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Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  1.577 Palabras (7 Páginas)  •  210 Visitas

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Universidad Tecnológica de Bahía de Banderas

Expresión oral y escrita. Facilitador: Nayar Araiza López

nayarlo71@gmail.com Cel. 3221182062

El Miedo a hablar en público

Los seres humanos somos seres sociables por naturaleza. Sin embargo, no siempre es fácil hablar con los demás y expresar las ideas o sentimientos propios. Para algunas personas, la mera posibilidad de ser el centro de atención causa pánico.

También hay quienes son perfectamente capaces de hablar en público, pero no resisten las situaciones interactivas, en las que deben expresar sus opiniones y afrontar preguntas directas. (Una entrevista de trabajo, un examen oral, una exposición frente al grupo).

Los peligros del miedo a hablar en público:

Ya sean una o varias las circunstancias en que se padece miedo, desconocer qué recursos se pueden utilizar para que la comunicación con los demás sea satisfactoria no ayuda a superar las barreras.

Al contrario, la desinformación y la falta de herramientas o de entrenamiento sólo sirven para confirmar una y otra vez la convicción de que todo está perdido, de que es imposible mejorar las relaciones interpersonales y de que ya no se puede aspirar a superarse en la vida.

Las nuevas tecnologías facilitan la comunicación al hacerla más accesible y rápida pero no la mejoran.

En este sentido, el internet con las redes sociales y la telefonía móvil permiten enviar y recibir mensajes de un modo más fluido, pero no han podido acabar con algunos malos hábitos comunicativos que están muy arraigados.

Se sigue oyendo sin escuchar y todavía se procesan los mensajes recibidos, haciéndolos pasar por los propios miedos con las consiguientes distorsiones, que dan pie a suposiciones y malentendidos.

El miedo y el estrés

Aunque todas las personas poseen un instinto nato para comunicarse mediante palabras, gestos y actitudes, hablar no es un acto mecánico. Ser comprendido y comprender a los demás depende de varios factores como la claridad expresiva, la predisposición, la intencionalidad, la fuerza del mensaje y el grado de convicción y el tono con que se trasmite.

El miedo a ser evaluados y juzgados negativamente o hacer el ridículo, hace que la persona se sienta ansiosa y pierda seguridad en sí misma, al centrar más la atención en las reacciones de los demás, que en aquello que se desea decir.

Cuando a una persona le invade el temor, su cuerpo y su mente se preparan para entrar en combate o alejarse de la causa del malestar, con un alto contenido de estrés:

• El ritmo cardiaco se dispara

• Sudan las manos

• La sangre parece agolparse en las sienes

• Jaquecas

• Mareos,

• Nauseas

• Sudor frío

• Bloqueos de memoria

• Sequedad bucal

• Dolor de cuello

• Fatiga crónica

• Temblor en las extremidades

Estos síntomas se ven agravados con pensamientos negativos del tipo “todo o nada”, “nunca sabré”, “jamás podré”, “siempre pensarán que yo”, lo que aumenta el temor al fracaso.

Las personas que temen hablar en público no se dan cuenta, sin embargo, de que se trata de un círculo vicioso estrechamente ligado a creencias personales y subjetivas.

Sin duda, los mensajes imperativos del tipo “debo”, “hay que”, “tengo que”, acrecientan el temor a no estar a la altura de las circunstancias pero, sobre todo, resultan terriblemente negativos porque hacen que las señales del estrés sean más evidentes y ocurran situaciones desagradables.

El miedo suele provocar un comportamiento extraño que precisamente, lo único que hace es que los demás se den cuenta de su existencia.

Lo más importante en el proceso de comunicación es lograr una expresión eficaz, y convincente.

Aunque se tengan limitaciones, debido a la educación o a la inexperiencia, expresarse correctamente es algo que se puede aprender, siempre que se apliquen técnicas correctas, siendo agradable, preciso y convincente. A lo largo de la historia, ha habido excelentes actores y actrices, periodistas, empresarios, grandes políticos, que sin tener una perfecta dicción o aptitud para la oratoria, han hecho uso de un carisma personal y un modo de decir las cosas que han convencido a los demás. Esto se debe a que han sabido determinar con precisión en qué situaciones los pensamientos negativos necesitan ser superados para lograr su objetivo.

Que hay que hacer para vencer el miedo

Primero hay que saber en qué situaciones se da y convencerse de que no está basado en hechos objetivos, averiguar qué argumentos confirman o justifican el temor a expresarse. Las razonas que cada quien tenga dependerán de muchos factores, lo que no significa que sean razonables.

A veces es posible que la persona se autoevalúe negativamente sólo cuando es el centro de atención. Otras, cuando se encuentran frente a oyentes con más poder de decisión o más competentes que ella en algún aspecto. En algunos casos, la ansiedad sobreviene cuando se está frente a extraños; cuando existe la posibilidad de intimar con el sexo opuesto, o cuando se trata de un público numeroso o con un alto nivel de competitividad intelectual.

Cualquiera que sea la situación, el paso siguiente consiste en valorar hasta qué punto la persona está dispuesta a probarse a sí misma ya demostrarse que tanto las predicciones negativas pertenecen al mundo de la fantasía más que a la realidad, por lo cual debería preguntarse:

¿Qué podría ocurrir en el peor de los casos si pruebo hablar en público?

¿Hasta dónde seré capaz de asumir las consecuencias?

¿Qué necesito aprender para tener experiencias más satisfactorias?

Consejos para las respuestas:

Hay que llegar al límite de la fantasía.-para evitar que el miedo aparezca descontroladamente y domine la situación, hay que darle un espacio, esperar cinco minutos para dejar que el terror llegue al máximo; aunque parezca sorprendente, cuando se está en contacto con los argumentos del miedo, no resulta difícil comprobar que la imaginación desempeña un papel decisivo.

Por fortuna, como las experiencias nunca son tan terribles como la gente imagina, mantener el miedo bajo control no resulta complicado y podría decirse que hasta divertido.

Hacer un diagnóstico de la situación: Evidentemente para marcarse unos objetivos claros y saber qué se necesita aprender para vencer el miedo, hay hacer un diagnóstico meticuloso de la situación que lo produce.

El miedo a hablar en público, es uno de los más fáciles de superar si la persona logra afrontar la situación que le provoca temor.

Hay estudios basados en la psicología de la conducta, que arrojan pruebas de que cuanto mayor es el tiempo de exposición al miedo, este disminuye hasta en un 50 por ciento. Las estadísticas demuestran además, que a partir de la quinta o sexta vez que se manifiesta, la misma persona será capaz de utilizar en un 65 por ciento más, las herramientas que tiene a su disposición, y con un poco de entrenamiento, afrontar situaciones más complejas, se ha aprendido a regular los niveles de estrés.

Las señales del estrés no desaparecen de un día para otro, y por ello tenemos que recuperar la confianza en uno mismo, tener la seguridad que ninguna emoción, idea o pensamiento, es tan grave si sabe expresarse.

Ser amable con uno mismo también consiste en encontrar métodos personales que ayuden a controlar la ansiedad. Antes de una entrevista de trabajo, una conferencia, un examen oral o una reunión, para algunas personas puede ser convincente tener recursos para distraerse en lugar de seguir dando vueltas al miedo una y otra vez.

Estas distracciones, pueden ser de diferentes tipos, si se trata de ejercicios mentales como los juegos en celulares, o que caben en un bolso, como un cubo o pelota son de gran ayuda. Para otras personas tal vez sea mejor hacer cálculos mentales que exijan cierto grado de concentración.

A medida que se pierde el miedo a hablar en público es fundamental que se reconozcan los méritos, en vez de observar lo que no ha funcionado, ya que esta actitud positiva permite reforzar los puntos fuertes.

Lograr un objetivo, requiere trabajo y dedicación hasta que se adquiere experiencia, y eso se logra mientras la persona se conceda el tiempo necesario.

Consejos para empezar

Primero, se pueden realizar ejercicios en solitario, para adquirir seguridad, como practicar la relajación o técnicas de meditación; en esta etapa es necesario familiarizarse con determinados movimientos del cuerpo, hasta que parezcan naturales, así como el uso de los tonos de voz y la acentuación de determinadas palabras, gestos entre otros recursos.

En una segunda etapa, es útil probar con un amigo o con alguien de confianza hasta que se decida el momento de la primera experiencia de hablar en público, tras lo cual habrá que trazar un plan en el que se tendrán en cuenta los minutos de que se dispone.

Puntos clave para afrontar el miedo

• Identificar el problema.

• Comprobar con datos fehacientes los alcances y los límites de la situación generadora del conflicto.

• Ser amable con uno mismo y ensayar.

• Experimentar con el único fin de comprobar si lo que se imagina es real.

• Pensar objetivamente.

• Reconocer los méritos.

Hábitos que alimentan el miedo:

Las personas que temen hablar en público, suelen ver este problema de un modo distorsionado y hacen hincapié en los aspectos negativos más que en los positivos, temen probarse a sí mismos debido a que solo contemplan los riesgos, como si se quedaran paralizados delante de un asesino en lugar de huir de él, dejan que la sensación del peligro sea una constante.

• Sacar conclusiones apresuradas y generalizar, lo que significa interpretar las situaciones desde un punto de vista negativo en extremo.

• Filtrar la información, es decir centrarse exclusivamente en lo que no funciona sin considerar los aspectos positivos.

• Magnificar o minimizar datos, lo que significa exagerar unas cosas desproporcionadamente y minimizar otras de un modo inadecuado.

• Razonar subjetivamente, es considerar la situación sin razonarla, por ejemplo, “me siento estúpido y los demás me miran como que si lo fuera”.

• Personalizar situaciones; esto es sentirse el centro de atención aunque no sea cierto.

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