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El sueño del lago


Enviado por   •  17 de Junio de 2016  •  Tareas  •  681 Palabras (3 Páginas)  •  76 Visitas

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El Sueño del Lago

E

scribo porque tuve un sueño. En nuestra pradera favorita los verdes pastos ondeaban al viento al son del trino incesante de los pájaros. En el cielo, el sol brillaba como mil flechas radiantes de Cupido y bailaban numerosos pétalos de suave textura. Todo era perfecto.

El tronco de nuestra higuera torcida era el asiento perfecto. Se inclinaba vertiginosamente sobre el cauce del lago y nos permitía ver nuestro reflejo, unido en un abrazo, formando una sola figura, un solo ser completo.

Era esa la imagen que me gustaba ver, por eso dejaba que él se recostara sobre las ramas para que yo pudiera observar, de reojo, aquella nítida escena.

Fue por eso que esa vez ignoré que el tiempo estaba cambiando. Hacía rato que soplaba fuertemente. Pero la pareja en el espejo era demasiado fuerte, demasiado real, me atrapaban en cada caricia, en cada beso esquivo, y en cada mirada furtiva en que intentaban espiarnos sin que yo me diera cuenta.

La rama se agitó con rudeza, fue el primer aviso. Los higos cayeron al agua y confundieron a la otra pareja, fue el segundo aviso. Me separé de mi novio para asegurarme de que la otra pareja estuviese bien, pero la ramita en que se apoyaba mi mano terminó por ceder y ese fue el tercer aviso.

De repente vi que todo a mí alrededor se difuminaba. La cara de mi novio era la única que podía ver ahora, y a cada segundo se alejaba  más y más. Todo estaba lleno de puntitos brillantes. Intenté extender una mano para decirle que me espera, pero al intentar hablar, salieron de mi boca siete burbujas que terminaron de borronearlo.

No sé cuánto tiempo estuve en esa laguna, pero fue lo suficiente como para que pudiese tener el sueño que tuve:

Las rejas se cerraron a nuestras espaldas. Decididos no mirar atrás porque nos causaba dolor, comenzamos a andar por esos parajes desolados. Sentíamos la marca del pecado en cada célula de nuestro cuerpo pero ya no había vuelta atrás. La serpiente se había escurrido entre los matorrales antes de que pudiésemos matarla, maldita mentirosa.

El sol constantemente se cubría de nubes obscuras que volvían grisáceos los elementos del suelo. Y una sensación como de hormigueo nos recorría enteros, la llamamos frío. El sol por fin se cubrió y de su manto nublado cayeron incontables lágrimas, las llamamos lluvia. De la tierra, que fecundó la lluvia, crecieron unas pequeñas cosas verdes a las que llamamos plantas. Que se hicieron cada vez más grandes y dieron comestible que llamamos fruto. En tal desamparo no nos sentimos solos.

Continuamos caminando y vimos un conjunto de piedras que se alzaban por encima de la vista, demasiado parejas y ordenadas para el gusto Divino, separadas en dos partes por una reja que intentaba ser igual a la primera, pero que sólo podía semejarse al platonismo. Allí dentro se oían las voces de otras personas, pero al llamar para que salieran ellos abrieron las puertas para que entrásemos. No nos tentó la idea, estábamos mejor afuera.

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