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El mito: polisemia y complejidad


Enviado por   •  17 de Junio de 2013  •  Síntesis  •  5.028 Palabras (21 Páginas)  •  630 Visitas

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Resumen: Este trabajo analiza “La casa de Asterión” de Jorge Luis Borges y “Los reyes” de Julio Cortázar con el objetivo de identificar, tomando como base la versión del mito del Minotauro del autor clásico Apolodoro (y de Plutarco y Ovidio en menor medida), qué elementos textuales del relato mítico tradicional fueron reproducidos o reutilizados y cuáles fueron sustancialmente modificadas por Borges y Cortázar en sus relecturas contemporáneas del mito minoico.

Palabras clave: Jorge Luis Borges; Julio Cortázar; Apolodoro; Minotauro; Relectura mítica.

Resumo: Este trabalho analisa “La casa de Asterión” de Jorge Luis Borges e “Los reyes” de Julio Cortázar com o objetivo de identificar, tomando como base a versão do mito do Minotauro do autor clássico Apolodoro (e de Plutarco e Ovídio em menor medida), que elementos textuais do relato mítico tradicional foram reproduzidos ou reutilizados e quais foram substancialmente modificadas por Borges e Cortázar nas suas releituras contemporâneas do mito minóico.

Palavras-chave: Jorge Luis Borges; Julio Cortázar; Apolodoro; Minotauro; Releitura mítica

El mito: polisemia y complejidad

Mito es una palabra polisémica y, por lo tanto, compleja al momento de delimitar un campo significativo. Sin embargo, en un sentido amplio, el mito puede ser definido como una especie de realidad histórica concreta a la cual van agregándose con el paso del tiempo otras realidades de diversa índole: naturales, éticas, psicológicas. En una primera aproximación, y como refiere Rubino (1994: 56), la noción de mito se configura como una suma de diferentes esferas o ámbitos donde participan, por un lado, la historia y, por el otro, la naturaleza y la psique [1]. Pero esta superposición de elementos, en el sólo en el deja entrever una definición clara de mito, sino que resulta una evidente dificultad para delimitar lo qué es realmente tal concepto. Y esa dificultad se acentúa inclusive más cuando se intenta alcanzar una definición de mito a través de una postura clasificatoria. A pesar de ello, algunos autores como Alemán (2003: 13-18) arriesgan una clasificación y presentan los mitos como divididos en: teogónicos (los que relatan el origen y el nacimiento de los dioses), cosmogónicos (los que mencionan el comienzo del cosmos y la creación del mundo), etiológicos (los que se refieren a los orígenes de los seres y de las cosas), escatológicos (los que explican la vida de ultratumba, el futuro y el fin del mundo), teológicos (los que narran la historia de los dioses), épicos (los que mencionan las aventuras de los héroes) y morales (aquellos relacionados con las luchas entre el bien y el mal).

En relación al aspecto clasificatorio, y dando otro matiz de complejidad al tema, debe ser señalado que un mismo mito puede ser morada de más de un elemento de los arriba mencionados como característicos o constitutivos de una clase mítica determinada (cohabitan elementos de los mitos teogónicos y etiológicos, épicos y morales, etc.). En este sentido, G. Kirk (1992: 33) señala que “[...] igual que un cuento, un mito puede tener diferentes centros de interés o diferentes niveles de significación”.

A pesar de lo referido, y con el objeto de avanzar en la problemática presentada en este trabajo, se observa como una definición pasible de ser adoptada es la referida por Padilla (1997: 9) al indicar que: “[...] el mito es una narración que, en la mayoría de los casos, contiene elementos simbólicos y extraordinarios, pero que, en definitiva, nos presenta una historia. Este relato suele tener, además, un carácter dramático y ejemplar”. El mismo autor, y completando la definición de mito, agrega algunos elementos que caracterizan tal figura en el campo de lo que él llama la fe mítica. Así Padilla (1997: 10) señala que el “conjunto de estos relatos forma la ‘historia de la tribu’, es el bagaje cultural del pueblo. Proceden de tiempos prehistóricos y son transmitidos oralmente de generación la generación. Su veracidad es aceptada por el pueblo que en el duda en tomar ejemplo el extraer una enseñanza de ellos”.

Otras visiones que pueden aclarar el concepto “mito” nacen de la relación existente entre este último y la historia. Estas posturas trabajan sobre la idea de que la historia consigue ser captada, pues resulta de un pasado más reciente, mientras que el mito pertenece a un pretérito fabuloso y ficcional distante, que no puede ser abarcado sino por la inconmensurable ayuda de la literatura. En este sentido, Mircea Eliade (1978: 11) presenta una relación entre la narrativa mítica y la creación de los hechos históricos:

O mito conta uma história sagrada; ele relata um acontecimento ocorrido no tempo primordial, o tempo fabuloso do “principio”. Em outros termos, o mito narra como, graças às façanhas dos Entes Sobrenaturais, uma realidade passou a existir, seja uma realidade total, O Cosmo, ou apenas um fragmento: uma ilha, uma espécie vegetal, um comportamento humano, uma instituição.

Otras de las posibilidades existentes al momento de comprender lo que podría ser un mito es pensar en la vinculación existente entre este último y la figura del lenguaje. Segundo Ernest Cassirer la palabra mito es una especie de superpotencia que está más allá de los dioses y que se confunde con ellos. Para el autor citado puede existir una raíz común que vincule las consciencias mítica y lingüística y que descanse sobre lo que se podría mencionar como un pensar metafórico. Este aspecto común referido más la recíproca influencia entre lenguaje y mito puede observarse en la siguiente idea:

A linguagem e o mito se acham originariamente em correlação indissolúvel, da qual só aos poucos cada um se vai desprendendo como membro independente. Ambos são ramos diversos da mesma formação simbólica, que brota de um mesmo ato fundamental, e da elaboração espiritual, da concentração e elevação da simples percepção sensorial. (Cassirer, 1985: 106)

A pesar de que el mito es un fenómeno complejo, puede ser afirmado que, en sus diferentes acepciones, el mito siempre descansa en una historia narrada. Así puede recordarse que el discurso, lo contado, desde los albores de la humanidad, era un arma de quien discursaba, del “poeta”, para, como recuerdan Charaudeau y Maingueneau, “[...] cumplir el papel de intermediarios entre los dioses y los hombres, por un lado celebrando a los héroes y por otro interpretando los enigmas que los dioses enviaban a los humanos” (2005: 285).

De lo hasta aquí mencionado, se desprende

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