El Temperamento Del Niño
dulcearciga20 de Mayo de 2013
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Los padres contentos con su personalidad, pueden educar hijos contentos consigo mismos.
Cuando nace un bebé, toda la familia le busca parecidos: “Tiene los ojos del papá”, la barba del abuelo paterno y el color de pelo como la abuela materna”. Cuando en realidad el pobre chiquito está todavía hinchado y peludo. Algún pariente puede mencionar: “Llora fuerte, sacó los pulmones de su tío el tenor”. Pocos imaginan que en ese pequeño cuerpecito vie-ne una herencia más clara, que se hará evidente muy pronto: El temperamento de alguno de sus padres.
Sí, el temperamento se hereda y se debe a procesos fisiológicos del sistema linfático, así como a la acción endócrina de ciertas hormonas.
El temperamento es esa parte instintiva que hace que tu bebé reaccione de una u otra manera, es aquella forma de “querer brusco” o “querer suavecito” que nadie aparentemente le enseñó al niño y que se parece mucho a alguien de la familia.
Tiene mucho que ver con la habilidad para adaptarse, el estado de ánimo, es decir, ser “intenso” o “relajado”, ser “acelerado” o “pasivo”, porque se relaciona directamente con el sistema nervioso.
“Entonces, -te preguntarás- ¿ya venimos programados desde el nacimiento?, ¿mi bebé va a salir con el mal genio de mi suegra?
No te asustes, cuando tu niño o niña entra en contacto con su entorno, empieza a formar su carácter, es decir, el componente que se ve fuertemente influido por el ambiente, la cultura, la educación que le darás a ese niño. El carácter tiene que ver con el estilo familiar, los amigos y el colegio.
Parte del carácter tiene que ver con la voluntad y la seguridad para controlar nuestro temperamento y así tener conductas que acepte la sociedad. En otras palabras, la manera como los padres eduquen a su hijo determinará su carácter y, juntos, el temperamento y carácter que construirán lo que llamamos: personalidad.
La mejor comparación que encuentro para explicarlo es con una cubeta que ya tiene un poco de pintura amarilla y le echamos después otros colores.
La combinación no será igual a la de otra cubeta que de inicio contenía pintura azul.
Bueno, pues el temperamento es esa pintura inicial en la que caen las experiencias, y el carácter es la manera con la que un niño “matiza” lo que ve y escucha, lo que recibe de los demás y lo que no recibe. El color que resulta al final equivale a la personalidad.
Si te detienes en este momento a pensar en el temperamento de tu suegro y el de tu esposo, tal vez tome sentido esta explicación. Los dos pueden ser explosivos, bruscos, o tal
vez bromistas y ligeros; pero cada uno tuvo diferentes padres, diferentes épocas y circunstancias que los hicieron matizar estas características de una u otra forma, haciéndolos
parecidos pero no idénticos.
¿Para qué nos sirve saber todo esto?
Si aceptamos que hay una parte hereditaria en nuestros hijos, dejaremos de pelearnos con
su estilo personal y podremos entender que reciban las cosas de diferente manera.
Algo muy importante es aclarar que no existen temperamentos “buenos” o “malos”, sino que los padres damos esa clasificación en función de los “problemas” que nos generan con los hijos.
Si acepto que mi niño es “sensible” y no me peleo con esa característica para hacerlo duro y agresivo, como yo creo que debe ser, descubriré a un ser humano maravilloso que podrá potenciar su temperamento
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