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Función social del conocimiento histórico


Enviado por   •  30 de Octubre de 2018  •  Ensayos  •  2.572 Palabras (11 Páginas)  •  109 Visitas

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PRESENTACION

En el siguiente documento se hablara acerca de la función social del conocimiento histórico, las finalidades que ha tenido la enseñanza de la historia a lo largo  del tiempo, así como la finalidad de la enseñanza de la historia en los programas presentes. Primeramente comenzare dando mi punto de vista del impacto que ha tenido la función del conocimiento histórico y como ha impactado en la sociedad, La historia es la disciplina del auto-conocimiento humano. Conocerse a sí mismo significa conocer lo que se puede hacer, y puesto que nadie sabe lo que puede hacer hasta que lo intenta, la única pista para saber lo que puede hacer el hombre es averiguar lo que ha hecho. El valor de la historia, por consiguiente, consiste en que nos enseña lo que el hombre ha hecho y en este sentido lo que es el hombre. La costumbre de leer la historia de un país a través de lo que hoy llamamos historia nacional, nos ha hecho olvidar que detrás de la historia escrita por los vencedores permanecen latentes las versiones de los grupos marginados y oprimidos, e incluso la versión de los derrotados. Una respuesta adecuada sobre el sentido y los propósitos de la narración histórica debería incluir las interpretaciones del pasado hechas por los sectores marginados, para así hablar, sino de una imposible historia total, al menos de una plural, más representativa de la diversidad social que constituye a las naciones Sin embargo, la historia no ha sido bien tratada en los programas escolares, pues predomina esencialmente la cronología sobre el análisis histórico, y la memorización sobre la reflexión. Por lo tanto, resulta necesario señalar que no se puede entender nuestro presente inmediato si no reflexionamos sobre el pasado, pero debemos hacerlo de una manera más crítica.

DESARROLLO

La función de la historia va más allá de la comprensión del presente pues también nos permite intervenir activamente en nuestra realidad. Finalmente: Aprender historia es aprendernos a nosotros mismos, es descubrirnos históricos, es descubrirnos conscientes y por ello, de alguna manera libres, sociales, responsables y comprometidos. La historia, además, propicia la formación de la conciencia social, la cual no es posible sin una conciencia histórica y fomenta la identificación social pues se constituye en la memoria social de un pueblo que comparte un pasado común. La identificación social se da a partir de que los individuos se sienten parte de una sociedad con la cual comparten una historia común, patrones culturales similares, intereses y valores propios de un momento histórico determinado lo cual les permite tener un mejor desarrollo individual y socializarse. La historia ofrece a cada individuo la posibilidad de trascender de su vida personal a su vida de grupo. Al hacerlo le otorga un sentido y a la vez, le ofrece una forma de perdurar en la comunidad que lo trasciende, la historia es una lucha contra el miedo, forma extrema de la muerte. El hombre busca afanosamente trascender a lo largo de su vida en la sociedad de la cual forma parte y la historia es una vía para lograr este propósito. El hombre no quiere ser olvidado y en este sentido todos de alguna manera recurrimos al pasado para explicarnos nuestra existencia. Sin la historia, los pueblos tendrían un desenlace de consecuencias funestas tales como su aniquilación y la pérdida de su esencia, de ellos mismos. El olvido es una forma de morir lentamente, por lo que cada cultura trata de imponer su propia concepción histórica a los demás, cuyo fin primordial es no ser olvidados. En su modo de relatar e interpretar su propio pasado, cada núcleo social refleja sus concepciones, sus aspiraciones y sus formas de vivir, expresa la ligazón que siente tener con fuerzas superiores (dioses, destino) o bien presenta un enfoque racional del universo. La historia le permite al hombre estrechar los lazos que lo unen con su comunidad. Por tal motivo, también tiene una función social. Lo integra y hace que se identifique con otros hombres. La comunicación fomentada por la historia es la condición básica para el desarrollo humano en todos sus aspectos. Finalmente, esta surge en un contexto social pues no hay historia que no haga referencia a la sociedad.

La historia puede servir como instrumento de dominación de los grupos en el poder, o ser la vía más eficaz que libere al hombre de la opresión y lo haga más libre. En este sentido puede adquirir ambas cualidades. Asimismo, cubre la necesidad de autoconocimiento que posee el hombre a lo largo de su vida. Por las razones anteriormente expuestas, el conocimiento histórico es útil en nuestras vidas. Ahora el siguiente punto serían las finalidades de la enseñanza de la historia a lo largo del tiempo las cuales direccionan la enseñanza, poseen una faceta formativa explícita que se condensa en las preguntas: ¿para qué  y por qué enseñar historia? Esta cuestión de fondo no encuentra respuesta fácil porque no hay un único modelo explicativo ni interpretativo aceptado por los didactas de la historia, ni existen propósitos de la enseñanza homogéneos. Las finalidades dependen, en gran medida, de las perspectivas teóricas y de las tradiciones en la didáctica de la historia (Benejam ,1997).La atención que los docentes prestan a sus marcos de referencia incluye convicciones acerca de los contenidos conceptuales y acerca de cómo aprenden sus alumnos. Conocer esta atención es crucial si se considera que la enseñanza es algo más que el simple tras-paso de tendencias, prejuicios y contenidos y de-muestra hasta qué punto la propia conciencia sobre la epistemología de la disciplina afecta a la enseñanza(Shaver, 2001).Las decisiones de la enseñanza, como las decisiones sobre las cuestiones sociales, comprenden cuestiones morales, interrogantes sobre sus propósitos sociales e interrogantes referidos a los valores, la empatía y el significado existencial para estudiantes y docentes. Una práctica de la epistemología o un enfoque del saber acerca de las prácticas debe abarcar una racionalidad de fines que indique qué espera la sociedad delas escuelas y, en este caso, de la enseñanza de la historia. Rozada Martínez (1997) utiliza el concepto de ideal de formación de (Blankertz)  aquellas características básicas de un modelo didáctico basado en la formación y asigna al ideal político de ampliar al máximo la democracia con foros permanentes de participación en los que cada profesor somete a deliberación pública su ideal de formación. La exposición de la finalidad principal de la enseñanza posibilita dilucidar di-lemas o incertidumbres que se presentan en la acción docente. Es claro que las finalidades formativas se ligan siempre a los valores dominantes de una sociedad particular. Joan Pagès (1998) se pregunta si la escuela y la enseñanza de las ciencias sociales y, por ende, dela historia tiene que socializar o contra socializar, en-tendiendo la socialización como la transmisión de los valores hegemónicos y la contra socialización como la educación en valores alternativos. Otro punto para pensar las finalidades de la enseñanza de la historia se centra en la formación ciudadana y la ciudadanía democrática. Desde sus orígenes la escuela pública ha tenido la finalidad de la formación ciudadana y la inculcación de los valores de la vida política que regían en los países. Por lo tanto, explícita o implícitamente, siempre han existido relaciones entre la enseñanza de la historia y la formación cívica de la ciudadanía. Las relaciones entre ciudadanía e historia son, pues, tan antiguas como su presencia en el currículo de la escuela obligatoria. Siguiendo con la línea argumentativa de las finalidades socializadoras o contra socializadoras, Joan Pagés (2007) sostiene que en la enseñanza de la historia el futuro es la finalidad de la enseñanza del pasado y da cuenta siguiendo a García y Leduc (2003) de cuatro finalidades: la moral, la función integradora y de socialización, la cívica y la intelectual vinculada al aprendizaje del saber y del saber hacer. En el mismo texto revisa la obra de Lautier (2003) quien, al pre-sentar una propuesta de epistemología de la historia escolar, habla de las finalidades sociales de la disciplina y las clasifica en finalidades educativas, éticas y cívicas. Al bucear en el sendero de desentrañar las legitimidades de enseñar historia, resulta claro que éstas no son estáticas ni monolíticas, por lo cual hay que considerarlas en el proceso de movimiento propio de la realidad social y de amalgamas cambiantes de subgrupos y tradiciones, que influyen mediante el enfrentamiento y el compromiso en la dirección del cambio. A lo largo de la historia educativa en Argentina, la historia enseñada ha tenido y tiene finalidades heterogéneas, ha legitimado diferentes concepciones de lo socio histórico, de lo ético y de lo pedagógico. La conformación de la matriz identidaria, la producción y administración de bienes simbólicos se desplegó a través de instituciones culturales en las que la escuela no estuvo ausente. Sabemos que en el mundo moderno la identidades y  anunció simultáneamente a la libertad de elección del individuo; y dependió de una guía de educadores profesionales que enunció, al mismo tiempo, las dos caras de la libertad y la identidad, una de ellas fue emancipadora y la otra coercitiva. Esos educadores profesionales, entre los que ocuparon un lugar significativo los profesores en historia, construyeron una cultura de la identidad anclada en el pasado por medio de mitos disfrazados de historia. El caso más generalizado ha sido el arbitrario cultural que dio origen al nacionalismo. Pero, junto con ésta, otras identidades han circulado y circulan articuladas a la enseñanza de la historia. Es claro que son identidades colectivas, culturales que entrañan la capacidad de referirse a la vez a un nosotros y al mundo. Los fenómenos de pertenencia para las relaciones entre los sujetos y los grupos que lo engloban y lo modelan son altamente complejos y la reflexión sobre términos como pertenencia, extranjería, identidades estudia en diversas disciplinas y con diferentes enfoques. La historia y su enseñanza es plural y las finalidades identitarias de los profesores neuquinos pueden investigación didáctica enseñanza de las ciencias sociales, 2010, matizarse en la historia como base para: a) la educación moral, b) la identidad nacional, c) la transmisión de la cultura y d) como herramienta para la construcción de futuro. La historia como base para la educación moral La enseñanza de la historia como la conciencia moral de la sociedad constituye un proyecto didáctico basado en la formación a partir de un ideal moralizante, que se percibe en dos dimensiones. Por un lado, es la historia la que posibilita mirar lo que está bien y lo que está mal y, por el otro, el profesor encarna ese ejemplo de valores, que se aprenden de manera repetitiva, como imitación. Él indica al alumno el camino del bien y del mal. Remarcando los errores, busca no repetirlos. La idea que sostiene es la de la historia como magistral  .La moral, con sus códigos, tiene una función en la organización de la vida cotidiana de una sociedad yes, sobre todo, una actitud práctica que se expresa en acciones y decisiones. El contenido moral de las acciones está en función de múltiples factores: las motivaciones particulares, la elección de los fines y contenidos de los valores, la constancia en las exigencias determinadas y la capacidad de aplicar esas exigencias a un caso concreto (Heller, 1987).La internalización del código moral se hace a partir de la represión, o de la cancelación espontánea. Se sostiene que hay que concienciar en el error con la finalidad de formar a la generación joven en la capacidad de aplicar el código moral con sentido práctico como modo de ordenar la vida social ,moral es, sobre todo, una actitud práctica y el aula no es lugar para “filosofar demasiado sobre la existencia y sobre los valores”. Es un espacio para elegir fines y valores. La disciplina escolar historia se constituye en la base para una educación moral y de los valores. La historia como lección de vida se afirma en la tradición o en el pasado tradicional y asigna a la historia la función de la historia como base para la identidad nacional y comunitaria tradicionalmente, la historia ha desempeñado un importante papel en la construcción de identidades nacionales y comunitarias. Los relatos acerca del pasado son espejos en los que mirarse y han sido centrales en la consolidación de los estados nacionales. Trazaron no sólo una genealogía, sino, sobre todo, una causalidad que ubicaba a los pueblos en un camino predeterminado hacia un futuro merecido sobre la base de la historia. Esta finalidad reconoce dos dimensiones: De la identidad nacional .Algunos profesores de la primera cohorte sostienen una mirada de la enseñanza de la historia ligada al sentido tradicionalista del pasado. La historia es el pasado y éste es modelo para el presente. Enseñar historia consistió en una articulación entre “historia y lo nuestro. Lo nuestro se define como nacional y tradicional. El deseo de estos profesores es que los alumnos aprendan historia y el modo de lograrlo fue la memorización de hechos políticos enlazados en un tiempo lineal. Partir de la actualidad es dejar la historia de lado. En oposición, pero con la misma finalidad en la formación de la identidad nacional, hay otros testimonios que comparten la perspectiva del nacionalismo popular. El objetivo era ver las cosas desde una perspectiva distinta a la tradición liberal. No se comparte la idea de enseñar desde figuras únicas y dogmáticas.

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