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Joseph Beuys


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  11.805 Palabras (48 Páginas)  •  321 Visitas

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Blanca Gutiérrez Galindo

ESCUELA NACIONAL DE ARTES PLÁSTICAS, UNAM

Creatividad y democracia. Joseph Beuys y la crítica de la economía política

En 1979 Joseph Beuys declaró que su proyecto artístico nació durante 1956 y 1957 como “una investigación sobre el trabajo humano. No sólo el trabajo de los supuestos artistas, en tanto que especialistas en la sociedad, sino [como] una reflexión antropológica sobre la idea de creatividad”. Del trabajo, precisó, “se desprenden los problemas de la libertad, de la autodeterminación por la creatividad, de la autoadministración, de la gestión […] Todas estas cuestiones políticas muy importantes estaban implicadas en esa cuestión de base”. También manifestó que su objetivo fue elaborar “una concepción del arte mucho más activa, en tanto que movimiento de liberación de la creatividad para escapar de los poderes que se ejercen contra los intereses del hombre”. Se trataba, según sus palabras, de un “nuevo proyecto para conducir a la sociedad en su conjunto hacia una nueva forma”.

De esta manera definía lo que había venido siendo la premisa de su programa artístico desde finales de los años sesenta: “Todo hombre es un artista”. Este programa se sostuvo en el Concepto de Arte Ampliado y en el Proyecto de la Plástica Social. El primero se proponía la superación de la condición autónoma del arte a partir de la disolución de la diferencia entre arte y trabajo, y el segundo ambicionaba la transformación del arte en lugar de agencia política ciudadana. La forma como Beuys enuncia sus metas recuerda los proyectos vanguardistas de principios del siglo XX, que con la energía creativa contenida en la institución del arte intentaron fundar una nueva vida social cotidiana o Lebenswelt. De manera semejante, Beuys ubica esta ambición como una posibilidad histórica a través de la ecuación entre creatividad y democracia. Su programa se refiere, por tanto, a la relación entre arte y procesos modernizadores en el horizonte histórico del capitalismo que parece haber barrido definitivamente con las posibilidades de una vida colectiva mejor.

En las páginas siguientes voy a sostener que al ubicar el concepto de trabajo en el centro de su “teoría plástica”, Beuys elabora una crítica de la economía política y que, no obstante haber afirmado insistentemente que la suya era una reflexión antropológica —lo cual supuestamente se basaría en la idea de la existencia de “una naturaleza humana”—, su teoría ciertamente se articula en el horizonte histórico de la Guerra Fría en torno a una reflexión histórico-crítica de la economía en sus formas capitalista y comunista. Dicho en otros términos, su teoría se refiere a la condición moderna del trabajo como trabajo alienado por la explotación en el capitalismo y la burocratización en el socialismo, en la misma medida en que se refiere a la condición moderna del arte como condición autónoma alienada de la vida social cotidiana. De esa manera su programa opera a partir de la necesaria interdependencia entre arte y sociedad.

Al concebir las capacidades humanas (Fähigkeit) como capital reprimido en el trabajo alienado, la teoría de Beuys se vincula con aquella tradición del pensamiento occidental que de Fourier a Marcuse, pasando por Saint-Simon y Marx, exploró las posibilidades utópicas del trabajo, cuya entrada en fase terminal Jürgen Habermas ubicaría precisamente al final de la década de los años setenta, cuando en Europa tenía lugar el inicio de la crisis del estado de bienestar. De esta tradición, a pesar de haber negado a su proyecto cualquier dimensión utópica, participa también el cooperativismo de Rudolf Steiner, el pensador a quien la historiografía sobre la obra de Beuys se refiere reiteradamente como el origen de sus ideas y su proyecto.

A diferencia de quienes sostienen que las ideas económicas de Beuys provienen exclusivamente de Wilhelm Schmundt —quien a su vez se habría basado en las de Rudolf Steiner—, Thierry de Duve acertó al afirmar que durante la década de los años setenta Beuys elaboró “una verdadera economía política, sobre la cual pretendía fundar su teoría de la escultura social” y afirmó los vínculos de Beuys con el pensamiento de Karl Marx. No obstante, para poder descalificar la elaboración de la economía política de Beuys procede en primer lugar a hacer una lectura del concepto de trabajo de Marx como fuerza de trabajo (Arbeitskraft), y en segundo, y en consecuencia, atribuye a Beuys la comprensión de la idea de creatividad como “la capacidad de producir en general”, como fuerza de trabajo. En ambos casos elimina la teoría del valor/trabajo y somete los conceptos principales de la economía política de Marx a una reducción semejante a la operada por el marxismo soviético en su afán de reprimir y desterrar de la teoría política la noción marxiana de alienación. Así, escribe: “Marx llama ‘fuerza de trabajo’ a esa facultad universal de producir valor, Beuys la llama creatividad. Por supuesto él no es el primero en darle ese nombre, lejos de eso, será más bien el último en poder hacerlo con convicción”. Para Thierry de Duve, el arte de Beuys, su discurso, su actitud y sobre todo lo que él considera las dos caras de su personaje, “la cara sufriente” y la “cara utópica”, son el canto del cisne de la creatividad, “el más poderoso de los mitos modernos”. Por esa razón, continúa, la frase “Todo hombre es un artista” es lo que la modernidad artística nunca dejó de prometer, de esperar, de invocar como el cumplimiento de su horizonte emancipatorio: “Rimbaud lo dijo, Novalis lo pensó. Los estudiantes del 68, en París o en California, en Düsseldorf alrededor de Beuys, lo clamaban todavía y lo escribían sobre los muros. Su significado es el mismo desde los románticos alemanes: ‘la imaginación al poder’. Eso nunca se convirtió en realidad, al menos en ese sentido”.

Como se ve, De Duve reduce el concepto de creatividad a una sola de sus posibilidades interpretativas: aquella que en el romanticismo representó la promesa de democratizar el arte en razón de que, “potencialmente”, todo hombre puede ser un artista en el sentido tradicional de ejercer alguna de las bellas artes. Pero la ecuación de Beuys es la opuesta: el ser humano es un artista por el sólo hecho de serlo, de su pertenencia al género humano y, por ello, de ser capaz de actividad práctica. La afirmación “Cada hombre es un artista” (Jeder Mensch ist ein Künstler) no se refiere al ámbito de lo posible, sino al de lo real, y es ahí, precisamente, donde aparece la necesidad de explicar las razones por las que si todo hombre es un artista, en la

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