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LA CORRUPCIÓN EN LA GESTIÓN PÚBLICA. CRISIS ÉTICA EN LA GESTIÓN PÚBLICA


Enviado por   •  18 de Mayo de 2014  •  6.181 Palabras (25 Páginas)  •  272 Visitas

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LA CORRUPCIÓN EN LA GESTIÓN PÚBLICA.

CRISIS ÉTICA EN LA GESTIÓN PÚBLICA

Cuando investigamos sobre la moral pública encontramos que ha sido tratada desde siempre por los investigadores del derecho. Previo a su concepto nos parece interesante transcribir la descripción que con gran sentido literario ha efectuado en el siglo pasado Rico y Amat citado por el profesor González Pérez (2).

“Señora extraviada en la Corte cuyo paradero se ignora, por más que se ha ofrecido un hallazgo al que la presente. Los que más aparentan buscarla le cierran la puerta cuando se presenta en sus casas, y, aburrida de tanto desprecio, dicen que va peregrinando ahora por los pueblos pequeños, acompañada de su hermana la justicia tan despreciada como ella : Probablemente tendrán que emigrar pronto de España si no quieren morir de una sofocación”

Pero más que el concepto en realidad nos preocupa el ejercicio de la moralidad pública, que pese los ríos de tinta vertidos, es una cuestión que no ha sido ni es fácil de resolver. La temática tiene un tratamiento complejo, su estructura funcional abarca los comportamientos individuales, comportamientos sociales y otros elementos esenciales que hacen al propio Estado de Derecho, como el ordenamiento jurídico, la política y la democracia. Por ello aportar soluciones útiles no es fácil.

Pensemos primero en los comportamientos individuales. Ningún proceso de asociación se realiza en abstracto, detrás de cada institución se encuentran seres humanos con sus propias conductas, sus propios valores, pero también ese individuo responde a un grupo social en el que se encuentra inserto, donde existen otros parámetros que deben compatibilizarse para que las nuevas formas integradas funcionen correctamente. El efector a considerar entonces es el hombre en sus dos roles como individuo y como miembro de la sociedad. ¿Qué pasa con él ?

El hombre de hoy está confundido, aparece perdido en la maraña de sus propias proyecciones, tiran de él miles de riendas simultáneas: el deseo de éxito, la ambición económica, la celeridad de mantenerse sincronizado con un mundo que todo lo consume, la angustia de su temporalidad y un recóndito reservorio de valores que pugnan por salir frente a una realidad que los rechaza. Es difícil parar, reflexionar y decidir y hacer brillar la moralidad en su conducta.

Si lo es para adentro lo es para afuera y esto afecta al fenómeno social que a su vez trae una carga propia de obstáculos .

Dentro de éste campo social encontramos al Estado, donde está inserta la función pública. La persona jurídica pública Estado tiene también una serie de componentes que sin perjuicio de unificarse para funcionar poseen identidad propia.

Encontramos una estructura organizacional diversificada, políticas públicas internas y externas no siempre coincidentes, un ordenamiento jurídico a veces compatible y otras no, una cultura diferente, intereses económicos y políticos encontrados y nuevamente hombres, pero aquí con una peculiariedad, son detentadores de una porción del poder público, lo que los hace diferentes y como más alejados del ejercicio de la moral que a cada paso pregonan.

En este análisis no debemos olvidar el sistema sobre el que se asientan, el Estado de Derecho.

Anotado lo anterior, pasamos ahora a tratar lo referente a la ética, lo cual empezamos con la la definición de Gómez Robledo: “La ética es la filosofía práctica, pero no es práctica porque contenga una serie de preceptos concretos sobre la conducta humana, no porque sea una casuística sobre que es hoy más o menos lo que entendemos por moral sino porque siendo tan especulativa como la primera su especulación tiene por objeto la actividad del hombre enderezada a la realización de valores morales o dicho de otro modo a la consecución del bien específicamente humano”. (vid. “Ética Nicomáquea”. “POLÍTICA DE ARISTÓTELES”, Editorial Porrúa México 1996)

Etimológicamente ética deriva del vocablo griego ethos, que significa costumbre. Moral a su vez viene del termino latino more que significaba también costumbre, de allí las confusiones que se presentan en el uso de los vocablos.

El hombre posee razón, voluntad y libertad, soporte en el que se apoya la ética. Al ser inteligente y libre es forzosamente moral y aún si atendemos a su constitución veremos que es ético - social.

La ética se desarrolla dentro del campo subjetivo, el principio ético aplicado en tal forma establece un orden de necesidades positiva y negativas que es cabalmente el deber ( moral). La antítesis se da entre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer siempre dentro del sujeto mismo.

En el segundo caso se establece una consideración objetiva del obrar y en correspondencia, con los términos cambiados de la relación varía también la forma de las normas de conducta. La relación de la compatibilidad entre acto y acto se dibuja con perfiles distintos, a la acción ya no sólo se opone la omisión (por el mismo sujeto) sino el impedimento (por parte de los otros). El principio ético se transforma en una coordinación objetiva del obrar y entramos al campo del Derecho.

Sin embargo, en el proceso de difusión aparecen obstáculos puestos en juego tanto el emisor como el receptor, pareciera como que no se desea internalizarla. La ética se ha convertido en una imagen virtual. El vigilante interno encargado del velar para que se cumplan los llamados valores o virtudes morales, esta durmiendo, tal vez cansado o sino dopado con los sedantes del engaño. Por ello la ética permanece dibujada en el interespacio diario, pero sin posibilidades de acción directa y real sobre la conducta.

Ahora bien ¿qué camino podemos tomar para alcanzar la verdad moral ?. Hay dos grandes posiciones, por un lado la “Teoría de la Justicia” que se apoya en presupuesto formales del razonamiento práctico individual para la caracterización de la verdad moral y por el otro a encontramos a Habermas que parece sostener la tesis de que la verdad en materia moral esta constituida por el consenso que efectivamente se obtiene de una discusión intersubjetiva real constreñida por la regla de la imparcialidad .

Sin embargo, la sociedad actual no parece interesarse por ninguna de las dos posiciones, nadie aparece preocupado por estas cuestiones. Y esto es grave.

No observamos movimientos que busquen cual es la verdad moral ni ejercitando el razonamiento práctico individual para obtener los presupuestos formales, ni tampoco buscando el consenso a través de la discusión intersubjetiva real e imparcial, y si no hay interés en lograr su conocimiento menos puede existir en aplicarlo.

Pero

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