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La Pata È Causeo


Enviado por   •  13 de Enero de 2013  •  580 Palabras (3 Páginas)  •  292 Visitas

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La Pata È Causeo

Su figura magra y encorvada alimentaba los temores y fantasías de la niñez traviesa que bordeaba los nueve años en la escuela Camilo Henríquez de la calle Bilbao. ¿Era ella… mítica…misteriosa…agresiva? Y como no, si cada vez que salíamos por la estrecha puerta hacia la calle con el alboroto y bullicio que nos dan los cortos años vividos, corríamos a su encuentro solo para gritarle :”¡¡¡Pata e` causeo…pata é causeo…pata é causeo!!!” y después desbandarnos para salvarnos de sus palabrotas y bastonazos que endilgaba a diestra y siniestra. Quién no recuerda a esta mujer delgaducha, casi enclenque cuya ropa era un misterio, ¿Cuántos refajos y cuantas chalecos llevaría puesto debajo de su inseparable abrigo sujeto por su colorido delantal de grandes bolsillos donde guardaba muchos tesoros pues siempre parecían estar preñados, retocaba su divertido atuendo sus gastados botines con chiporro, sus medias gruesas, color café y su infaltable gorro envuelto en lo que parecía una gorra de ducha plástica o tal vez una bolsa de similar material desde donde se descolgaban desgreñadas mechas blancas. La verdad es que nunca pude acercarme lo suficiente para distinguirlo pero creo que en esos tiempos aun no se conocían las bolsas plásticas que hoy nos inundan y ahogan. Solía cargar a cuestas como los caracoles, por las calles de Talcahuano, toda su casa en las pirguas repletas de ropas u otros menesteres. Por sus enrejadas mallas a veces se podía distinguir la esencia de su ser y carta de presentación de mendiga: generosos trozos de pan duro. Le gustaba pernoctar a la salida de los portales, tal vez por que algunos vecinos y comerciantes la “aguachaban” dándole comida o era esa secreta complicidad de acosadoras y perseguidora que nos unía, o quizás por que ”la pata é causeo” se paraba horas al pie de la gruta a la entrada de la iglesia TODOS LOS SANTOS quedando extasiada, susurrando, mascullando o llorando oraciones a la Virgen, situación que nos paralizaba por nuestro origen de católicos creyentes, ante el temor de pecar mortalmente si la interrumpíamos o porque la postal que veíamos ante nuestros ojos de la anciana mendiga en intimo coloquio con la Madre de Jesús traspasaba nuestro espíritu y nos estremecía, pero cuando se percataba de nuestra cercanía enarbolaba su precario articulo de madera persiguiéndonos con agilidad, ahí se producía la desbandada, en nuestra inocencia, (en esa oportunidad cruel) jugábamos mejor que con los juegos interactivos que existen en Internet donde se tienen varias vidas. En esos tiempos arriesgábamos el pellejo “en vivo y en directo”. Así como se esfumó mi infancia, así también se esfumó de mis recuerdos “la pata é causeo”, sus ojillos ilustres, brillantes como esferas de cristal color cielo, su rostro de tez blanca, anguloso, plasmado de surcos invernales, sus dedos huesudos de experimentada pianista

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