La Interculturalidad Y Sus Procesos De Formación En El Aula
adypm21 de Enero de 2012
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LA INTERCULTURALIDAD Y SUS PROCESOS DE
FORMACIÓN EN EL AULA.
PAPANTLA DE OLARTE, VERACRUZ 2010
PAPANTLA DE OLARTE, VERACRUZ 2010
INTRODUCCION
Los maestros y maestras como formadores de la sociedad, deben tener en cuenta que el principio básico para desarrollar una convivencia de calidad es la igualdad entre el alumnado; siendo ésta una demanda social, que la escuela debe dar respuesta. Se deben crear las condiciones necesarias para potenciar los aprendizajes que valoran y enriquecen la diversidad.
Educar significa promover el desarrollo integral de las personas, por lo que resulta necesario, favorecer ese valor entre el alumnado para superar las limitaciones impuestas por el género.
Por ello, el proceso de coeducación comienza en la familia y en la escuela. Siendo los primeros espacios de socialización, desde los cuales se compensan los desajustes de origen diverso, como aquéllos que provienen de prejuicios sexistas que pueden incidir en el desarrollo de los niños y niñas en sus primeros años.
Desde la escuela se han de identificar las diferencias entre hombres y mujeres, no solo físicamente, sino también en los diversos ámbitos de la sociedad para desarrollar una reflexión crítica sobre aquellos aspectos que generan discriminación entre las personas, por el simple hecho de ser de distinto sexo.
Los alumnos y alumnas deben estar abiertos a todo tipo de cambio y movimiento social por lo que se les debe educar en la libertad, en la justicia y en los valores éticos.
Debe hacerse hincapié en la adquisición y ejercicio de los valores y derechos humanos para conseguir el pleno desarrollo del alumno; debe fomentarse el respeto, el aprecio a las libertades y diferencias individuales y colectivas, dentro de los principios democráticos de convivencia.
La línea fundamental en la escuela es la de preparar a los alumnos y alumnas para participar activamente en la vida social y cultural.
Es por ello, que este sencillo trabajo propone:
Encausar un plan de igualdad en la escuela, destinada a favorecer la colaboración de las familias a fin de eliminar todo tipo de discriminación dentro y fuera del aula.
Es aquí en la escuela dónde se debe conformar lo masculino y lo femenino, reforzando, fomentando y manteniendo los valores, así como las pautas de comportamiento socialmente aceptados. La enseñanza para las niñas debe superar los estereotipos, por eso es necesario equiparlas con los conocimientos necesarios para hacer frente a las tradiciones y costumbres que las limitan.
1.- La equidad de género en el quinto grado de educación primaria.
Plasmar en un escrito las experiencias que como maestra de educación primaria he tenido, es muy difícil. Son tantas, que una a una se han conjuntado en mi ser, pero también en mi saber, que como consecuencia han despertado un gran interés por querer ser mejor cada día en mi desempeño docente.
Cuento con grandes fortalezas que día a día he ido aprehendiendo, mismas que me han permitido vivir grandes satisfacciones en el transcurso de mi labor docente. Así mismo tengo que admitir que no en pocas ocasiones, me he limitado ante situaciones que han estado fuera de mi alcance; he vivido momentos de frustración y de impotencia al no poder encauzar o resolver problemáticas de tipo escolar.
Actualmente laboro en la escuela primaria “Josefa Ortiz de Domínguez” de la comunidad de Agua Dulce, Clave 30EPR1646M, Zona Escolar 008, del Municipio de Papantla, en la cual llevo laborando 21 años.
Durante todo este tiempo me he desempeñado con profesionalismo y con el afán de mejorar mi práctica a través de una actualización permanente, asistiendo a cursos nacionales y estatales.
En este ciclo escolar 2009-2010, tengo bajo mi responsabilidad el grupo de quinto grado, grupo “B” con un total de 14 alumnos, 4 son niñas y 10 son niños; todos ellos muestran interés y entusiasmo por salir adelante, pero he observado que con frecuencia se presentan casos marcados de inequidad de género.
Lo percibo en la organización de diferentes actividades; acostumbro darles la libertad para realizar el trabajo escolar, conforman binas o equipos de acuerdo a sus intereses y empatía, pero se observa generalmente una resistencia muy marcada en trabajar niños con niñas, ambas partes expresan sus razones: ellas sienten el rechazo de ellos y éstos lo aceptan expresando que no les agrada trabajar con niñas, mostrando actitudes de burla, de menosprecio y de discriminación.
Considero que esta conducta machista por parte los niños se ha originado y fomentado en el
hogar, he dialogado con todos ellos, he sabido escucharlos y entenderlos tratando siempre de orientar su conducta, que para ellos es natural y normal, porque expresan que las niñas “no saben y que todo lo hacen mal”
.
Este tipo de conductas es peculiar, tanto en el contexto escolar como social de la comunidad, las niñas expresan su inconformidad, pero a la vez, desempeñan su rol de sumisión ante los niños, porque en su hogar así han sido educadas.
Ya que se asocia lo emocional y los afectos, articulándolos con los roles de esposa-madre-ama de casa; así como las características, rasgos o atributos que las definen son, entre otros: tiernas, sensibles, dulces, honestas, inseguras, dependientes, pasivas, sumisas y que por lo tanto no pueden desempeñar otra función diferente.
Considero que esta situación ha prevalecido desde mucho tiempo atrás, porque la educación de niños y niñas siempre ha sido diferente; en el ámbito de estudio, el varón ha tenido y tiene mayor acceso que la mujer, porque ésta generalmente ha sido encaminada a hacer de ella un sujeto dependiente y débil, ya que su destino es servir y, por tanto, no requiere preparación profesional.
Esta manera de pensar es la que no permite que las niñas se preparen, porque ellas mismas dan por hecho este destino que han asimilado día con día, tanto en la casa como en la escuela, a través del curriculum oculto que ejerce gran peso en la educación y formación de los alumnos.
Como docente, esta situación que se vive en mi aula, me ha despertado el interés por encontrar la mejor manera de orientar y encauzar la conducta de mis alumnos y alumnas, que con el tiempo se ha ido acentuando, deteriorando las relaciones, y por lo tanto el proceso enseñanza aprendizaje.
Esta problemática ha repercutido negativamente en las relaciones sociales dentro y fuera del aula, mis alumnos están iniciando la etapa de la pubertad, he observado muchos cambios en su actitud y conducta, en momentos se nota la desorganización y decidia para la realización de ciertas actividades; hay enojos, gritos, berrinches, llanto, tristeza, y en otros momentos ellos mismos aceptan los cambios que está viviendo el grupo.
Todas estas experiencias que he vivido durante este ciclo escolar, aunado a la preparación profesional que me ha otorgado el diplomado de educación intercultural, han permitido buscar la solución pertinente a esta problemática, que en apariencia pudiera ser algo pasajero y sin consecuencia alguna; pero mi visión actual como profesional de la educación, me exige y orienta a tomar determinaciones de tipo pedagógico que logren encaminar positivamente la conducta de mis alumnos hacia una educación igualitaria que coadyuve a lograr una sociedad democrática en donde la mujer, al igual que el varón, reciban el mismo trato y oportunidades.
CAPITULO II: EDUCAR PARA LA IGUALDAD EN EDUCACIÓN PRIMARIA.
Para comprender la relación entre desigualdad y la educación que imparte la escuela primaria, es necesario conocer sus manifestaciones en las condiciones de vida material y cultural de las familias de los alumnos, para que el docente pueda promover oportunidades educativas equitativas que beneficien a los grupos sociales más vulnerables.
Respecto al impacto de desigualdad Ornelas (2001) plantea que las diferencias en la adquisición de los bienes de la educación se derivan de la desigualdad social y de la historia misma del sistema educativo; innumerables estudios muestran que los pobres adquieren menos beneficios de la escolaridad que los segmentos medios y altos.
Pero la desigualdad en las aulas no se limita a la pobreza en los alumnos, aquí la atención se extiende a la falta de equidad en las relaciones entre los géneros de la escuela primaria.
En cuanto a la inequidad de género, Prado (2000)
“Afirma que el ambiente educativo, la organización administrativa, el contenido curricular, las prácticas diarias, actitud docente, distribución del aula y lugares de recreo, así como los juegos, refuerzan el estereotipo machista, lo que origina conflictos en la convivencia entre niñas y niños”.
Actualmente la Educación
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