es el mundo de la juventud, y métete

eso en la cabeza, y dirigiéndose al otro administrador continuó:

- Matt,¿Qué te parece Andrews para el puesto de Shangai?

- Lo creo capaz.

- ¿Por qué?

- Porque lleva bastante tiempo con nosotros para haber

adquirido la experiencia necesaria.

- ¿Crees, Matt, que también tenga el valor necesario para

asumir la responsabilidad?..... Eso es más importante todavía que la

experiencia que Skinner y tú consideran como la más esencial.

- De eso nada puedo decirle a usted, pero me parece que tiene

energía e iniciativa, y personalmente es agradable.

- Bueno antes de mandarlo tenernos que convencernos de que

tiene energía e iniciativa….. que tendrá esas cualidades cuando deba

tomar una decisión inmediata, seis mil millas distante de sus jefes a

quienes pudiera consultar y proceder acertadamente de acuerdo con

su criterio. Eso es lo más importante Skinner.

- Tiene usted razón señor Ricks, y creo que es usted quien

debe hacer la prueba.

- Convencido, Skinner. El próximo representante que

mandemos a Shangai tendrá que ser un luchador que no se de por

vencido. Y hemos mandado a tres que resultaron un fracaso y de

esos no queremos más.

Sin decir otra palabra, Cappy se echó de espaldas en su sillón

giratorio y cerró los ojos.

- Parece que va a fraguar la prueba para Andrews, dijo Matt

Peasley en voz baja a Skinner al salir de la oficina del Sr. Ricks.

El destino no permitió dejar en paz al señor Ricks en sus

reflexiones por mucho tiempo. A los diez minutos el teléfono sonaba,

y con no poco enfado, como si alguien le hubiera interrumpido un

tranquilo sueño, tomó el receptor y gritó “¿quién eres?”.

- Señor Ricks –respondió la telefonista de las oficinas

generales- está aquí un joven que se llama William Peck y desea

verlo a usted personalmente.

Cappy suspiró para reflexionar.

- Bien, dígale que pase.

Un empleado condujo al visitante ante el precedente de la

importante empresa maderera y de vapores. Al hallarse en su

presencia, saludó respetuosamente y dijo:

- Señor Ricks, mi nombre es William Peck, le agradezco a

usted mucho la fineza de concederme una entrevista.

Mirándolo con semblante severo Cappy le dijo que tomara

asiento, señalándole una silla frente al escritorio. Al acercarse Peck a

la silla, Cappy notó que cojeaba un poco y que el brazo izquierdo lo

tenía amputado hasta el codo.

- Bien señor Peck, ¿qué desea usted?

- He venido a que me de usted trabajo –respondió Peck-.

- Habla usted como si tuviera la seguridad de que va a

conseguirlo.

- Ciertamente, señor Ricks, yo se que usted no me lo negará.

- ¿Por qué?

Peck, sonriendo en una forma que le simpatizó al señor Ricks,

contestó:

- “Yo soy agente vendedor y se que puedo vender cualquier

cosa que tenga algún valor, porque lo he demostrado durante 5 años

y quiero demostrárselo a usted”.

- Señor Peck….. Dijo Cappy sonriendo, de eso no tengo la

menos duda, pero dígame, ¿acaso sus defectos físicos son algún

impedimento?

- No señor Ricks, de ningún modo….. lo que me queda del

cuerpo está sano, sobre todo mi cabeza y me queda el brazo

derecho. Puedo pensar y puedo escribir y, aunque cojeo puedo ir tras

...

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