La Escuela Y La Sociedad
rockercolocho14 de Abril de 2014
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LA ESCUELA Y LA SOCIEDAD
Escuela y sociedad han sido términos divorciados, desconocidos entre sí. No se puede decir cuál de los dos es fundamental, dado que son interdependientes: no puede subsistir uno sin el otro. La sociedad moderna, con su compleja estructura, no podría sobrevivir sin que la escuela formase el personal habilitado para sustentarla. La escuela, a su vez, con sus finalidades y organización actuales, no tendría razón de ser si no fuese para atender a las necesidades sociales.
Un aspecto resaltante, evidente: la educación no es obligación exclusiva de la escuela. No es sólo la escuela quien tiene que preocuparse por la educación, sino todas las instituciones, toda la sociedad. No hay exageración en sostener que la sociedad no tendría continuidad si no fuese por la educación. Sin ella no habría sustitución del elemento humano para dar continuidad y vitalizar las propias instituciones. Los responsables de todas las instituciones deberían convencerse de esta verdad, para no dejar a la escuela huérfana, sola, en la inmensa tarea de educar a las generaciones inmaduras, porque de su acción dependen la conservación y el progreso de la sociedad. Las instituciones más comprometidas con la educación son: la familia, la iglesia y el estado.
La familia:
Tiene compromisos ineludibles con la educación, pues es la más directamente interesada en la formación de sus hijos. Los objetivos propuestos por la escuela no pueden ser indiferentes a los anhelos de la familia. Tanto en la postulación de los objetivos como en la acción de la escuela deberían estar presentes la opinión y el sentimiento de la familia: ella, más que cualquiera otra institución, tiene el derecho de decir lo que sirve y lo que no sirve para sus hijos. Toda comunidad debería de tener un consejo de educación, donde hubiese representantes de la familia.
Es impresionante verificar el rechazo de la participación de la familia en la educación de sus hijos, por parte de los órganos legislativos y administrativos, así como de la propia escuela.
Los círculos de padres deberían propiciar oportunidades para que los problemas de la escuela fuesen debatidos, también, por la familia, juntamente con el cuerpo docente y la dirección.
Son inadmisibles tres anomalías observadas con inquietante frecuencia:
1. Muchas familias se sienten desligadas de la obligación de educar a sus hijos por el solo hecho de mandarlos a la escuela, y principalmente, cuando son pagadas tasas y mensualidades elevadas, como si la escuela, por sí sola, pudiese realizar el milagro de la educación.
2. Muchas escuelas están fuera del alcance y aisladas de la familia. Reciben a los padres solamente cuando se los cita para que den algún informe o para recibir las quejas referidas a sus hijos, o bien para efectuar pagos. Esto revela una exagerada autosuficiencia de la escuela, fundada en la incomprensible actitud de que son asuntos privativos de la escuela que no admiten intromisión de extraños, aunque éstos sean los padres.
3. Todas las medidas legislativas sobre educación son tomadas sin consultar a la familia, como si ésta no existiese.
La iglesia:
Es de suma importancia el papel de la Iglesia en la educación. La acción de la Iglesia es, toda ella, docente, dentro o fuera de la escuela. Su papel en la educación abarca no sólo la defensa de los principios que se refieren a la preservación de la dignidad y de la espiritualidad. El lema de la Iglesia es: no tiene sentido la educación, o la escuela, que no procure respetar y proteger la vida espiritual del hombre. Ella presta una inestimable colaboración en la difusión de la educación y en la apertura de escuelas, llevando a cabo una verdadera obra de pioneros por los rincones más apartados de los grandes centros que, en muchos casos, carecen de las condiciones
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