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La Segunda Internacional

yerlimar6 de Julio de 2013

4.665 Palabras (19 Páginas)332 Visitas

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República Bolivariana De Venezuela

Ministerio Del Poder Popular Para La Educación Superior

Universidad Nacional Experimental De Los Llanos “Rómulo Gallegos”

Derecho Municipalizado (fundación Misión Sucre)

Aldea: Dr. José María Vargas

Guanare, Estado Portuguesa

“LA SEGUNDA INTERNACIONAL “

Autores:

María Palma CI: 20.258.476

Elaine Alzurú CI: 20.318.430

Mildree Azuaje CI: 19.533.340

Diana Morillo CI: 17.882.952

Yerlimar Gudiño CI: 22.091.948

Derecho Municipalizado

Trayecto IV, Trimestre I.

Turno: Nocturno

Sección: “B”.

Profesor: Bonifacio Terán

Guanare; Julio de 2013

INTRODUCCION

¿Cuál es el campo de una historia de las Internacionales Obreras? Hay que comenzar por definirlo, porque dicha historia no se reduce a un fenómeno único que se desarrolla linealmente en un solo plano. De un lado, hay un pensamiento cuya fuerza reposa en una negación de fronteras; de otro, una historia en la que las fronteras comprometen cada vez más dramáticamente el destino de los pueblos y de los individuos.

Por otra parte, ¿han sabido las Internacionales, enmarcadas en unas circunstancias no siempre favorables, seguir siendo centros organizadores de la evolución mundial? ¿Cuál fue la pujanza real de ese designio, su parte de utopía y su parte de eficiencia? Si en el pensamiento de Marx no está ausente la contradicción entre una visión de la historia en la que la sociedad humana tiene por destino el evolucionar hacia lo universal y el reconocimiento de coacciones impuestas por la estrechez de los ámbitos nacionales, no es menos cierto que, finalmente, Marx hace entrar en juego el ecumenismo contra la división regional, dentro del marco de una concepción bipolar de la sociedad.

Por lo tanto, desde el momento en que la historia es comprendida como una lucha de dos clases a escala mundial, el partido de la clase revolucionaria debe serlo, por necesidad, desde el principio. La Internacional no es, pues, el resultado de una federación o confederación de partidos nacionales que se unen en una alianza táctica, provisional y circunstancial, sino una realidad global e inmediata que responde a la naturaleza de una lucha encaminada a una revolución mundial.

De hecho, pues, la Internacional es el supuesto primero del que se desprende, por razones secundarias de práctica política, el establecimiento de secciones nacionales. Tal fue la filosofía de la Internacional. Ahora bien, este partido proletario mundial fue aniquilado por la desigual aceleración de las sociedades europeas y, por ello, fue establecida la II Internacional, federación de partidos nacionales, como recurso arbitral para desgajar las fórmulas de conciliación entre las realidades nacionales y la empresa común de revolución mundial. Experiencia de nuevo desafortunada: en vez de la revolución mundial, sobrevino la guerra mundial. Volviendo, pues, a las fuentes doctrinales del internacionalismo proletario, la III Internacional se situaba, por encima de todo, en la perspectiva de una revolución mundial a corto plazo: la ironía de la historia quiso que, por el sesgo de la revolución rusa, no tardara en identificarse con un régimen marcado por la especificidad rusa.

Definido así nuestro objeto, queda por precisar el método. La historia de las Internacionales ha sido concebida hasta aquí ya sea como la historia de una institución a través de sus hechos, sus congresos y los de sus secciones nacionales; ya fuere como la historia de un sueño político: el de instaurar un régimen más justo; ya también como la de una empresa que llevase a sus miembros organizados en secciones nacionales hacia un mismo objetivo, sobre la base de una estrategia concertada a escala mundial; con la perspectiva de establecer una sociedad de la misma estructura produciendo, no obstante, diversas peripecias, como una vasta sociedad internacional fundada en una comunidad de ideas.

BREVE HISTORIA DE LA SEGUNDA INTERNACIONAL

En nuestro tiempo queda una Cuarta Internacional, muy minoritaria, y se habla de una quinta Internacional, capaz de agrupar a todas las izquierdas alternativas. Una parte de este debate tendrá obligatoriamente que tener en cuenta las experiencias anteriores, lo que tuvieron de grande y de fracasos, y qué fue lo que acabó con ellas.

Al iniciarse la historia de la socialdemocracia clásica, Engels podía establecer con cierta exactitud la línea que separaba dos épocas diferenciadas del movimiento obrero. En uno de sus trabajos más famosos, analiza el fracaso de la revolución europea de 1848 y la terrible derrota de la "Comunes de París", y comprende que en ambas ocasiones el grado de desarrollo social no estaba "maduro”, ni el movimiento obrero dominaba los prerrequisitos necesarios de organización y conciencia política suficiente para aspirar a ser la fuerza motriz de la nueva revolución que se avecinaba en el horizonte.

Pensaba que las revoluciones del "pueblo"', las que surgían detrás de las barricadas callejeras, habían pasado en buena medida a la historia. Una historia que hasta el momento había sido como un largo prólogo de preparación para crear las bases del movimiento obrero moderno basado en grandes partidos y sindicatos y apoyado por amplias masas. Ahora, el desarrollo de la industria y la internacionalización del capital, estaba produciendo una nueva situación política en la que la lucha por el socialismo se mostraba no sólo moralmente necesaria sino también objetivamente posible. A estas condiciones había que añadirle el reforzamiento de la teoría marxista en relación a las demás corrientes socialistas de la época. Se trataba ahora de repensar la revolución sobre la base de estas nuevas condiciones. El primer marxismo, aunque ofrecía los elementos más importantes para comprender las leyes internas del desarrollo capitalista de sus orígenes, formación, consolidación, impulso y crisis, así como los materiales para componer un programa revolucionario, no podía ir más allá del horizonte de su tiempo: necesitaba ser enriquecido constantemente, puesto al día y ampliado en numerosos nuevos problemas. Esta tarea correspondía a los representantes del segundo marxismo ya que Engels falleció en 1895.

Sus continuadores se encontraron con un nuevo período histórico, cuyas características básicas podemos resumir como sigue:

Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX tiene lugar una segunda revolución industrial que se fundamenta en los avances científicos de le primera. Pone en marcha unas nuevas plantas de energía (electricidad y petróleo); promueve nuevos medios (electrotécnicos, químicos); facilita una verdadera transformación d« los medios de transportes y comunicación en general (ferrocarriles, carreteras, nuevas técnicas marítimas, teléfono, telégrafo, entre otros), que impulsan las inversiones capitalistas en los nuevos sectores puntas de la industria y del comercio, creando con ello un nuevo proceso de acumulación que a través de nuevos medios de concentración financiera corno los trust, los carteles, los sindicatos patronales, forja el capitalismo monopolista. Por la vía del expolio de los países y regiones pre capitalistas, de las inversiones en las zonas más atrasadas, implanta el capitalismo moderno prácticamente en todo el globo. Con todo ello, se da una importantísimo desarrollo de las fuerzas productivas; crece la renta nacional, aumenta el nivel general d« vida, y se amplían las posibilidades de reformas sociales. Los países más atrasados se ven obligados a entrar en el mercado mundial.

En el orden político hay también notables modificaciones. Es el periodo llamado de "paz armada" porque, aunque no ocurren conflictos dignos de mención entre los "grandes", se asiste a varias guerras localizadas que auguran los graves enfrentamientos que vendrán. Estas guerras son la hispa norteamericana en relación a Cuba, la ruso japonesa, y la guerra con los bóers en Sudáfrica. Los líderes más conocidos de la socialdemocracia de esta época están imbuidos en la creencia de que el mundo ha dejado atrás el tiempo de las grandes guerras, y que es suficiente una política de arbitraje a través de la existencia de organismos internacionales sobre los cuales hay que ejercer la presión social del pueblo.

Es la época del apogeo del parlamentarismo que se apoya en la libre concurrencia. El sufragio universal se impone por doquier, a veces pacíficamente, a veces mediante la lucha, como en Bélgica, que se consigue después de una huelga general. Los partidos socialistas ven crecer sus expectativas electorales, aumenta día a día la acción sindical, y su presencia se extiende a través de una amplia red de asociaciones y entidades d« todo tipo. Incluso los marxistas más enérgicos confían en que este proceso les acerca a las puertas del objetivo socialista. No obstante, este proceso está lejos de ser lineal, al lado de los acontecimientos "progresivos" apuntan otros con un significado más sombríos. Las contradicciones imperialistas se agravan por las necesidades de ampliar el mercado exterior., el gran capital se refuerza en detrimento de la pequeña industria, hay un constante

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