El Tratamiento De La Violencia En Los Medios De Comunicación1
dergueta21 de Febrero de 2014
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Clemente Penalva
Universidad de Alicante http://www.ua.es/es/cultural/gepyd gepyd@ua.es
El tratamiento de la violencia en los medios de comunicación1
Clemente Penalva
Universidad de Alicante
Existen algunas formas de violencia que son menos visibles que la violencia directa: la violencia estructural y la violencia cultural. Cuando se habla de violencia cultural se está haciendo referencia a aquellos aspectos simbólicos de la cultura (sus formas "no materiales" como son el lenguaje y la comunicación) que inciden en la justificación de situaciones violentas, ya tengan éstas un carácter directo o estructural. La violencia cultural por el hecho de no ser material no es inocua, todo lo contrario, a través de su acción los seres humanos vencen las resistencias a las acciones violentas, adquieren hábitos violentos, apoyan las acciones violentas de las instituciones especializadas o simplemente no reaccionan ante las acciones violentas llevadas a cabo por "otros" (se identifique claramente al agente o no como ocurre muchas veces en la violencia estructural). Incluso puede llegar a construir algún tipo de consentimiento de aquellos que sufren directamente la violencia directa (maltrato a mujeres, a niños, a ancianos, por ejemplo, si se interioriza una jerarquía basada en razones de género o edad) o la estructural (justificación de la desigualdad social como fenómeno "natural").
Los medios de comunicación desempeñan un papel muy importante en la conformación de estas representaciones ideológicas de la violencia, pero no son las
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únicas instituciones inmersas en este proceso. La violencia de los medios de comunicación (la que aparece en algunas formas de representarla) es una forma más de violencia cultural que es "coherente" con otras formas e instituciones más eficaces de legitimar la violencia directa y la estructural (educación, ciencia, ideología, ejército, empresa, familia, iglesia) con las cuales comparte el papel de agente de socialización, proceso a partir del cual los individuos aprenden a vivir en su sociedad y su cultura e interiorizan valores y normas de comportamiento.
En el cuadro 1 se presentan algunos ejemplos de cómo contribuyen las principales instituciones sociales en la justificación de la violencia. La mayoría opera a nivel inconsciente; algunas, como el ejército, están bastante especializadas —lo exige algo tan difícil de hacer como es el enseñar a matar— y otras tienden a contribuir en mayor medida a lo contrario (la escuela y la familia). Muchos educadores se han dedicado a analizar el sistema escolar (los libros de texto, los mecanismos de participación, los sistemas de premios y castigos) para observar cuánto hay de formas pacíficas de resolver conflictos y cuánto hay de todo lo contrario.
Cuadro 1. Algunos ejemplos de cómo opera la justificación de la violencia en la cultura y en las instituciones
Ámbito
Mecanismos de legitmización de la violencia
Cultura Popular
Cuentos, refranes, canciones, chistes
Escuela
Contenidos, no reciprocidad profesor-alumno, segregación, mano dura
Ejército
Patriotismo, culto a las armas, deshumanización del enemigo
Empresa
Diferencias salariales (hombre-mujer; autóctono-inmigrante), clasismo
Familia
Autoritarismo, menosprecio, transmisión de valores
Medios de comunicación
Estereotipos, desinformación, trivialización de la violencia,
Religión
Textos bíblicos (ojo por ojo diente por diente)
Ciencia
Deterioro ambiental por razones de progreso
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1 Para la reproducción total o parcial del contenido de este artículo se ha de citar: PENALVA, C. “El tratamiento de la violencia en los medios de comunicación”, Alternativas. Cuadernos de Trabajo Social, nº10, 2002, pp. 395-412
Clemente Penalva
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1. Violencia representada y sobrerrepresentación de la violencia
Una vez establecido estas consideraciones iniciales, con las cuales se pretende no caer en el error de responsabilizar únicamente a los medios de comunicación en la transmisión de conductas y valores violentos, nos ocuparemos a continuación de mostrar las diferentes maneras y mecanismos de legitimación de la violencia que aparecen en los medios. No toda la información contiene este sesgo ni tampoco se puede prescindir de los medios de comunicación. En un mundo donde una gran parte de las relaciones sociales se desenvuelven en el universo mediático, bajo sus diversas formas tecnológicas y de contenidos (información, entretenimiento, conocimiento y formación) los medios adquieren una fenomenal influencia. Tanta que es imposible abarcar en unas pocas páginas todas sus dimensiones y aspectos: incide tanto en la manera de percibir el mundo, como en su funcionamiento económico, cultural y político.
Existen estudios que ofrecen datos bastante expresivos acerca de la representación de la violencia que los medios proporcionan a la audiencia a partir de sus diferentes canales y formas (Sanmartín y otros, 1998; Clemente y Vidal, 1996). Si analizamos los contenidos de telediarios, cine, series televisivas, dibujos animados, etc. comprobaremos cómo las imágenes, textos, acontecimientos relatados tratan el hecho de la violencia con mucha mayor frecuencia que otros temas. Los contenidos violentos atraviesan todas las manifestaciones mediáticas, desde la información a la formación y el entretenimiento, y también las fronteras políticas y culturales. Los niños y adultos de
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todo el planeta pueden estar a la última en innovaciones armamentísticas y conocen a Rambo y Terminator. La globalización, pues, alcanza a ídolos mass-mediáticos poco dados al diálogo y que son fuentes de inspiración de conductas y modelos de imitación (UNESCO, 1998). Por otro lado, el análisis de contenido de los mesajes mediáticos también ha detectado formas habituales de producir prejuicios, como es el hecho de que en gran número de producciones destinadas al cine o la televisión cuyos argumentos están plagados de violencia, los personajes negativos sean representados por minorías (afroamericanos, hispanos) y personas con discapacidad de todo tipo (Greenberg y Brand, 1996). Pero esto último es la cara de ficción de la violencia; también los medios representan la violencia real. En lo relativo a la información, las noticias, ese recurso básico de las democracias que da conocimiento de lo "importante" para una sociedad, son en cierta medida una colección de desastres, sirven la dieta diaria de violencia bajo la forma preferida de imagen gráfica.
Todas las formas de violencia directa que aparecen en el cuadro 1 del primer capítulo se muestran continuamente representadas, recreadas en los medios. Si tenemos en cuenta que las soluciones no violentas a los conflictos de cualquier índole (nacionales e internacionales, comunitarios, etc) son más frecuentes que las soluciones violentas (todas las culturas contienen un amplio repertorio de recursos pacíficos basados en el más simple de ellos, el diálogo, que en algunas sociedades llega a la especificidad y tradición de la diplomacia como disciplina) se deduce que los medios producen una "sobrerrepresentación de la violencia".
Lo primero que conviene hacer en cuanto a esta sobrerrepresentación, es preguntarse el porqué, es decir, cuáles son las razones que explican esta abundancia de contenidos
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violentos al mismo tiempo que se indaga sobre los efectos de su representación sobre las audiencias (en qué medida nos hace violentos, pero también miedosos o ignorantes). Lo segundo es aportar algo acerca de los remedios existentes para paliar los males producidos por la violencia representada.
2. Violencia y entretenimiento
Parece ser que es el mercado el que explica, por razones de supuesta hegemonía de las preferencias del consumidor, la aplicación del modelo de entretenimiento (dramatización y escenificación de la violencia) a todos los contenidos y géneros mediáticos. El público demanda violencia y no sólo por su espectacularidad (en el caso de la ficción manda la industria de Hollywood con sus efectos especiales), sino también por la afición a la "mirada morbosa" sobre las imagenes o relatos "reales" que ofrecen los medios (desde las escenas bélicas y agresiones, a los cadáveres, y las muertes en directo). Los que han estudiado el fenómeno de la "atracción" por la violencia representada y el morbo hablan de las necesidades de excitación y de emociones fuertes (fenómeno paradójico que mezcla angustia y placer que roza el masoquismo) de personas poco estimuladas o aburridas. Zillmann y Bryant (1996: 603) resumen las razones de esta atracción hacia la violencia en los medios: proporcionan al espectador satisfacción a su curiosidad morbosa; permiten celebrar su sensibilidad emocional al comprobar sus reacciones de rechazo; e incitan a la comparación social de su situación
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con la de los sujetos que aparecen en los medios. En definitiva, permiten a los curiosos morbosos asistir de forma totalmente segura a experiencias peligrosas pero también a las emotivas o ridículas, tal como aparece en los reality y talk shows o en las revistas o programas del corazón donde se mezcla la angustia de la vergüenza ajena y el placer. Desde el punto de vista sociosemiótico, Imbert llama a todo esto "violencia representada" (Imbert: 1992).
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