Justicia Comunitaria
MirnaCarrillo3 de Mayo de 2012
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INTRODUCCION
América Latina, la Patria Grande con esencia afro/mestiza/amerindia, que para el insigne José Martín fue "Nuestra América", se caracteriza por ser hoy un continente ensimismado en su extranjerizante vida mercantil y fría, enajenado de su identidad y proclive a ser escenario de las consecuencias más crueles que la crisis de civilización provoca. Forma parte de un contexto mundial en el que no solo dos de cada cuatro seres humanos presentan estado de "pobreza critica", sino que la exclusión es de cuatro seres humanos por cada cinco. Es esta exclusión, la prueba más palpable de que la injusticia es la esencia del sistema neoliberal actual a niveles planetarios. Y, para ilustrar con un dato concreto, vale citar la situación de America, reflejada en los datos de una reciente investigación: el 20% más rico de los hogares concentra el 61% del ingreso per cápita, y el 20% de los más pobres sobrevive con sólo el 3.6% del ingreso. El 78% de la población sobrevive con menos de dos dólares diarios.
El respeto a los Derechos Humanos tiene carácter universal. Se impone entonces, hoy más que nunca, como demanda necesaria, para favorecer a los sectores más desprotegidos de la economía. Entre esos sectores carentes de protección, surgió uno que como categoría de análisis se denomina como excluidos y excluidas, por cierto, creada como efecto más de la reflexión teológica que de la filosóficas. Esa categoría es ya parte integrante de la Ética y la moral en general y, por ende, de la Ética Profesional.
Las personas, especialmente quienes no padecen el desempleo y que aun cuentan con el "privilegio" de poder acceder al conocimiento de la realidad de manera sistematizada, para aportar ya sea en la docencia, en la investigación o cualquier otra forma de servicio intelectual con sus capacidades al desarrollo social, no pueden, ni deben, ser indiferentes a la realidad en que se desempeñan. El ejercicio profesional particularmente el del nivel superior si no quiere quedar como una acción en abstracto, "por encima" de la sociedad en que se practica, tendrán que incluir, inevitablemente, dentro de los principios de su ética, una praxis de solidaridad con las mujeres y los hombres excluidos del sistema económico.
En otros tiempos, esa realidad contextualizada en que se ejercita el trabajo particularmente el vinculado con la educación superior, contaba en su haber con el fenómeno visible y palpable de la exclusión. Entonces, si las personas en un ejercicio consciente y consecuente con las demandas de lo real, indubitablemente sus principios éticos y morales tendrán que estar orientados a la solidaridad, con los sectores excluidos, de acuerdo, con las posibilidades que cada campo de la profesión presente. Y, porque no, más allá de esas condiciones, resistiendo, para producir cambios.
A estas alturas de los acontecimientos históricos, los Derechos Humanos, la Democracia y la Ética son elementos integrantes de un mismo proceso, por cuanto no se puede separar uno del otro so peligro de errar en la justa concepción de cada uno. Es nada nuevo, por ejemplo, aceptar que sin Democracia, no hay posibilidad de una acción ética de respeto a los derechos del ser humano. Pero, también es muy cierto que sin el respeto a los derechos de los hombres y mujeres que conforman una sociedad, ésta no podrá ser auténticamente democrática y en consecuencia, será ajena a los requerimientos éticos que exige una conducta moral. Hechos abundan en todos los países de América Latina y del mundo ungido con los poderes del hegemonismo neoliberal, para ilustrar lo que se asevera.
Esos tres componentes de la vida social: Derechos Humanos, Democracia y Ética son hoy por hoy, como categorías de reflexión, tiernos paradigmas de una filosofía (elaborada y practicada por intelectuales/profesionales) que pervive en la búsqueda de la justicia, para que se garantice la vida dentro de los marcos plurales de la civilización. Una filosofía de la praxis humanística de solidaridad e ínter solidaridad entre personas y pueblos. Una filosofía, que preocupada por la crisis civilizadora de los espacios de este siglo recién nacido, busca superar viejos esquemas, para lograr el derecho a disentir.
El objetivo principal: explicar porqué los Derechos Humanos deben considerarse un imperativo ético, para el ejercicio de la solidaridad que debemos mantener con las y los excluidos del sistema económico social. Para su alcance, se especifica en otras metas más inmediatas como: A) Identificar qué se entiende por Derechos Humanos y porqué son elementos fundamentales de la ética de la solidaridad; B) Explicar a qué se denomina excluidos (as) del sistema económico-social; C) Determinar cuál es su situación en la sociedad actual haciendo mención de algunos de los grupos más característicos dentro de la exclusión y D) Indicar porqué la Justicia Social auténtica, debe estar sustentado en una ética de solidaridad con esas personas signadas por la exclusión.
FUNDAMENTOS ETICOS SOBRE LA SOLIDARIDAD
Muchos son los datos históricos que podrían mencionarse, para fundamentar cómo el ser humano ha concebido sus derechos desde que éste tuvo conciencia de que se le violaban en función del irrespeto a su dignidad humana en el marco de las relaciones sociales. Y, como consecuencia de su evolución histórica, también son
distintas las definiciones que de ellos se han vertido a través de los tiempos.
Hay derechos individuales, políticos, jurídicos, sociales, civiles, colectivos, económicos, de respeto a la vida y al entorno natural, etc. Tantos y tan variados son, que se ha dado en clasificarlos, según su desarrollo histórico, como: de la primera, segunda y tercera generación. Porque la existencia de los hombres y mujeres cuya libertad y dignidad es el fundamento de los Derechos Humanos, naturales y legislados transcurre en un medio tanto natural como social, que se va desarrollando a través del tiempo, estableciendo diferencias de relación entre las personas. Su efecto se traduce también en la producción del crecimiento del número de derechos a demandar o proclamar.
En ese entorno natural y social, el devenir de los derechos humanos, se verifica en concordancia con la interrelación entre los seres humanos y de estos con el medio ambiente natural o geográfico. Por eso, no han permanecido sin evolucionar en cuanto a las demandas por su respeto irrestricto (o involucionar, como se percibe en la actual
postmodernidad en relación con muchos valores morales en decadencia por causa de un "progreso" desigual, que mantiene a los países empobrecidos sumidos aún en la premodernidad).
La particularidad de los Derechos Humanos, dependerá de las especificidades en que se estén desempeñando los individuos, para quienes se están analizando, demandando, reclamando o simplemente declarando en función de favorecer el respeto a su condición de miembros integrantes de la especie humana. Es un principio fundamental de los Derechos Humanos, entonces, concebirlos con carácter de universalidad, para todas y todos los seres humanos, sin diferenciaciones genéricas y generacionales; étnicas, políticas, económicas y/o culturales. Porque, si poseen carácter universal, tienen aplicabilidad para la especie humana toda. De tal manera que no se estará falseando la verdad si se asegura que los Derechos Humanos no sólo son la garantía de una conducta ética de respeto mutuo entre las personas, sino son base de la solidaridad la ínter solidaridad, de que habla entre individuos particulares y entre pueblos y comunidades.
La solidaridad es esa conducta, esa manera de actuar de los seres humanos, en que anteponen y/o colocan en un mismo plano sus intereses exclusivamente individuales con los intereses de sus semejantes. Una praxis de solidaridad es aquella práctica que fundamentada en una ontología justa y real del ser humano, impele a la voluntad individual y colectiva, para buscar conscientemente la solución a los problemas de los demás. El "otro" y/o la "otra", es "nuestro (a)" prójimo. La solidaridad es una conducta moral que fundamenta la fraternidad y la intercomunicación sin discriminaciones.
Si la conducta ética es aquella que permite a las personas comportarse de manera tal que sus actuaciones no dañen a sus semejantes, puede concluirse en que la filosofía de los Derechos Humanos, es esencialmente ética, porque permite el desarrollo de la solidaridad.
Precisamente, el hecho de que todas las grandes declaraciones sobre Derechos Humanos se hayan elaborado en épocas de profundas transformaciones sociales, luchas políticas, evoluciones y revoluciones en el seno de la sociedad, significa que, aún en medio de guerras, persecuciones políticas, ideologías fascistas, nacionalismos exacerbados, luchas de clases, movimientos contrarrevolucionarios, etc., siempre han surgido con su humanista presencia, instituciones, personalidades y/o grupos, que han optado por el recurso ético de la solidaridad, para garantizar (legislando o demandando organizadamente) el reconocimiento y respeto de la dignidad de mujeres y hombres.
Verbigracia, las enseñanzas contenidas en los Evangelios de Jesucristo; la Declaración francesa (por efecto de la gran revolución de 1789), que emerge con el título de "Declaración de los Derechos del Hombre" (aunque ésta haya por la natural transformación del sistema capitalista, revertido la concepción de esos derechos, en abusos de explotación
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