Funciones docente

2.1.3 Funciones

Autores como Posner (1998), Hernández (1998) y Díaz Barriga (1999), citados por Mora Vargas (2004), plantean que cualquier tipo de evaluación que se realice en el ámbito educativo, debe cumplir con funciones específicas entre las que se encuentran:

Función de diagnóstica. En cuanto al desempeño de los alumnos se debe de tomar en cuenta que la detección de áreas de oportunidad será fundamental para diseñar una planeación que apoyará el desarrollo de los aprendizajes y contribuirán al mejoramiento de la calidad educativa. Mora (2004) dice que la “evaluación del plan de estudios debe caracterizar el planeamiento, ejecución y administración del proyecto educativo” (p.9). Entonces , aplicado en un grupo el planteamiento partiría de esa detección de oportunidades que el docente detecte.

Función instructiva. Cuando se ha aplicado una serie de instrumentos diseñados Con base a criterios objetivos de aprendizaje bien planteado necesariamente los actores que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje son alterados por este proceso, es decir, el alumno ha contribuido a su formación y a sus ideas previas originales y el docente tomará una decisión con base a esa repuesta. Por lo tanto, dice Mora (2004) que “los participantes involucrados en ese proceso, se forman, aprenden estrategias de evaluación e incorporan una nueva experiencia de aprendizaje laboral” (p.9). Ninguna de las partes es entonces lo que era originalmente en cuanto al proceso de enseñanza-aprendizaje una vez que ha iniciado la evaluación.

Función educativa. Se puede decir que inicia con la evaluación diagnostica una vez que el docente toma las decisiones para elevar el desempeño del alumno, ya que como Mora (2004) menciona: “puede trazarse una estrategia para erradicar las insuficiencias que le han señalado en su desempeño profesional” (p.9). A partir de esto el maestro reconoce las necesidades de un grupo y diseña las acciones que contribuirán a la mejora educativa.

Función autoaformadora. Esta función permite orientar las acciones y quehacer docente en función de los rasgos personales, es cuando “la evaluación considera lo que debe lograr el docente para perfeccionar su trabajo futuro, sus resultados y características personales, el carácter desarrollador de la evaluación del maestro se cumple. Pensar en educación y sus procesos intrínsecos sin que estos se vinculen con la evaluación es perder la oportunidad de ver el panorama sin oportunidad de transformación, ya que es lo que la evolución nos permite, transformar tanto la enseñanza como el aprendizaje, pero son miras significativas y en la búsqueda eterna de la mejora. Debido a lo anterior El carácter formador de la evaluación, por sí solo, justifica su necesidad.

Sin lugar a dudas la evaluación es uno de los escalones que lleva al mejoramiento y elevación de calidad de un producto, en el caso de nuestro estudio es la educación. Este proceso de evaluación circunscribe tanto a cada uno de los agentes del proceso educativo y permite mejorar y cualificar la formación en pos de acreditar un curso o un nivel, pero sobre todo regular el servicio educativo de manera permanente. Debido a lo anterior Casanova (1998) afirma que:

En cualquier caso, si se consigue desarrollar la evaluación formativa con todas sus virtualidades, se evidenciará su funcionamiento como estrategia de mejora y se comprobará la mejor y mayor consecución de los objetivos propuestos. Es decir: que no sólo mejorarán los procesos, sino que, en consecuencia, mejorarán también palpablemente los resultados de aprendizaje que se alcancen por parte del alumnado. Si esto no ocurriera, no nos engañemos, algo estaría fallando. No pueden separarse procesos y rendimientos, porque constituyen dos caras de una misma moneda. Siempre el resultado es consecuencia de un proceso. (p.83)

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