La Cultura Y Los Negocios

INFOME DE LECTURA: CULTURA Y ECONOMIA

La lectura del texto formulado por Pierre Sauve, los retos en juego, relata las ventajas y desventajas de la creciente dicotomía entre la cultura como producto de y para la economía y la cultura vista como un producto social que promueve el conocimiento y la interacción entre las sociedades sumergidas en el mundo globalizado. De la misma manera, permite establecer que la cultura es un factor determinante en el proceso de globalización, ya que es precisamente en la búsqueda de satisfacer cada una de las tendencias y gustos de las personas que habitan en las diferentes naciones, las organizaciones cada vez se vuelven más creativas e innovadoras. Sin embargo, el dilema existente entre el binomio comercio-cultura se da en términos de la comercialización de los productos culturales.

Ante la apertura del comercio hacia diferentes esferas de la cultura, muchas sociedades se han preguntado por el camino que deben tomar en aras de la competencia para el desarrollo y evolución, conociendo de antemano, que la economía cada vez permea con mayor depredación la cultura. Por un lado, se habla de la visión de “los productos culturales como objetos comerciales”, que sostiene, entre otras cosas, la comercialización de elementos culturales en el mercado a manera de entretenimiento, lo cual es un rasgo distintivo en sociedades como la brasileña, mexicana, japonesa y por supuesto americana. Estos países, deben subordinarse frente a las leyes de comercio internacional. Por otro lado, “los productos culturales como instrumentos de comunicación social” plantean que estos deben ser considerados como obras del espíritu que transmiten informaciones, ideas, valores, un mensaje, que estimulan las facultades intelectuales, estéticas y emocionales de los individuos, es decir, promueven el simbolismo en una cultura. Ambas perspectivas generan dificultades en torno a la conservación de una cultura, si son tomadas de manera explícita dentro de una sociedad, puesto que ambas implicarían, el poderío de unas economías frente a otras (riesgo económico) y mientras que la supeditación del elemento distintivo cultural a materia netamente económica, conlleva a una pérdida del patrimonio y lo autóctono.

Cada vez va quedando claro, que el objetivo del autor del texto es la de mostrar que la diversidad cultural y la competitividad son dos procesos que se integran pero que en muchas ocasiones no guardan una relación de igualdad en términos económicos, puesto que las economías en vías de desarrollo, no tienen la capacidad para ingresar a mercados de libre competencia y eso hace que estén en desventaja frente a otras sociedades con mayores capitales.

Lo mencionado hasta el momento permite establecer que entre la economía y la cultura existe una directa vinculación; es por esta razón, que no es posible separar estos dos conceptos. Dado esto, si se asume a la cultura desde la perspectiva económica, se debe incentivar la diversidad creadora, es decir, que las organizaciones que participan en la dinámica comercial tienen la obligación de revisar el contexto cultural del país en donde van a participar, pues solo así consiguen dar respuesta a las

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