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LA OFRENDA QUE LLORA


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2017  •  Informes  •  2.370 Palabras (10 Páginas)  •  202 Visitas

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LA OFRENDA QUE LLORA

Integrantes:

Hernan Marca Cotrado

Christopher Rojas Chambi

Facultad de teología

 Universidad peruana Unión

hernanmarca@teologia.edu.pe

Christopherrojas@teologia.edu.pe

RESUMEN

Las ofrendas, a diferencia de los diezmos, es reducida; posiblemente debido a la creencia popular respecto de su supuesta importancia menor en comparación con el diezmo y también la actitud del ofrendante al ofrecerla. En esta investigación abordaremos el versículo dos del capítulo veinticinco del libro de Éxodo, el cual desarrolla la construcción del Santuario para analizar la actitud que tuvieron los israelitas al momento de ofrendar. Concluyendo que sólo son aceptadas las ofrendas voluntarias, sin ninguna imposición externa.

Palabras clave: dar de corazón, habla, ofrenda, voluntario

ABSTRACT

The offerings, unlike tithing is reduced; possibly due to the popular belief about his alleged minor compared to the tithe and the attitude of the offerer to offer it. This research will take the verse two of chapter twenty of Exodus, which develops the construction of the Sanctuary to analyze the attitude that took the Israelites at the time of giving. Concluding that are accepted only freewill offerings, without any outside imposition.

Keywords: give of heart, talk, offering, voluntary

Introducción

Ofrenda: acto por el cual se presenta algo como expresión de adoración a Dios, aquello que se entrega.[1] Puede ser un sacrificio, un objeto, un bien, u otra cosa que - para quien hace la  ofrenda - tenga valor. Algunos distinguen entre  ofrenda  y diezmos. El segundo representan la décima parte de lo que se produce o gana. La Torá establecía que “la simiente de la tierra” (cosechas), “el fruto de los árboles”, las vacas, y las ovejas (Lv. 27.30–32) se debían diezmar[2] y la primera se refiere a montos extras que se dan en respuesta a bendiciones de Dios. En las iglesias evangélicas las ofrendas  se utilizan para el sostén de su programa evangelizador misionero, siendo motivo de orgullo y alegría al ser partícipes directos del sostenimiento sus propios cultos a través de sus ofrendas voluntarias.[3] Esta realidad se distingue diametralmente con la  Iglesia Apostólica Católica y Romana, pues en muchos países de  América Latina recibe sostén o algún tipo de subsidio de parte del Estado.

Desde tiempos bíblicos la ofrenda ha sido una forma de adorar a Dios, en diferentes culturas se ha constituido en un reconocimiento de adoración y gratitud. No obstante, en la iglesia de hoy en día ha perdido considerablemente su relevancia, y en efecto, se ha distorsionado la actitud correcta con la cual se debe ejecutar esta acción.

¿Qué es lo que a Dios más le importa en cuanto a ofrendas se refiere? ¿Será la cantidad o la actitud del oferente? ¿Será que basta con cumplir y eso es suficiente sin importar las actitudes del corazón? Y más importante aún: ¿habrá condiciones dadas por Dios para las ofrendas? Preguntas que en este estudio se dará respuesta  a la luz de un análisis exegético  de Éxodo 25:2.

La ofrenda por compromiso

Quizá te hayas preguntado como miembro de iglesia: ¿es una orden ofrendar o es voluntario? Por un lado se puede pensar que sí es una orden directa de Dios no podría ser algo voluntario, puesto que no habría opción ya que Dios lo ordena. Por otra parte, ¿cómo podría ser una ofrenda voluntaria solando sí es una orden divina? Son algunas preguntas que se irán descubriendo en este artículo.

“Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda”. (Éx 25:2)

En este versículo se puede notar que hay una orden Divina para su pueblo. Esto es evidente ya que el verbo inicial usado en este versículo está en imperativo, lo cual implica que es una orden, y cada vez que se utiliza este verbo דָּבַר. “palabra”[4] en el Antiguo Testamento está relacionado directamente con Dios y una orden.

Este verbo tiene otra particularidad, se encuentra en inflexión Piel,[5] lo cual implica que esta orden tiene mayor énfasis; pudiendo ser entendido como “pregona fuertemente”. No cabe duda que definitivamente es un mandato directamente dado por Dios.

Es importante recordar la frase “de todo varón que la diere de su voluntad” (Éx 25:2) pues esta frase pareciera discrepar de la orden de Dios que anteriormente analizamos ¿Cómo una orden Divina se convierte en algo voluntario? La respuesta es que el mismo pueblo es obediente a Dios voluntariamente: “y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho. (Éx 24:3)”. Utilizando aquí el mismo verbo “dabar”, aun se confirma en Ex 24:7; sin embargo Dios da una promesa a su pueblo si ellos guardan sus dichos: Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren. (Ex 23:22)  pero el pueblo amaba y respetaba a Dios debido a las cosas que Dios había hecho por ellos hasta ese momento. Cómo dice Nichol:

Es digno de notar que Dios llamara la atención a las anteriores pruebas de su amor antes de revelar su ley. Así podía ganar la confianza de ellos; así podía robustecer su fe en él y animarlos para cumplir su voluntad. Él les daba confianza en las bendiciones del futuro mediante las bendiciones disfrutadas en el pasado. Lo que Dios había hecho por Israel al libertarlo de Egipto, al guiarlo a salvo a través del mar Rojo y al darle el maná, era una garantía de lo que haría todavía para él si permanecía siéndole fiel. Sin esta seguridad, los terrores del Sinaí difícilmente habrían sido soportados.[6]

El pueblo obedece a Dios de todo corazón por las maravillas que Él ha hecho en sus vidas, aun así el mismo le promete bendiciones a la obediencia. La obediencia es producto del agradecimiento a Dios. Y Dios se deleita en la obediencia de su pueblo.

El devolver la ofrenda voluntariamente tiene un significado de reconocimiento por las cosas que hace nuestro Dios en nuestras vidas. Dar voluntariamente tiene mucha importancia para Dios. Ellen G. White afirma lo siguiente:

Todo lo que hacemos debemos hacerlo voluntariamente. Debemos llevar nuestras ofrendas con gozo y gratitud, diciendo al entregarlas: De lo recibido de tu mano te damos voluntariamente. El servicio más costoso que podamos prestar resulta insignificante cuando lo comparamos con el don que Dios hizo a nuestro mundo. Cristo es un don cada día. Dios lo dio al mundo y benignamente toma los dones que ha confiado a sus instrumentos humanos para el adelantamiento de su obra en el mundo. En esta forma mostramos que reconocemos y aceptamos que cada cosa pertenece a Dios, en forma absoluta y total.[7]

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