La Encrucijada De Jota
lejo107013 de Abril de 2015
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La encrucijada de Jota
J. Uribe, Gerente del Banco de la República, enfrenta este año dos presiones opuestas: subir las tasas para contrarrestar la inflación o bajarlas para impulsar la economía. ¿Cuál será el camino que tomará la Junta?
Hacía mucho tiempo una Junta Directiva del Banco de la República no generaba tanta atención como la que se realizará el próximo 20 de marzo, en momentos en que esta revista circula. En efecto, el Banco se encuentra en estos momentos frente a unos vientos cruzados que no le permiten trazar claramente su rumbo y José Darío Uribe, gerente del Emisor, está en una encrucijada.
En las minutas de la reunión del 20 de febrero se anticipaba esa contradicción en los rumbos de la política y por eso se esperaban ajustes de la tasa de crecimiento de la economía “a los cambios de las condiciones externas y un aumento transitorio de la inflación total, que podría desviarla temporalmente de su meta”. Es decir, la Junta preveía una caída en las proyecciones de crecimiento y al mismo tiempo un aumento temporal de la inflación.
El problema fue la magnitud. Todos los analistas económicos han recortado su proyección de crecimiento de 2015 al menos medio punto, mientras la inflación se ubicó en febrero por encima del rango meta del Banco de la República.
La pregunta clave es si se aplaza la toma de decisiones, corriendo el riesgo de perder credibilidad en el cumplimiento de la meta del Banco y se dé lo que los expertos llaman un ‘desalineamiento’ o ‘desancle’ de las expectativas de inflación. Esto representa un alto riesgo por cuanto volver a ‘anclarlas’ puede ser muy difícil.
Además, un eventual aumento en las tasas podría atraer más dólares al mercado y promover la revaluación del peso.
Al seguir las reglas de los modelos del Banco, el recorte en proyección de crecimiento daría para bajar las tasas, mientras que el aumento en la inflación justificaría una subida. Al cierre de esta edición, las posiciones al interior del Emisor irían en el sentido de mantener el nivel de las tasas actuales. ¿Cuál es el camino?
Entre halcones y palomas
En la Junta, como en las de otros países, hay halcones y palomas. Los halcones creen que, ante la subida de los precios, el Banco debe ajustar las expectativas de inflación y para ello subir las tasas. Las palomas consideran que, ante la caída del ingreso petrolero, el Banco debe bajar las tasas para estimular la economía y argumentan que la subida de la inflación en febrero es transitoria.
En este momento las recomendaciones son disímiles y, mientras que de las encuestas de mercado se deduce una reducción de tasas en los próximos meses, voces autorizadas como la de Leonardo Villar, director de Fedesarrollo, ven razonable “mantener por un tiempo considerable su tasa de interés en 4,5%”, mientras que otras, como la del exministro Alberto Carrasquilla, proponen aumentarlas como verdadera señal para anclar las expectativas de inflación.
La suma de la desaceleración de la economía y presiones de inflación plantean un dilema al Emisor, que ahora tiene menores posibilidades de usar política monetaria contracíclica en el segundo semestre del año. Esto significa que no será fácil echarle el empujoncito que la economía necesita reduciendo tasas de interés. En los próximos meses deberá escoger entre mantener las tasas, observando el aumento de precios; bajarlas, generando así estímulos de demanda agregada pero asumiendo el costo de la pérdida de credibilidad; o aumentarlas, como señal de compromiso con el cumplimiento de la meta de inflación, pero con los efectos adversos para el empleo y el crecimiento del producto que origina esta medida.
El asunto no es de poca monta. Las quejas de inversionistas y empresarios por los cambios en las reglas del juego, especialmente en materia tributaria, vienen aumentando. Además, pese al reciente dato de crecimiento de la economía en 2014 (4,6%), los efectos de la caída en los precios del petróleo (visibles al revisar los datos del último trimestre) y los ajustes que están por venir, hacen que 2015 no sea nada halagueño.
Así, el Banco de la República se encuentra en un momento crucial. ¿Por qué? Tendrá que jugársela a fondo en el control de la inflación, mientras recibirá presiones del Gobierno que buscará mecanismos para que, con una eventual baja en las tasas, se estimule la economía. En ese caso deberá prevalecer su independencia y rigor técnico, reconocidos, siendo quizá una de las pocas instituciones que mantiene intactos sus niveles de credibilidad.
En este contexto, Dinero presenta el balance de los temas importantes del entorno económico, que están en la mira del Emisor y de los empresarios del país. .
La Inflación
Contra todo pronóstico, la inflación de febrero desbordó las proyecciones de los analistas más pesimistas, llegando a 4,36% anual en ese mes, siendo este el dato más alto desde junio de 2009. La causa de esta desviación fue la alta variación que tuvo el rubro de alimentos, generada por algunas presiones de oferta, particularmente del arroz y por el efecto de la devaluación en los transables; es decir, que un mayor valor del dólar aumentó el precio de los bienes y servicios con los que se realizan intercambios comerciales a nivel nacional e internacional.
Pese a la sorpresa, y a los eventuales efectos del paro camionero, analistas como Daniel Velandia, de Credicorp, sostienen que la variación de precios al finalizar el año estaría entre 3,5% y 3,8%, con un leve riesgo al alza, pero dentro del rango establecido por el Banco de la República (2%-4%). Por su parte, Ana Rodríguez, de Corficolombiana, asegura que las presiones de inflación “deberían moderarse significativamente en la segunda mitad del año en la medida en que la devaluación anual de la tasa de cambio se reduzca”.
De continuar la devaluación del peso, que en las últimas semanas llegó a estar por encima de los $2.650, será difícil que el Banco reduzca tasas, puesto que a medida que el dólar sube, la inflación de bienes importados también lo hace. Por eso, algunos dirán –con sobrados argumentos– que se deberían subir las tasas.
A estas alturas, la apuesta por que la inflación se devuelva y converja por sí misma a la meta de largo plazo parece ser osada. Además, de ser incierta, conduciría a que el Banco hiciera mayores ajustes para retornar a la meta de largo plazo.
Déficit de cuentacorriente y dólar
Que haya déficit de cuenta corriente quiere decir que son más los bienes y servicios que se importan del resto del mundo que los que se exportan. Un país que mantiene un déficit comercial por 6 años, tal como ocurre en Colombia, tarde o temprano pasa por un ajuste cambiario.
El mecanismo es el siguiente: mayor déficit comercial implica reducción de ahorro externo o el aumento del endeudamiento con el resto del mundo, que se refleja en el incremento de la inversión extranjera directa, que en el caso colombiano estuvo concentrada en el sector minero-energético. El descenso del precio del petróleo ha reducido la confianza en el país y ha promovido una caída de la inversión extranjera petrolera y de portafolio, lo que lleva a resultados negativos en los índices accionarios.
Al final, signos pesimistas sobre la economía colombiana, junto con un descenso en el flujo de capitales al país, traen como resultado una menor cantidad de dólares. Si hay menor disponibilidad de una moneda, el precio sube. Por eso el dólar superó la barrera de los $2.650 en las últimas semanas. Cabe destacar que el déficit externo no es exclusivo de Colombia –donde se espera que al final de 2015 llegue a 6%–. Otros países de la región que están en una situación deficitaria similar enfrentan la misma realidad cambiaria.
Un trabajo liderado por Hernando José Gómez advirtió el año pasado que la caída en los precios del crudo cambiaría la composición y el tamaño del déficit de cuenta corriente, trayendo consigo recortes de inversión pública y un ajuste cambiario. Pues bien, la proyección se materializó y se está reflejando en la tasa de cambio.
La parte negativa del cambio de tendencia la explica Xavier Sala-i-Martin, profesor de la Universidad de Columbia, quien asegura que “depreciación equivale a reducción salarial”. Importar un carro o viajar al exterior es más caro hoy que hace seis meses.
La parte positiva de la historia se materializa siempre y cuando sea posible realizar un “aterrizaje suave”, esto quiere decir que se reduzca gradualmente el déficit de cuenta corriente y se logre una mayor diversificación exportadora de la economía, todo ello creciendo a niveles aceptables. Porque, tal como explica Daniel Gómez, asesor del Ministerio de Comercio, “la depreciación es una gran oportunidad de transformación productiva, si se hacen las tareas públicas y privadas para impulsar las exportaciones”. El quid consiste en aprovechar la oportunidad y llevar a Colombia a ser una economía menos dependiente del petróleo.
La gran pregunta es por qué si la devaluación no inició el mes
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