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INTERACTUANDO CON EL ESPACIO ARQUITECTÓNICO

luis002814 de Julio de 2014

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INTERACTUANDO CON EL ESPACIO ARQUITECTÓNICO

Arq. Luis Enrique Ochoa Figueroa

“El Arquitecto debe mirar en 3D, pensar en 3D

y proyectar en 3D”

Arq. Enrique Murillo, año 1973

En primer término, me permito felicitar a las fundadoras de este nuevo y creativo espacio; a quienes tengo el placer de conocer personalmente desde las aulas universitarias de la Escuela de Diseño Grafico Anáhuac- Xalapa, ellas se carac- terizaron por ser alumnas altamente propositivas y emprendedoras, lo cual se eviden- cia en este proyecto, augurándoles gran éxito y significativa expansión.

Así, resulta muy grato participar hoy en esta edición, donde me propongo abordar una de las aristas más interesantes de la disciplina, sobre la cual Alvar Aalto expresa: “no solo cubre todos los campos de la actividad humana, sino que debe ser también desarrollada simultáneamente en todos esos campos”: La Arquitectura.

Dicha arista es: ¿Cómo lograr una adecuada interacción con el espacio arqui- tectónico? Habida cuenta del impacto que provocará en el ser y hacer del usuario y ¿Por qué no? -al lograrse una apropiada interacción- dicho espacio puede convertirse en un referente dentro de la comunidad donde se ubica.

Para acceder al tema, uno de los detonadores que vienen a mi mente, se encuentra en la expresión:“mirar-pensar-diseñar en 3 dimensiones”, rescatando así una de las más valiosas enseñanzas del maestro Enrique Murillo (en cuyo despacho de Diseño tuve el privilegio de colaborar 7 años a partir de 1972) y es que, difícilmente puede uno intentar lograr una interacción con cualquier espacio arquitec- tónico, tanto interior como exterior, si no ha sido ejercitado y desarrollado en un pensamiento tridimensional. Coloquialmente hablando, si no se tiene ese canal común de comunicación 3D entre diseñador-diseño, dudo que el espacio a crear reúna los requisitos que verdaderamente satisfagan al usuario.

El punto de partida elemental e invaluable para todo diseñador, es la perseveran- te observación en 3 dimensiones, con el inigualable don, de la Visión Periférica; sin excluir por supuesto, el gustar con nuestros demás sentidos, los elementos básicos de toda creación: forma, color, textura y elementos de relación (entre otros) y repito, ello como elemental punto de partida. El arquitecto necesita verdaderamente este ejercicio, porque de entrada nos permite –por sentido común, que por cierto “no es tan común”- ser congruentes con el mundo físico en que vivimos (tridimensional), y en consecuencia generar envolventes arquitectónicas propias y satisfactorias, cuya vigencia puede impactar no solo a la generación demandante, sino las subsecuentes.

Lamentablemente esta vital y valiosa cadena: observación-pensamiento-diseño tridimensional, no se ha instaurado con la contundencia debida entre los incipientes arquitectos-diseñadores, quizás porque arrastran la cultura del pizarrón o la hoja del cuaderno de dibujo como tablero de dos dimensiones, donde “garabatearon” desde infantes sus primeros “diseños”, pero que con el correr del tiempo, esta constante “practica bidimensional”, coarta no solo el trabajo central “ojo-cerebro”, sino también “atrofia” -coloquialmente hablando- el instrumento básico de trazo: la mano, en perjuicio significativo del espacio a crear. En virtud que no se concilia adecuadamente, el 2D dibujado con el 3D presuntamente concebido; absurdamente muchas veces ello se pretende “solucionar” en la realidad, según lo expresaba el propio Arq. Murillo -metiéndole “tramoya” a la obra- particularmente en las fachadas. Mintiendo así en la esencia del diseño, elevando costos y aun demeritando la propia estructura.

A lo anterior, y en el mejor ánimo de alcanzar un sendero hacia la adecuada integración

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