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LA POLITICA Y LA REFORMA AGRARIA

angie123456clave25 de Marzo de 2014

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LA POLITICA Y LA REFORMA AGRARIA

Ing. Agr. Guillermo Gallo Mendoza et al.

Buenos Aires, agosto 31 de 2006

INDICE

TEMAS Pág.

A Modo de Introducción 1 a 3

Condiciones que fundamentan la necesidad de una Reforma Agraria Integral 3 a 4

Tipos de Reformas Agrarias implementadas hasta fines de los años 60, del Siglo XX

4 a 7

Las Reformas Agrarias desde los últimos años de la década de los años 60 7 a 9

Breve síntesis de la Cuestión Agraria en Argentina 9 a 20

Argentina, Siglo XXI: Sugerencia de Política Agraria

* A modo de Introducción

* El Significado de “La Marcha al Campo”

* Lo que la Constitución Nacional de 1994 posibilita

* Estimación de los tiempos requeridos para la implementación de “La Marcha al Campo” 20 a 44

ANEXOS:

1. Información asumida en las estimaciones del Costo del Programa

2. Tipo de Organización al interior de las Unidades Asociativas Cooperativas

3. Aproximación a la estimación del costo del Programa

4. Sugerencia Bibliográfica 44 a 52

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Antes de referirnos específicamente a casos específicos de Reforma Agraria en la Región, creemos necesario definir que entendemos por Reforma Agraria, aunque sesgada por referencias al caso nuestro, el caso Argentino, y a casos de los Países de la Región.

Si la pregunta respecto a que se entiende por Reforma Agraria estuviese dirigida a numerosos profesionales del agro, incluyendo en ello a los no muy numerosos economistas que incursionan en el sector, lamentablemente todavía muy parcialmente y con visión fragmentaria, seguramente, de la mayoría de ellos escucharíamos respuestas semejantes a la predominante en los años de la segunda mitad del siglo XX, en parte de cuyas décadas hablar de reforma agraria estuvo casi de moda, pero solo de hablar y por moda. Las respuestas, palabras más, palabras menos, dirían que se trata de la adecuación del uso de los factores de producción agropecuaria para aumentar la eficiencia de éstos.

Pero si la pregunta se formulara a algunos terratenientes inteligentes, que sin duda los hay, seguramente responderían diciendo que se trata de modernizar las actividades productivas, introduciendo maquinaria, insumos, cambios en los manejos culturales y en la gestión en general, como hacen ellos.

En cambio, si la pregunta fuera efectuada a políticos, parte de los que se animaran a contestar la pregunta, dirían seguramente que se trata de poner en marcha proyectos de colonización y servicios complementarios, usando para ello parte de la tierra de propiedad fiscal, sin responder a que parte de la superficie se refieren y bajo que régimen de tenencia debería implementarse; otra parte, la de los más audaces, responderían que significaría reglamentar adecuadamente el persistente, aunque tratado como “invisible”, artículo 14 bis de la Constitución Nacional , claro está que cumpliendo a rajatabla lo establecido por el artículo 17 de la misma Constitución ; mientras que otros repetirían que se trata de concretar el principio de que tierra debe ser para quien la trabaja, pero sin aclarar demasiado si tal afirmación abarca solo a los actuales propietarios de ella, o si también incluye a los actuales productores bajo forma de tenencia “no propietario”, así como a los potenciales beneficiarios de las acciones implícitas en la afirmación, es decir, a los que forman el contingente de los minifundistas “expulsados”, y a la población “expulsada” de otros sectores de producción y de servicios, que aspiran a instalarse como productores agropecuarios. Por supuesto, muy pocos abundarían en afirmaciones respecto a la necesidad de terminar con el latifundio improductivo, socializando la tenencia de la tierra. Por su parte, algunos empresarios industriales se manifestarían de acuerdo con una reforma agraria que incrementara la demanda de maquinarias, equipos, insumos, etc., posibilitando así el crecimiento y fortalecimiento de sus negocios.

Otras definiciones dicen que los puntos esenciales de una reforma agraria son:

• la expropiación de todos los latifundios, y

• el reparto gratuito de la tierra entre los campesinos.

Solon Barraclough (+) dice que hay tres objetivos implícitos en el concepto de Reforma Agraria:

• una mayor igualdad social;

• la redistribución del poder político, y

• un mejoramiento en el funcionamiento económico.

Por su parte, el economista sueco, Gunnar Myrdal sostuvo que “las reformas agrarias tienen su significado en el plan nacional, no solo como precondición para levantar la productividad agrícola, sino primordialmente como una manera de quebrar los fundamentos de la vieja estructura de clases de una sociedad estancada”, por consiguiente, al igual que Barraclough, también se refiere implícitamente a causas y consecuencias.

Sobre el tema, el profesor J. K. Galbraith expresó que “de hecho, una reforma agraria es un paso revolucionario; transmite el poder, la propiedad y la condición social, de un grupo de la comunidad a otro”. Por consiguiente, también se refiere a ella en un contexto en el que se reconocen causas y se suponen consecuencias.

¿Qué tienen en común todas las respuestas supuestas en el ámbito nacional?

Obviamente, el hecho de que no tienen en cuenta el problema de fondo, es decir, el problema al que debe dar respuesta una reforma agraria integral, asumida como un instrumento de política para contribuir en la concreción del objetivo de Justicia Social.

CONDICIONES QUE FUNDAMENTAN LA NECESIDAD DE UNA REFORMA AGRARIA INTEGRAL

Barraclough identificó las siguientes condiciones:

• La estructura de la tenencia de la tierra. Esta condición implica que una reforma agraria es necesaria en los países donde existe una muy desigual distribución de la tierra; desigualdad que en el caso de prácticamente todos los Países de América Latina es demasiado evidente, formando parte de un proceso sostenido de concentración, con expulsión de población de los predios y de los pueblos rurales, ya que la función histórica de estos últimos fue la de brindar servicios directos (bancarios, comunicaciones, comercio, instrucción, salud, entre otros) a la población involucrada directamente en la producción agropecuaria.

• La pobreza rural. Barraclough consideraba que ésta era la segunda condición necesaria para la implementación de una reforma agraria, en especial en las áreas rurales lindantes con la riqueza. En el caso de prácticamente todos los Países de la Región, esta condición se encuentra significativamente presente. Basta con dirigir la vista a partir de los límites de las concentraciones urbanas, o con efectuar una lectura comparativa de los resultados de los últimos Censos Agropecuario y Censos de Población, o con analizar las causas y consecuencias de la persistente migración rural → urbana y rural → rural.

• El fracaso de la distribución de beneficios económicos. El mencionado autor denominaba así al estancamiento económico de las masas de población rural. En el caso de nuestros Países, se trata no solo de la población que aun persiste en el medio rural, sino también de la población rural que fue literalmente expulsada al medio urbano, pasando en su mayor parte a integrar los cinturones de pobreza en este último. En términos globales, puede identificarse esta condición determinante de la necesidad de implementar una reforma agraria, con la sostenida e injusta, e injustificada ampliación de la brecha existente entre los ingresos de la población más rica (primer decil) y la de los de la población más pobre (sumando en este estrato a la población de los últimos cinco deciles), estimada en el caso de algunos de los Países de la Región en una relación de 40 a 1.

• La inestabilidad política y social. Barraglough consideraba que, obviamente, la existencia de las tres condiciones necesarias antes mencionadas, por sí determinan la necesidad de una reforma agraria. Muchos argumentarán que esta condición no se presenta con rasgos bien definidos en muchos de los Países de la Región, no obstante la innegable presencia de las tres condiciones anteriores. Claro que a los que sostienen esta posición habría que recordarles las secuelas lógicas y obvias del pasado de terror, engaños, traiciones, etc., que dominaron el escenario político en prácticamente la mitad de las décadas del siglo XX.

A dichas condiciones necesarias, aunque a todas luces no suficientes, Barraclough incorporó otra que agrega a las mencionadas el carácter de suficientes. Ella es:

• El catalizador. Barraclough identificaba como catalizador a una personalidad que cumple en unos casos la función de estadista y en otros casos de revolucionario, pero en ambas situaciones acompañado por la mayoría de sus respectivos pueblos. Pero hoy, en tal sentido, la función de catalizador deberá necesariamente ser cumplida por una organización capaz de contener en su dimensión a sectores identificados con un Nuevo Proyecto Nacional, definido en un horizonte de largo plazo para transitar exitosamente el siglo actual, formando parte de un conjunto de Países políticamente integrados, y contribuir a la preparación de un escenario nacional y regional fortalecido y adecuado a las exigencias generadas por las relaciones multipolares supuestas para la segunda mitad del siglo actual, y el posterior

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