Gestión organizacional - Reseña

Gestión organizacional

La capacidad gerencial de implementar una estrategia permite la creación de un proyecto valioso y atractivo para todos los interesados: la propia organización y su entorno. Dicha capacidad, sin embargo y no bien vaya a la zaga de la explicitación de las principales declaraciones estratégicas de la organización, es la que se ha venido convirtiendo en un verdadero “cuello de botella” organizacional. Es aquí, al momento de pasar a la acción, donde las empresas se entrampan o al menos, sufren grandes “fugas” de valor perdiendo importantes cuotas del mismo.

Pensamos que lo anterior es una deformación constitutiva de las principales prácticas gerenciales. Se explicitan objetivos y metas desalineadas del contexto y de las principales capacidades y recursos disponibles en la organización. Incluso más, el ejercicio estratégico queda suspendido apenas se establecen dichas definiciones, careciendo de los necesarios procesos de apropiación y aproximación en primera persona que cada colaborador o equipo de trabajo requiere. En una palabra, se adolece de abstracción^[1].

Una de las primeras consecuencias de lo anterior es la falta de motivación organizacional generalizada en la búsqueda de la excelencia y los resultados, los cuales se terminan transando por una ejecución burocrática de infinitas actividades, sin estándar ni sentido. Cuando esto se generaliza aún más, surgen las problemáticas crónicas de la descoordinación, el rendimiento subestándar y, por supuesto, la ausencia de accountability.

En Rizoma creemos que lo anterior se ha consolidado como un estilo de hacer empresa y de (sub)gestionarla. En forma recurrente, se inicia con la exclusiva declaración de las expectativas de negocio pero sin continuidad en su implementación. Por lo mismo, sostenemos que su antídoto está en la definición previa de la propia identidad organizacional como forma de establecer deseos y sueños, fomentando estilos creativos de alcanzarlos más cercanos a la experiencia humana.

Las organizaciones pueden efectivamente ser sueños encarnados y colectivos que exuden convicción. Con ello, el desempeño superior pasa a convertirse en algo habitual, porque al estar el sentido de la acción no solamente claro sino encarnado, la fluidez de las coordinaciones necesarias, la potencia de las conversaciones y el surgimiento del compromiso con los resultados pasan a formar parte del ambiente cotidiano de trabajo.

En un escenario tal, ya hay otros códigos y otros lenguajes, e igualmente otros roles. Su construcción y puesta a punto se intencionan y enmarcan en plazos y metas claras que están implicados en el primer y crucial fruto de nuestro trabajo: el diseño de una identidad.

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