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El problema de la brecha entre la educación y la realidad


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  Ensayos  •  723 Palabras (3 Páginas)  •  168 Visitas

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na cuestión de método

Muy a nuestro pesar, tenemos que aceptar que se tiene una aula que no pregunta. Que no cuestiona... mucho menos refuta y controvierte el conocimiento. De este modo ya sabemos que el conocimiento no trasciende ni se enriquece. Pero los docentes frente a este problema pocas veces hemos indagado cuáles son las causas por las que los niños y adolescentes no formulan preguntas ni cuestionan el conocimiento. Es posible que la solución del problema esté en nuestras manos, en los procedimientos de enseñanza, o en que estemos lejos de los centros de interés y de las preocupaciones actuales de los educandos, o que simplemente por falta de motivación, nuestras clases resultan muy pesadas y aburridas. ¿Merece la pena entonces que revisemos o cambiemos nuestra arrogancia frente al conocimiento, haciendo que la participación de los alumnos en la clase sea más fructífera? ¿Valdrá la pena rescatar la importancia fundamental del método socrático, sobre todo, el diálogo, la discusión para buscar la verdad? ¿O será necesario que ensayemos en el aula la hermenéutica gadameriana que nos permite hacer en primer lugar, un análisis de los textos escolares para poder comprender después nuestra realidad? ¿O será que para disminuir ese divorcio entre educación y realidad hace falta tender un puente que ligue los acontecimientos que se dan en la escuela con lo que se dan en la vida? De acuerdo a las peculiaridades de nuestra cotidianidad en el quehacer pedagógico, ¡¡¡todas las supuestas causas anotadas son más que posibles!!!

Sin llegar al punto extremo del racionalismo filosófico, y sin tratar de idealizar las bondades de tales métodos, me atrevo a creer que sí hace falta un poco de todo esto. Sólo que para tener éxito en este empeño, primero tendríamos que cambiar medularmente nuestra manera de pensar. Es aquí donde más se necesita de la filosofía como la disciplina.

Sobra decir que la filosofía es la disciplina que mejor nos prepara para pensar y para plantearnos preguntas sobre la vida, la naturaleza, el mundo, la sociedad, el conocimiento y los universos: el concreto y el imaginado, inclusive, nos ayuda a pensar y a descubrir y a relacionar muchas incógnitas o preguntas aplicables a todas las asignaturas escolares. Podemos decir, de manera sintética, que toda pregunta por simple que nos parezca tiene implícitamente un sentido filosófico, el cual es descifrable en la medida que utilicemos adecuadamente la razón de la inteligencia y la razón del corazón. Pero también curiosamente encontramos personas que jamás se han hecho preguntas significativas en relación con el mundo, la sociedad y con su propia existencia. Esto último, es inevitable que ocurra, lo que no quiere decir, que no sea preocupante y lamentable que suceda.

A manera de conclusión

El propósito de esta reflexión es para que los maestros y los alumnos adoptemos mutuamente una actitud crítica y creativa frente a la pedagogía de la pregunta. No es pertinente que los maestros y maestras colombianos sigamos ejerciendo nuestra labor con métodos pedagógicos tradicionales y anticuados. Tenemos que cambiar aquellos procesos de enseñanza dogmática, represivos y verticales, por nuevos estilos que sean democráticos, humanistas, participativos, polémicos y críticos, a fin de que nuestros alumnos y nosotros mismos como docentes nos sintamos no sólo a gusto en el ejercicio de nuestro trabajo, sino también, para que las actuales y las futuras generaciones de colombianos lleguen a ser hombres y mujeres deliberantes, con libertad de decisión y elección, y comprometidos con los nuevos valores y con los cambios sociales, económicos y políticos que exige el mundo en que viven... ¡Ese cambio individual y social con el que soñamos y que tanto urgimos -afortunadamente-, se gesta en la escuela!

No cabe duda, de que este alegre e inquietante desafío es y seguirá siendo una responsabilidad muy grande para cualquier maestro o maestra. Pero nuestro compromiso, mientras permanezcamos en contacto directo con los alumnos, y con la realidad, deberá ser el de tener una aula que haga muchas preguntas. Y, ojalá, que las preguntas resultantes sean lúcidas y penetrantes; que hagan destellar por doquier la perplejidad y el asombro, y que cada pregunta en el aula, sea capaz de avivar la imaginación, la fantasía y la curiosidad en todos los compañeros de clase. Sin perder de vista que con la pedagogía de la pregunta podríamos democráticamente desmitificar todo el sistema educativo y cambiar en él todo lo que no funcione.

Bibliografía

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