HISTORIA DEL SOSTÉN

Al poco tiempo que Mary Phelps vendiera su negocio, un fenómeno totalmente ajeno a la industria de la corsetería propició que se disparara la comercialización de los sujetadores. Tras entrar Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, el Gobierno hizo un llamado para que las mujeres donaran sus pesados corsés para poder utilizar el metal. Se acumularon 28 mil toneladas de acero que pasaron de los cuerpos de las mujeres a las fundiciones de guerra.

Aunque muchas aborrecen el brasier, pues lo consideran molesto, lo cierto es que cuando lo inventaron las mujeres aplaudieron esta prenda, ya que antes de que existiera ellas debían sufrir embutidas en corsés metálicos incómodos y poco sensuales.

Entre 1910 y 1919 el mundo de la danza ejerció su impronta sobre la ropa interior, donde se requería mayor libertad de movimiento. Así lo demostró el abandono del corsé por parte de Isadora Duncan o la bailarina Irene Castle.

El corsé, que fue dominante por más de 200 años, no se volvería a ver hasta 1980.

En la década de los años 20 las copas de los brasieres fueron “estándar”, hasta que Ida Rosenthal, inventa las tallas y las copas. Esta emigrante rusa en EEUU, reunió a las mujeres americanas en categorías según el tamaño del busto, y creó una línea de sujetadores que realzan la figura femenina sin importar su edad, desde la pubertad hasta la madurez. Introdujo los diferentes sujetadores por tallas de copa, las que se identificaban por las letras del alfabeto: A, B, C y D.

Entre la Primera y la Segunda Guerra fueron apareciendo los materiales que revolucionarían el universo de la ropa interior.

La llegada del nylon en 1939 le dio otro giro a esta prenda interior. Desde entonces el brasier reina sin discusiones, cambia y mejora cada día.

Los cambios comenzaron gracias a los diseñadores que ya existían, nombres reconocidos por sus obras de arte en cuanto vestuario, y a la persona que se le puede decir que fue el promotor de este cambio y revolucionó esta prenda con su mirada en lo sensual fue Christian Dior, quien creó el New Look, 1947, en el que la figura femenina renació con todas sus curvas.

La ropa íntima desde el punto de vista sensual más que nada empezó por dos cosas, comodidad y para tratar de arreglar la figura del cuerpo, en este caso el femenino.

La década de 1950 llevaría este ideal de los senos como misiles teledirigidos por la mirada delineada de la mujer a la perfección con los brasieres cónicos. Véase en una revista Playboy de finales de los cincuenta y de los sesenta, los llamados ‘puffies’, los senos con pezón en forma de ojiva. “La ropa interior —se dijo entonces— es más provocativa que la piel desnuda”.

¿Símbolo de la liberación femenina?

En los años 60 la prenda se convirtió en símbolo político ante la quema de sujetadores, por parte de las jóvenes hippies, que reclamaban sus derechos y libertad sexual.

Cuando le preguntaron a Ida Rosenthal si la nueva tendencia supondría el fin de su imperio, contestó: "Toda persona tiene derecho a vestirse o desvestirse, pero a partir de los 35 años la mujer no tiene figura para prescindir del sujetador. El tiempo está a mi favor".

Efectivamente, el tiempo le dio la razón, y en 1967 se lanzó la primera campaña televisiva publicitando este elemento.

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