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Enfermos Mentales


Enviado por   •  12 de Marzo de 2013  •  7.221 Palabras (29 Páginas)  •  532 Visitas

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Enfermos mentales, cada vez más, cada vez más solos

Lorenzo Preciado Lopez

23-04-2007

(CAMINEO.INFO) - Desde Caritas y el conjunto de la Pastoral Socio-caritativa queremos trasladar a la comunidad cristiana y a la sociedad en general la preocupación e inquietud por la situación que viven las personas afectadas por la enfermedad mental.

Observamos que esta realidad va en aumento y que muchas de estas personas viven en el desamparo mas absoluto y es por ello por lo que queremos llamar la atención para remover las conciencias y poner en marcha los recursos necesarios.

Siempre ha existido la enfermedad mental y casi siempre, desgraciadamente, ha tenido un componente de estigma, incomprensión y rechazo. Lo primero que nos tiene que importar es el sufrimiento de las personas afectadas y de sus familias. Un sufrimiento callado y lacerante sobrellevado en soledad.

La familia ha sido en generaciones el colchón de apoyo y sostén para muchos enfermos mentales que podían de esta manera subsistir sin perder lazos afectivos y cobertura social.

La sociedad, por su parte, ha ido disponiendo de centros específicos para aquellos enfermos de diagnóstico mas agudo y crónico. Pero la dignidad humana de estas personas y también una terapia más ajustada han venido reclamando espacios de convivencia y cobertura social.

El hecho es que, en la sociedad en que vivimos predominan modos de vida individualistas y resulta bastante evidente que los recursos y presupuestos económicos no están respondiendo de acuerdo a la gravedad de la situación. Y sin embargo todos los indicadores sociales coinciden en afirmar el incremento considerable del número de personas afectadas por la enfermedad mental. A la par la situación de soledad y desamparo, de impotencia y falta de salida se agrava.

Los más desamparados, los enfermos mentales excluidos sociales y sin vínculo familiar

Los hechos son de una contundencia aplastante. En los centros propios de Caritas crece de manera exponencial el número de personas afectadas por la enfermedad mental. Las consecuencias del consumo de drogas y alcohol empiezan a hacer estragos en muchas personas. El estilo de vida que llevamos en esta sociedad consumista, competitiva y estresante nos va haciendo cada vez más vulnerables. Constatamos que cada vez más las distintas pobrezas que confluyen en la marginación y la exclusión social vienen provocando un aumento considerable de enfermos mentales. Son éstos, sin duda, los enfermos mentales de la calle, sin vinculo familiar, quienes viven una situación más desoladora y dramática.

Podemos afirmar que la enfermedad mental conduce, cada vez más, a muchas personas a la marginación y que a su vez la marginación va creando de manera alarmante más enfermedad mental. Sin familia, sin medios económicos, sin seguimiento médico, sin la medicación pertinente, los excluidos sociales y enfermos mentales van deambulando por nuestras calles poniendo en peligro constante su propia vida. El sufrimiento de todas estas personas se agudiza en la soledad y lo que se ha venido en llamar «muerte social». Son personas irrelevantes para la mayoría. Parece que no tuvieran los mismos derechos. Probablemente si hoy tuviéramos que identificar a los últimos y más desvalidos de nuestra sociedad nos encontraríamos con estas personas. Para ellos debiera haber algo más que las migajas que caen de la mesa.

Todavía están vivos en la memoria los desgraciados y escandalosos hechos ocurridos en San Sebastián hace tan solo unos meses. Francisco, un indigente enfermo mental, moría como consecuencia del frío del invierno y la desatención de todos los recursos de emergencia.

En la soledad de una celda de la cárcel de Martutene, Abdel Karim, un inmigrante saharaui también enfermo psíquico, ponía fin a su vida de manera trágica.

Es verdad que estos hechos dolorosos son un tanto excepcionales, pero no hay que engañarse. Son muchas las personas que no están recibiendo ni apoyo humano, ni atención a sus derechos, ni tampoco la respuesta necesaria en forma de recursos socio-sanitarios. Son personas, con la misma dignidad que todos nosotros, que no pueden ejercitar su libertad ni reivindicar esos derechos. Personas que pueden seguir siendo víctimas de la indiferencia y el rechazo de unos, y del olvido y descoordinación de entidades e instituciones.

Caritas los acoge y trabaja con otras entidades para que la Administración ponga los recursos necesarios

Como decimos, bastantes de estas personas recalan en Aterpe y en otros centros y residencias de Caritas. Ahora bien, nuestros centros destinados a trabajar la inserción social no son los más indicados para acoger y dar respuesta a estas personas que, lamentablemente, no encuentran otro espacio al existir una notable carencia de recursos socio-sanitarios. Es precisamente competencia y obligación de la Administración incrementar esos recursos con la mayor diligencia y rapidez. Hacen falta residencias y pisos tutelados, centros de día y de salud mental mejor dotados, etc. para dar respuesta a las personas afectadas por la enfermedad mental aunando el tratamiento social con el sanitario. Para ello Caritas seguirá trabajando a través de la denuncia y la presentación de propuestas positivas al lado de otras entidades de la Acción Social para instar a la Administración a cumplir su obligación.

La comunidad cristiana debe ser especialmente sensible ante el sufrimiento de todas estas personas. De esta manera, apoyando la dignidad y el futuro de quienes están siendo relegados y excluidos, la Iglesia es fiel al mandato recibido por Jesús, que vino a «liberar a los cautivos y a curar a los enfermos» (Lc 4, 18). Todos podemos mejorar la actitud y el comportamiento que mantenemos ante las personas afectadas por la enfermedad mental. Podemos, siguiendo a Jesús, mostrar una mayor cercanía y apoyo hacia ellas.

Debemos ser persistentes en nuestra denuncia así como en el compromiso por seguir de cerca la situación de todas estas personas. Sabemos que la cercanía nos hace ganar en sensibilidad y conciencia. Sabemos que sólo al compartir siquiera un poco la vida de ellos, la nuestra se convierte y se renueva siguiendo los pasos de Jesús que pasó por la vida «curando toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 9, 35).

Ayer, hoy y mañana:

el enfermo mental con organicidad

ante la devastación del lazo social

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