El impacto de la evaluación en México

El impacto de la evaluación en México.

Según los autores, desde el año 2000, los resultados de la evaluación son considerados como indicadores para tomar decisiones con respecto al financiamiento otorgado a las universidades.  El nuevo esquema de evaluación desde la perspectiva de sus creadores tiene como fundamento general, promover la calidad de la educación superior basado en un esquema de obtención de recursos económicos al mostrar el incremento de indicadores como resultado. Para los autores, los incentivos económicos vinculados a los resultados de la evaluación cumplen un papel clave en el posicionamiento institucional.

Establecen que la vinculación evaluación- financiamiento a mediano plazo se instituyó en el eje de trabajo de las políticas de la educación superior, lo que provocó que tanto las instituciones como los actores de la educación perdieran de vista la meta general del proyecto de modernización: incremento de la calidad. Dicha calidad fue concebida como un mejoramiento de una serie de indicadores tales como: tasas de retención de alumnos y tasas de titulación de estudiantes, reducción del tiempo de la incorporación de egresados al mercado laboral, aumento de los grados formales de la planta académica, establecimiento de mejor infraestructura, entre otros. Sorprendentemente, los procesos educativos y del aprendizaje no fueron considerados.

Los programas de evaluación fueron instaurados para impulsar el cambio en los planes de estudio y programas académicos, en el desempeño de los académicos y en una valoración de los antecedentes académicos de los estudiantes en las instituciones de educación superior.

Para los autores, la asignación de recursos económicos vinculados a los resultados de la evaluación se convirtió en un incentivo, al mismo tiempo que la relación evaluación –dinero, que desvirtuó el significado de la evaluación haciendo que se perdiera su sentido formativo y su carácter de retroalimentación. Afirman que la recompensa económica ofrecida contribuyó en un inicio a vencer las resistencias iniciales de los actores de la evaluación. Los autores afirman que se observaba que los diversos programas de evaluación no tenían articulación entre sí y establecían criterios diferentes en cada programa, por lo que existía una divergencia de criterios que subyacen en sus planteamientos.

Los autores hacen mención de algunos de los programas de evaluación: Fondo Nacional Para La Modernización de la Educación Superior, Programa Integral de Fortalecimiento Institucional, Consejo de Acreditación de Programas de la Educación Superior, Sistema Nacional de Investigadores, Becas al Desempeño Docente, Programa para el Mejoramiento del Profesorado.

Los autores afirman que este conjunto de programas no fue elaborado dentro de un marco general de acción, y en la mayoría de los casos tenía la meta de impulsar los procesos de incremento de la calidad, pero sus criterios e indicadores no necesariamente apuntaron en un mismo sentido.

La preocupación en el establecimiento de los programas de evaluación fue definir con claridad el conjunto de técnicas indicadores y criterios que permitieran su funcionamiento. Se observa una pérdida del sentido académico y pedagógico de la evaluación.

En 1967 Sriven, estableció los tres tipos de evaluación: diagnostica, formativa y sumativa, que tenían la visión de mejorar en lugar de sancionar.

Los autores afirman que las acciones que se derivan de los programas de calidad en el sistema de educación superior no buscan mejorar los sistemas de enseñanza o potenciar los procesos de aprendizaje de los estudiantes, sino que están centrados en satisfacer los criterios establecidos en los procesos de evaluación.

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