El Matrimonio
lulukaluluck7 de Abril de 2013
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“Hasta que la muerte nos separe”
Cuantas veces desde que era niña había escuchado al pastor de mi iglesia, decir esta frase, él la había pronunciado en los jardines, el templo, las pequeñas salas de las casas de madera que rodeaban mi comunidad y una vez frente a la playa cuando mi amada amiga Alejandra hizo este pacto, poniendo como testigo a las inmensas olas de que amaría a su esposo; y de acuerdo a las palabras que repitió del pastor se comprometió a iniciar un matrimonio.
Después de haber escuchado a muchos pronunciarlas y hacer frente a muchos testigos y a Dios como el principal de ellos un pacto de amor, fidelidad y entrega total, entendí que el matrimonio sería o debía ser un asunto para toda la vida. Sin embargo muchos de aquellos a quienes a través de mi vida había visto hacer esta declaración, terminaban divorciándose, separándose o siendo infieles a lo que una vez habían prometido. Papá siempre decía, ¡si no sabes a que te vas a meter, no lo hagas! fue por estas razones que decidí vivir al margen de tomar semejante decisión , yo entendía que casarse era como firmar un acuerdo en el que me comprometía a amar, servir, honrar, respetar y lo más interesante es que debía ser en salud o en enfermedad. Pero aún así vivía junto a una pareja que hasta el momento se había amado po
r 25 años, si les veía discutir, pero mamá siempre estaba allí para servir y comprender a papá. Igualmente ellos habían vivido junto a otra pareja que se respetó y amó por 55 años , hasta que un día la muerte vino por abuela y entonces el abuelo puso flores sobre tu tumba y dijo “ Cumplí, tal como te lo dije frente al pastor “. Todos estos años de convivencia cercana con personas que se habían casado, para hacer felices a otros, me hicieron comprender que el matrimonio es una decisión personal basada sobre todo en el amor, pero que cuando te decides a tomar este paso, debes estar seguro que el amor cubrirá toda falta, y que serás capaz de convivir con un extraño, aprenderás a respetarlo y apoyar sus decisiones, incluso tendrás que: comer, reír, llorar y hasta dormir junto a él. Estaba convencida que no era por un par de años, que había sido según las enseñanzas cristianas, establecido por Dios, que tenía que dejar aún a mis padres, sus costumbres, sus deseos, sus gustos y ahora tendría una nueva vida, alguien diferente a quién agradar y servir. Supe también que debía ser ejemplo para mis hijos cuando estos llegaran y que sobre todas las cosas así como mis generaciones anteriores lo habían hecho, pondría mi confianza, mirada y fe en la poderosa mano de Dios, para que él estuviera conmigo
en cada situación de la vida matrimonial. No quería por sobre todas las cosas terminar como las vecinas de mamá, llorando porque sus esposos les habían sido infieles, o porque les lastimaban con golpes y no apoyaban en sus decisiones, creencias y en la crianza de sus hijos. Siempre pensé que debía casarme con un hombre que amara a Dios tanto como yo lo hacía, para que tuviéramos el mismo yugo, y que debía tener la firme decisión de amarlo.
Así que como decía mi maestra de Ciencias Naturales, la primavera siempre llega y hace renacer las flores y vemos diferente el paisaje, ya para esto tenía 27 años y pensé que podría dejarme el tren, como siempre lo decía mi solterona tía . Pero no pensando que este sería el último vagón para llegar a la estación del matrimonio, sino convencida que el pacto que iba a iniciar era serio pero a la vez divertido, especial y sobre todo lleno de amor , después de una relación de noviazgo con mi amado Ernesto , decidí firmemente que era la hora de ponerme ese velo blanco que cubriría mi rostro, caminaría sonriente y temblorosa con un ramo de girasoles hasta llegar al altar mientras iba del brazo de mi padre y tendría la solvencia que al momento que mi Ernesto destapara mi rostro , yo le
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