Formula Del éxito
Parf9617 de Junio de 2014
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Como muchos conceptos, la palabra éxito se tiende a llevar a un nivel personal, individual, en el cual la persona llega a relacionar conceptos propios en relación con su medio. Por ende nunca se pretende a llegar a una definición de éxito en una manera filosófica, sino, una visión amplia y generalizada, ya que, de manera filosófica nuca se alcanzaría un acuerdo porque las definiciones serán directamente proporcionales al número de personas consultadas. El objetivo en sí es establecer pasos y factores en común para poder hacer del éxito un manejo exacto, y es por ello que se representa en una formula, ya que la matemática es conocida por su exactitud.
Consciente o inconscientemente, cada persona va creando su propia fórmula del éxito, sin embargo, uno de los mayores inconvenientes es sintetizar el deseo, el 97% de la población mundial tiene grandes dudas en cuanto a sus deseos verdaderos, es por ello que es de orden crítico la identificación del deseo para así llegar al éxito. El pasar de los años a dejado un gran número de hombres exitosos, los cuales han demostrado su éxito en obras pero también se han pronunciado sobre el tema, Mark Twain dijo una vez: “Puedo enseñar a cualquiera como obtener lo que desea en la vida. El problema es que no encuentro a nadie que me pueda decir que es lo que realmente desea” años más tardes Earl Nightingal dijo: “la gente en la actualidad puede convertirse en lo que sea que deseen. El problema es que la mayoría de las personas no saben lo que quieren”.
Para la realización de este proyecto se utilizó la «ética del carácter» como cimiento para la armar una posible fórmula del éxito, se centró, en cosas tales como la integridad, la humildad, la fidelidad, la mesura, el valor, la justicia, la paciencia, el esfuerzo, la simplicidad, la modestia. La autobiografía de Benjamín Franklin es representativa de esa literatura. Se trata, básicamente, de la descripción de los esfuerzos de un hombre tendentes a integrar profundamente en su naturaleza ciertos principios y hábitos. La ética del carácter enseñaba que existen principios básicos para vivir con efectividad, y que las personas sólo pueden experimentar un verdadero éxito y una felicidad duradera cuando aprenden esos principios y los integran en su carácter básico. Pero poco después de la Primera Guerra Mundial la concepción básica del éxito pasó de la ética del carácter a lo que podría llamarse la «ética de la personalidad». El éxito pasó a ser más una función de la personalidad, de la imagen pública, de las actitudes y las conductas, habilidades y técnicas que hacen funcionar los procesos de la interacción humana. La ética de la personalidad, en lo esencial, tomó dos sendas: una, la de las técnicas de relaciones públicas y humanas, y otra, la actitud mental positiva .Algo de esta filosofía se expresaba en máximas inspiradoras y a veces válidas, como por ejemplo «Tu actitud determina tu altitud», «La sonrisa hace más amigos que el entrecejo fruncido» y «La mente humana puede lograr todo lo que concibe y cree». Otras partes del enfoque basado en la personalidad eran claramente manipuladoras, incluso falaces; animaban a usar ciertas técnicas para conseguir gustar a las demás personas, o a fingir interés por los intereses de los otros para obtener de ellos lo que uno quisiera, o a usar el «aspecto poderoso», o a intimidar a la gente para desviarla de su camino en la vida. Parte de esa literatura reconocía que el carácter es un elemento del éxito, pero tendía a compartimentalizarlo, y no a atribuirle condiciones fundacionales y catalizadoras. La referencia a la ética del carácter se hacía en lo esencial de una maneera superficial; la verdad residía en técnicas transitorias de influencia, estrategias de poder, habilidad para la comunicación y actitudes positivas.
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