H.P. Blavatsky "La Doctrina Secreta"
fernandiurno8 de Junio de 2014
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H. P. BLAVATSKY
LA DOCTRINA SECRETA
SÍNTESIS DE LA CIENCIA, LA RELIGIÓN Y LA FILOSOFÍA
VOLUMEN VI
OBJETO DE LOS MISTERIOS Y PRÁCTICA
DE LA FILOSOFÍA OCULTA
TRADUCCIÓN DE VARIOS MIEMBROS DE LA RAMA DE LA S. T. E.
Segunda Edición Argentina cotejada con la 4ª Edición Inglesa
SATYÂT NÂSTI PARO DHARMAH
“NO HAY RELIGIÓN MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD”
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Instituto Cultural Quetzalcoatl de Antropología Psicoanalítica, A.C.
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Doctrina Secreta VI 2 Helena Petronila Blavatski
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SECCIÓN XLI
LA DOCTRINA DE LOS AVATÂRAS
Entre los discípulos de algunos insignes gurus himaláyicos y aun entre gentes profanas,
persiste una extraña tradición, que mejor pudiera calificarse de leyenda, según la cual Gautama, el príncipe de Kapilavastu, continúa en las regiones terrestres, no obstante la muerte e incineración de su cuerpo físico y las reliquias que de él se conservan. Los buddhistas chinos y arios por tradición, ylos lamas del Tíbet por el texto de sus libros sagrados, afirman que Gautama tenía dos doctrinas: unapara el vulgo y sus discípulos legos, y otra para sus “elegidos” o arhats. Según parece, la norma de
conducta del Maestro, continuada por los arhats, fue no prohibir a nadie el ingreso en las filas delarhatado; pero no revelar los misterios finales sino a quienes, tras muchos años de prueba, se
mostraran dignos de la iniciación, sin que para ello fuese obstáculo alguno la diferencia de raza, casta
o posición social, como sucedió en el caso de su sucesor occidental. Los arhats divulgaron esta
tradición relativa a Buddha hasta arraigar en la mente del pueblo; y en ella se basa, asimismo, el
posterior dogma lamaísta de la reencarnación de los Buddhas humanos.
Lo poco que es posible decir aquí acerca del asunto, podrá o no llevar por buen camino al
estudiante de ocultismo. Conviene advertir que habiéndose dejado al juicio y responsabilidad de la
autora decir las cosas tal como personalmente las comprende, sobre ella sola ha de recaer la culpa
de los posibles errores. A la autora le enseñaron la doctrina, pero con entera libertad de criterio sobre
el conjunto de los misteriosos y perplejantes datos reunidos, de igual modo que ahora sedejan
también a la sagacidad del lector. Las incompletas afirmaciones que aquí se exponen, son
fragmentos de lo que contienen ciertas obras secretas, pues no es lícito divulgar los pormenores.
La versión esotérica que del misterio dan estas obras secretas, pueden resumirse en pocas
palabras. Los buddhistas han negado siempre resueltamente que, como suponen los brahmanes,
fuese Buddha un avatâra de Vishnu, análogamente a como un hombre es encarnación de su
antepasado kármico. Su negativa proviene, en parte, de que no conocen el completo, impersonal y
amplio significado del término de “Mahâ Vishnu”, misterioso principio de la Naturaleza, que no es el
dios Vishnu, sino un principio que contiene la semilla del avatârismo (Bîja), o sea la potencia y causa
de tales encarnaciones divinas. Todos los Salvadores del mundo, los Bodhisattvas y Avatâras, son
árboles de redención que brotan de una sola semilla: el Bîja o "“ahâ Vishnu"” Tanto importa que se la
designe con este nombre o con el de Âdi-Buddha (Sabiduría Primordial). Esotéricamente
considerado, Vishnu es a un tiempo Saguna o Nirguna (con atributos o sin ellos). Como Saguna,
recibe Vishnu culto y adoración exotéricos; y como Nirguna, es cifra y resumen de la espiritual
sabiduría del Universo, o sea el Nirvâna (1), y le adoran todas las mentes filosóficas. En este sentido
esotérico el Señor Buddha fue una encarnación de Mahâ Vishnu.
Así lo vemos desde el punto de vista puramente espiritual y filosófico. Sin embargo, los
iniciados saben que en el plano de la ilusión, como podríamos llamarle, o desde el punto de vista
terreno, fue Buddha una encarnación directa de uno de los primitivos “Siete Hijos de la Luz” o “Dhyân
Chohans” a que aluden todas las teogonías; cuya misión es cuidar, de una eternidad a otra (eones),
del provecho espiritual de las regiones puestas a su cuidado. Esto se enunció ya en el libro El
Buddhismo Esotérico.
Uno de los mayores misterios del misticismo especulativo y filosófico (misterio que conviene
revelar ahora), es el relativo al modus operandi en los grados de tales transferencias hipostáticas. Es
muy natural que el procedimiento de las encarnaciones, así divinas como humanas, resulte libro
cerrado para teólogos y fisiólogos, hasta que lasenseñanzas esotéricas lleguen a ser, por general
asentimiento, la religión del mundo. Estas enseñanzas jamás se expondrán abiertamente a gentes
que no estén bien preparadas para recibirlas; pero debemos decir que entre el dogma de un alma
nuevamente creada para cada nacimiento, y la afirmación de una temporánea alma fisiológica, se
dilata la vasta región de las enseñanzas ocultas (2) con sus lógicas y racionales demostraciones,
cuyo filosófico encadenamiento establece la misma naturaleza.
Doctrina Secreta VI 3 Helena Petronila Blavatski
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El “Misterio” está expuesto, para quien sepa comprenderlo, en las siguientes palabras de
Krishna:
Muchos nacimientos he dejado Yo tras Mí, y muchos dejaste tú, ¡oh Arjuna! Pero yo los recuerdo todos;
pero tú no recuerdas los tuyos, ¡oh Parantapa!
Aunque soy el nonato e imperecedero ser, el Señor de todos los seres y cobijo la naturaleza, que es mi
dominio, también nazco por virtud de mi propio poder (3).
Cuando quiera que la rectitud desmaya, ¡oh, Bhârata!, y cobra bríos la iniquidad, entonces renazco.
Para proteger a los buenos, confundir a los malos y restaurar firmement la justicia. De edad en edad
renazco Yo con este intento en cada yuga.
Quien así conozca en su esencia Mi divino nacimiento y Mis acciones divinas, ya no volverá a
nacer cuando deje el cuerpo, sino a Mí se unirá, ¡oh Arjuna! (4).
De modo que todos los avatâras son uno y el mismo; son los Hijos de su “Padre” en directa
descendencia. El “Padre”, o una de las siete Llamas, llega a ser con el tiempo el Hijo y, en
consecuencia, uno con el Padre desde toda la eternidad. ¿Qué es el Padre? ¿Es la absoluta Causa
de todo? ¿Es el impenetrable Eterno? No por cierto. Es Kâranâtma, el “Alma Causal”, llamada por los
indos Îshvara, el Señor, y por los cristianos “Dios”, el Único, el Solo. Desde el punto de vista de la
unidad es así; pero, entonces, también podríamos considerar como “el Único y el Solo” al elemental
más ínfimo. Todo ser humano tiene, además, su propio divino espíritu o dios individual. Esa divina
Entidad o Llama, de la cual emana Buddhi, está con el hombre, aunque en plano inferior, en la misma
relación que el Dhyâni Buddha con su humano Buddha. De aquí que sea posible conciliar el
monoteísmo con el politeísmo; pues existen en la Naturaleza.
Verdaderamente, vinieron al mundo en su respectiva época personalidades que como
Gautama, Shankara, Jesús y unos pocos más, tenían por misión “salvar el bien y destruir el mal”. Así
se dijo: “Yo nazco en cada yuga”. Y todos nacieron por el mismo Poder.
Muy misteriosas son, en efecto, estas encarnaciones que caen fuera del círculo general de
renacimientos. En tres grupos pueden dividirse las encarnaciones: Los avatâras o encarnaciones
divinas; las de los nimânakayas o adeptos que renuncian al Nirvana con el propósito de auxiliar a la
humanidad; y las naturales reencarnaciones de la masa general, sujeta a la rueda de nacimientos y
muertes, la ley común. El avatâra es una apariencia, que podríamos llamar una ilusión especial,
dentro de la natural ilusión producida en los planos en que reina Mâyâ. El adepto renace
conscientemente, a su voluntad y albedrío (5); pero la grey común del vulgo sigue inconscientemente
la gran ley de la dual evolución.
¿Qué es un avatâra? Antes de emplear el término conviene comprenderlo. Es un descenso de
la Divinidad manifestada, llámese Shiva, Vishnu o Âdi-Buddha, a la forma ilusoria de una
individualidad, que en el plano físico toma apariencia objetiva, pero que realmente no lo es. Esa
ilusoria forma no tiene pasado ni futuro; porque no ha tenido encarnaciones anteriores ni los
subsiguientes renacimientos, y por lo tanto, para nada interviene en ella el karma.
Gautama Buddha fue un avatâra en determinado sentido; pero esto necesita explicación que
desvanezca las objeciones levantadas sobre fundamentos dogmáticos. Hay gran diferencia entre un
avatâra y un jîvanmukta. El primero es, como ya hemos dicho, una ilusoria apariencia, sin karma ni
encarnaciones precedentes; y jîvanmukta es el que alcanza el nirvâna por merecimiento propio.
Contra esta explicación objetaría un vedantino diciendo que tanto el de avatâra como el de
jîvanmukta
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