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Historia De La Diabetes

mariara297 de Junio de 2015

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HISTORIA DE LA DIABETES

La diabetes es una enfermedad crónica e irreversible del metabolismo en la que se produce un exceso de glucosa o azúcar en la sangre y en la orina; es debida a una disminución de la secreción de la hormona insulina o a una deficiencia de su acción.

Es tan antigua casi como el hombre, no se sabe con certeza cuándo empezó realmente. Lo que se puede decir es que la humanidad empezó muy pronto a darse cuenta de la existencia de una enfermedad que consistía en beber mucha agua, orinar mucho, tener hambre, perder peso y morirse pronto si se era joven o no tan pronto, pero vivir mal, si empezaba después de los 40 años.

La primera referencia a la diabetes se encuentra en el papiro de Ebers encontrado en 1862 en Tebas (hoy Luxor). En el papiro se recoge una sintomalogía, como lo era la orina pegajosa, con sabor a miel y que atráe fuertemente a las hormigas de los diabéticos. La diabetes del término fue acuñada probablemente por Apollonius de Memphis alrededor de 250 A.C. Estos síntomas figuran en los libros sagrados de la India, los Vedas, que comenzaron a escribirse hacia unos 1500 años antes de nuestra era. La primera referencia al sabor dulce de la orina aparece concretamente en el libro Yagur Veda Suruta (400 a.C.). Contemporáneo al libro de los Vedas se escribió en Egipto un famoso papiro (1500 a.C.) que fue descubierto el siglo pasado, en 1873.

Súsruta, el padre de la medicina hindú describió la diabetes mellitus y llegó incluso a diferenciar una diabetes que se daba en los jóvenes que conducía a la muerte y otras que se daba en personas de una cierta edad.

En el siglo III a.C. fue cuando Apolonio de Menfis dio a esta enfermedad el nombre de diabetes, palabra griega que quiere decir “pasada a través de”. Apolonio señalo la evolución fatal de la diabetes. Interpretó los síntomas de la siguiente forma: a estos enfermos se les deshace el cuerpo poco a poco y como los productos tienen que eliminarse disueltos en agua necesitan orinar mucho. Esta agua perdida tiene que ser repuesta bebiendo mucho. Como la grasa se funde poco a poco, se pierde peso y como los músculos también van deshaciéndose, se queda sin fuerzas.

La medicina india ya distinguía dos formas de diabetes: una que se da jóvenes delgados y que no sobreviven mucho tiempo y otra en personas mayores y obesas, que claramente corresponden con la diabetes de tipo 1 y la de tipo 2, respectivamente de nuestros días.

Durante el Imperio Romano se avanzó muy poco en la diabetes pero hay que citar a Celso, que fue el primero en aconsejar que el ejercicio físico era beneficioso para quienes lo padecían. Hay que recordar también a Galeno, que afirmó que la enfermedad era debida a la incapacidad del riñón para retener la orina.

En la Edad Media hay que recordar a Avicena, quien en el año 1000 de nuestra era hizo una descripción de las complicaciones de la diabetes poniendo énfasis en la gangrena de las extremidades inferiores y en la impotencia sexual presente en algunos casos. La Diabetes primero se registra en inglés, En la diabetes del formulario, en un texto médico escrito hacia 1425. Era en 1675 que Thomas Willis agregó la palabra ““mellitus”” a la diabetes de la palabra. Esto estaba debido al gusto dulce de la orina. Este gusto dulce había sido notado en orina por los griegos clásicos, el Chino, los Egipcios, los Indios, y los Persas al igual que evidente de su literatura.

En el siglo XVI, van Helmont señala por primera vez el carácter lechoso del plasma sanguíneo de algunos diabéticos y mucho más tarde se descubre la frecuencia con que los diabéticos mal tratados tienen aumentada la grasa en la sangre, lo que hoy llamamos hiperlipemia, colesterol y triglicéridos.

En Europa. Paracelso escribió que la orina de los diabéticos contenía una sustancia anormal que quedaba como residuo de color blanco al evaporar la orina, creyendo que se trataba de sal y atribuyendo la diabetes a una deposición de esta sobre los riñones causando la poliuria y la sed de estos enfermos.

Sin embargo, la primera referencia en la literatura médica occidental de una "orina dulce" en la diabetes se debe a Thomas Willis, especuló que la diabetes era una enfermedad sistémica de la sangre que aparecía por una digestión defectuosa que hacía que parte del alimento tuviera que ser excretado en la orina. De esta manera, aparece en la medicina occidental un hecho ya conocido por la medicina oriental más de 1000 años antes. Willis escribió que "antiguamente esta enfermedad era bastante rara pero en nuestros días, la buena vida y la afición por el vino hacen que encontremos casos a menudo..."

En el siglo XVII, Mathew Dobson (1725-1784) médico inglés de Liverpool hizo por primera vez estudios en grupos de pacientes. Después de tratar un grupo de pacientes Dobson informó que estos pacientes tenían azúcar en la sangre y en la orina y describió los síntomas de la diabetes. Dobson pensaba que el azúcar se formaba en la sangre por algún defecto de la digestión limitándose los riñones a eliminar el exceso de azúcar.

Chevred descubrió que ese azúcar que apareció en la orina era glucosa. Terminado el siglo XVIII, Rollo introdujo el adjetivo “Mellitus”. Fue Frank, en 1752, quien separó de una manera definitiva la diabetes Mellitus de la insípida. La Mellitus tiene azúcar, la insípida no. Terminando el siglo XVIII y empezando XIX, el inglés Rollo define la diabetes como una enfermedad debida a trastornos digestivos del azúcar, publicó sus observaciones sobre dos casos diabéticos, describiendo muchos de los síntomas y el olor a acetona (que confundió con olor a manzana) y proponiendo una dieta pobre en hidratos de carbono y rica en carne, con complementos a base de antimonio, opio y digital. Con esta dieta anorética Rollo observó que se reducía el azúcar en la sangre y consiguió una mejora de la sintomatología en algunos casos. Fue el primero en acuñar el término de diabetes mellitus para diferenciar la enfermedad de otras formas de poliuria. También es de esta época la observación de Thomas Cawley en 1788 de que la diabetes mellitus tenía su origen en el páncreas.

A mediados del pasado siglo, el francés Claudio Bernard realizó importantes descubrimientos incluyendo la observación de que el azúcar que aparece en la orina de los diabéticos había estado almacenado en el hígado en forma de glucógeno. También demostró que el sistema nervioso central estaba implicado en el control de la glucosa al inducir una glucemia transitoria en el conejo consciente estimulando la médula. También realizó numerosos experimentos con el páncreas desarrollando el modelo de ligadura del conducto pancreático y aunque él no llegó a atribuir a este órgano un papel endocrino, permitió a otros demostrar que con esta técnica se inducía la degeneración del páncreas exocrino manteniendo intacta la función endocrina.

En 1859, Languerhans describe unas células agrupadas en islotes dentro del páncreas. Estos estudios fueron seguidos por Laguesse, quien les da el nombre de islotes de Languerhans. Laguesse y Diamare atribuyen a estos islotes la secreción de una sustancia a la que le dan el nombre de insulina, que más tarde llamaron isletina y por último, en 1922, Mac Leod aconsejó que se llamara insulina.

En 1889, Oskar Minskowski y Josef von Mering, tratando de averiguar si el páncreas era necesario para la vida, pancreatectomizaron un perro. Después de la operación ambos investigadores observaron que el perro mostraba todos los síntomas de una severa diabetes, con poliuria, sed insaciable e hiperfagia. Minskowski observó, asimismo, hiperglucemia y glucosuria. De esta manera quedó demostrado que el páncreas era necesario para regular los niveles de glucosa y estimuló a muchos investigadores a tratar de aislar del páncreas un principio activo como un posible tratamiento de la enfermedad.

En 1922, el doctor Hill, médico y diabético, fue tratado a petición propia con toda clase de extractos, por lo que fue conocido con el sobrenombre de conejo 62 humano. Jim Havens, hijo del vicepresidente de Kodak, fue uno de los primeros diabéticos tratados con éxito, porque habiendo estado en situación precomatosa y sin poder moverse, pudo hacer una vida normal a los quince días de ponerse la insulina.

El grupo de Toronto empezó a recibir cartas de todo el mundo pidiendo insulina, pero era imposible responder a todas las peticiones porque la producción en cantidades industriales había fracasado. Después de mucho tiempo, la casa Lilli, el 30 de mayo de 1922, firmó un contrato con el grupo Toronto para que se encargara de fabricarla y distribuirla por el mundo.

A partir de aquí empezaron a tratarse diabéticos de todo el mundo. Las inyecciones dejaron de ser dolorosas y los diabéticos empezaron a inyectarse ellos mismos. Las únicas vías eficaces eran la subcutánea y la intravenosa, dejando esta última para la situación de coma. Eran frecuentes reacciones alérgicas seguramente provocadas por las impurezas. El primer diabético tratado con insulina fue Francisco Pons. España fue el primer país europeo donde se empleó la insulina a través del doctor Carrasco Formiguera. El Dr. Crogh, de Dinamarca, y su asociado Hagedorm empezaron a fabricarla en los laboratorios Nordisk. A partir de aquí, la insulina empieza a evolucionar llegando hasta nuestros días tal y como la conocemos. Aquel de aquellos que están enfermos Papiro de Ebers

Leonard Thompson, primer diabético “resucitado” por la insulina, murió un lunes de Pascua de 1932 en el hospital General de Toronto, a los 27 años de edad, después de llevar una vida normal como empleado de una fábrica farmacéutica;

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