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LA MODA EN COLOMBIA A TRAVÉS DE LA HISTORIA


Enviado por   •  2 de Octubre de 2013  •  Tesis  •  2.284 Palabras (10 Páginas)  •  279 Visitas

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LA MODA EN COLOMBIA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

En la Conquista:

Según los diarios de Cristóbal Colón, las indias andaban desnudas, se pintaban la cara y el cuerpo y se adornaban con elementos de origen animal como plumas, huesos, escamas, dientes y conchas, al igual que piedras pulidas o piezas de oro.

-Se decía que las indias que vivían en las costas llevaban vestidos que las cubrían íntegramente como defensa ante las plagas de zancudos y, en ningún momento, para tapar su desnudez.

-Según Cieza de León en sus Crónicas Peruanas, el traje de las mujeres pastos, en el actual Nariño, "era una manta angosta a manera de costal en que se cubren de los pechos hasta la rodilla y otra manta pequeña encima que les viene a caer sobre la larga, todas hechas de hierbas".

-El mismo autor escribió que en el Urabá colombiano "las mujeres andan vestidas con mantas que les cubren de las tetas hasta los pies", y en la tribu de los Gorrones, en el Cauca, "indias e indios se colocaban maures que les tapaban la delantera". Y añadió también que las tribus chibchas eran especialistas en el arte del tejido.

En la Colonia:

En el siglo XVII, era muy apreciada la ropa venida de España porque, sin importar su gran valor, tenerla significaba prestigio. Incluso se dice que muchos indios principales intentaban vestirse como españoles.

-En 1719, cuando se había creado el Virreinato del Nuevo Reino de Granada, la moda dictaba la costumbre de imitar a Francia. Joaquín Posada Gutiérrez escribió, que las matronas llevaban "rica basquiña de seda, tontillo, camisa pechona de fina batista guarnecida de triple arandela de riquísimos encajes de Flandes, faja de galón de oro de dos pulgadas de ancho, ciñendo la cintura, abrochada con hebilla de oro esmaltado o cincelado, y babuchas de lama de oro o de plata".

-Fray Juan de Santa Gertrudis describe el traje femenino en Cartagena en 1756 como "una camisa con labores de seda de colores y que es de hilo de oro y de plata también, formando un cuello de tres dedos de ancho, y a la caída de un lado y de otro un cuadrado que llaman pechitos Y en las faldas un encaje de cuatro dedos de ancho. Sobre la camisa con las mangas sin puños anchas, con los remates de encaje, visten un fustán de bretaña y alrededor un encaje o fleje, uno y otro con juntas".

-A finales del siglo XVIII, según este autor, se usaba "traje largo, estrecho, talle alto y manga corta, llamado a la María Luisa, por María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, relegando el tontillo pero llevando el rico pañuelo de batista en una mano, el abanico de plumas o de cabritilla en la otra". Este recibía el nombre de Traje Imperio porque fue creado en las cortes de Napoleón y difundido principalmente por su esposa Josefina de Beauharnais. Al reducirse el tamaño de las faldas se hizo necesario el uso de calzones y, hacia 1811, el del sostén.

En la Independencia:

Los criollos neogranadinos, a partir de la Independencia, asumieron el cambio de vestido como una expresión de su ideología. Aunque se seguían usando los peinados altos y los viejos trajes de tisú, muchas mujeres, según las Crónicas de Bogotá de Pedro María Ibáñez, "se cortaban el pelo y se levantaban la ropa hasta cerca de la rodilla ".

-Las mujeres neogranadinas de clase alta después de la Independencia lucían para diario un traje catalogado como outré y descrito en sus Memorias por el europeo Boussingault que vino al país después de la Independencia, como "un rebozo (mantilla) de material azul, falda de bayeta que es una tela de tejido liviano fabricada en el país y un sombrero de fieltro parecido al de los hombres". Este traje sería el que daría origen al vestido nacional. La única diferencia entre clases era que las inferiores no llevaban calzado.

-El mismo autor reseñó que los vestidos de las damas de clase alta eran, al igual que la educación y las costumbres, iguales a los de la España de la Edad Media. Eso es, en palabras de José Caicedo Rojas, "una mantilla azul o negra, de paño con un ancho sobrepuesto que cubría la cabeza, sujetándose quién sabe cómo el peinetón del cual engarzaban también un sombrero negro de forma redonda y de ala muy ancha. La mantilla caía sobre los hombros; dejando libres los globos de las mangas y cubriendo la espalda como una cortina cuyas puntas venían al pecho. De la cintura abajo las cubría una enagua de género de lana negra que llamaban alepín y que adornaban abajo con canutillos Quedaba, pues, descubierto el tocado de la cabeza, los pendientes de oro o de piedras preciosas que les colgaban de las orejas, y los collares con que se adornaban el cuello ".

-Las camisas variaban según el clima, pero siempre tenían encajes y flores bordadas a mano y el largo de la manga variaba del hombro al puño. Las medias eran de algodón de vivos colores o bordadas, sostenidas con ligas y zapatos de cordobán estilo chinela, sobre los que, para salir de lugares húmedos o lluviosos, se ponían unos chapines. Este calzado se usaba en España y se caracterizaba por no tener puntas ni talones, pero sí plataformas en corcho de 15 a 20 centímetros, por lo general, se denominaba alcorque, pantufo o coturno y pasó a ser calzado de lujo cuando se le añadieron piedras preciosas y bordados de seda, oro y plata.

-Durante las dos primeras décadas de este siglo, las mujeres siguieron usando un atuendo que, desde el siglo XVI, había cambiado muy poco. Fue solo después de la In dependencia, con la inmigración por parte de países europeos distintos a España, que empezaron a desligarse del régimen colonial gracias a la llegada de lo último en moda romántica: la falda subió para permitir ver los zapatos de cabritilla y las medias, y luego volvió a bajar y se pasó al uso de botas. Las telas preferidas eran transparentes como el organdí, y la muselina en colores como blanco rosado, violeta y celeste y, hacia 1830, los estampados escoceses y el color rojo vivo.

-Se acostumbraba a que la devoción o la necesidad de un favor divino hicieran que muchas mujeres, recibiendo por ello el nombre de beatas o piadosas, vistieran un traje parecido a un hábito que, conocido con el nombre de hábito o vestido monjil, consistía en un vestido de paño de color café ajustado a la cintura por una larga correa de cuero negro cuyo extremo colgaba hasta el borde de la falda, una mantilla de paño

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