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La Vida En

yokodera22 de Septiembre de 2014

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Unos 35 millones de norteamericanos se disponen con un beso de sus seres queridos, recogen la bolsa con el almuerzo y los libros y parten a pasar el díaen esa serie de recintos (que suman aproximadamente un millòn) conocidos como aulas de la escuela primaria. Este éxodo masivo del hogar a la escuela se realiza con un minimo de alboroto y fastidio. Son escasas las lágrimas (excepto quizá de los muy pequeños) y pocos los gritos de jubilo.

Para apreciar el significado de los hechos triviales del aula es necesario considerar la frecuencia de su aparición, la uniformidad del entorno escolar y la obligatoriedad de la asistencia diaria. Hemos de reconocer en otras palabras que los niños permanecen en la escuela largo tiempo, que el ambiente en que operan es muy uniforme y que están allí tanto si les gusta como si no. Cada uno de estos tres hechos, aunque aparentemente obvio, merece una cierta reflexión porque contribuye a que comprendamos la forma en que los alumnos sienten su experiencia escolar y la abordan.

La cantidad de tiempo que los niños pasan en la escuela puede ser señalada con una precisión considerable, aunque el significado psicológico de los números en cuestión sea materi enteramente distinta.

Si un alumno no falta un solo día del año, pasara poco más de mil horas bajo la asistencia y tutela de los profesores. Si ha asistido a la escuela infantil y también lo ha hecho regularmente durante la enseñanza primaria, totalizara poco más de 7.000 horas de clase cuando ingrese en la escuela secundaria.

Es difícil captar la magnitud de esas 7.000 horas a lo largo de 6 o 7 años de la vida de un niño. Por un lado, no resulta muy grande en comparación con el número total de horas vividas por el niño durante esos años; ligeramente poco más de una décima parte de su vida (cerca de un tercio de las horas en que ha permanecido durmiendo en ese tiempo).

Por otro lado, al margen del sueño y quizá del juego, no existe otra actividad que ocupe tanto tiempo del niño como la que supone su asistencia a la escuela. Aparte del dormitorio (en donde tiene los ojos cerrados durante la mayor parte del tiempo) no existe un recinto en que pase tanto tiempo como en el aula. Desde los 6 años, la visión del profesor le resultara más familiar que la de su padre y posiblemente la de su madre.

Para sumar tanto tiempo en la iglesia como el que ha pasado un chico de sexto curso en las aulas, deberíamos permanecer en el templo los domingos completos durante más de 24 años. O si preferimos nuestra devoción en dosis más pequeñas, tendríamos que dedicar los domingos una hora a la iglesia durante 150 años, antes de que el interior de un templo se nos hiciera tan familiar como es la escuela para un chico de 12 años. Al margen del hogar y la escuela, no existe otro entorno físico en el que se congreguen personas de todas las edades con tanta regularidad como en la iglesia.

Quienes visitan ambas se hallan en un entorno estable y muy convencional. El hecho de una exposición prolongada en uno y otro ambiente incrementa su significado cuando empezamos reflexionar sobre los elementos de repetición, redundancia y acción ritualista que se experimentan allí.

Aunque entrase a medianoche o en cualquier momento en que las actividades desarrolladas no revelasen su función, no tendría dificultad alguna en suponer lo que se hacia allí. Incluso desprovistas de gente, una iglesia es una iglesia y un aula es un aula.

Tanto si el alumno va del primero al sexto curso sobre suelos de losetas o de madera, como si pasa el día frente a una pizarra negra o verde, eso no es tan importante como el hecho de que sea muy estable el entorno en donde transcurren para el seis o siete años.

Es posible que se estructuren los tableros de anuncios pero nunca se eliminaran: se dispondrán de otro modo los asientos pero tendrán que seguir siendo treinta; es posible que la mesa del profesor tenga una nueva forma pero allí seguirá, tan permanente como los mapas enrollables, la papelera y el sacapuntas en el borde de la ventana.

Incluso los olores de la clase suelen parecerse bastante. Puede que las escuelas utilicen marcas distintas de cera y detergentes, pero todas contienen al parecer ingredientes similares, una especie de olor universal, creador de un ambiente que impregna todo el edificio. Tras las mismas mesas se sientan los mismos alumnos, frente a la pizarra familiar junto a la que se halla el no menos familiar profesor. Hay desde luego cambios; vienen y se van algunos alumnos durante el año.

- La practica de asignar sitios permite al docente o a un alumno comprobar la asistencia con una mirada. Generalmente un rápido vistazo es suficiente para determinar quien esta y quien falta. La facilidad con que se realiza este proceso revela, con mayor elocuencia que cualquier palabra, lo acostumbrado que esta cada miembro del aula a la presencia de otro miembro.

- Solo en las escuelas pasan varias horas 30 o mas personas, literalmente codo con codo.

- Un aspecto final de la estabilidad experimentada por los jóvenes alumnos es la calidad ritualista ycíclica de las actividades realizadas en el aula. El horario cotidiano por ejemplo, se divide en secciones definidas durante las cuales es preciso estudiar materias especificas o realizar actividades concretas. El contenido del trabajo cambia con seguridad de un día a otro y de una semana a la siguiente y, en este sentido, existe una variedad considerable dentro de la estabilidad.

- Cada una de estas actividades principales se ejecuta conforme a unas normas que suelen ser muy precisas y que supuestamente entenderán yobedecerán los alumnos. Por ejemplo, no hablar en voz alta durante el trabajo individual, no interrumpir a alguien durante los debates, atender al propio papel durante los exámenes, alzar la mano cuando se quiere formular una pregunta. Incluso en los primeros cursos, estas reglas son tan bien comprendidas por los alumnos (aunque no hayan sido completamente interiorizadas) que el profesor solo tiene que formular unas indicaciones abreviadas (escasas voces, la mano por favor) cuando percibe una transgresión.

- Se trata de un entorno bastante estable, en donde los objetos físicos, las relaciones sociales y las actividades principales siguen siendo los mismos día tras día, semana tras semana e incluso, en ciertos, aspectos, año tras año.

- Por otro lado se dice que los pequeños deben estar en la escuela tanto si les gusta o quieren como si no. A este respecto los estudiantes poseen algo en común con los miembros de otras dos de nuestras instituciones sociales con asistencia obligatoria: las prisiones y los hospitales mentales. El escolar como el adulto encerrado, es en cierto sentido un prisionero. Debe aceptar el carácter inevitable de su experiencia. Ha de desarrollar también estrategias para abordar el conflicto que frecuentemente surge entre sus deseos e intereses naturales, por un lado, y las expectativas institucionales por otro.

- Son muchos los niños de 7 años que acuden contentos a la escuela y, como padres y profesores, nos alegramos de que así sea, pero estamos preparados para imponer la asistencia a aquellos que muestren mayor aversión.

- Se ha observado que existen tres hechos triviales que hasta el mas pequeño debe aprender a abordar y a los que cabe presentar con las palabras clavemasa, elogio y poder.

- Aprender a vivir en el aula supone, entre otras cosas, aprender a vivir en el seno de una masa. Ya se ha mencionado esta verdad tan simple, pero requiere una explicación mas amplia. La mayor parte de las actividades realizadas en la escuela se hacen con otros o, al menos, en presencia de otros y esto tiene profundas consecuencias para ladeterminación de la calidad de vida de un alumno.

- Los profesores son, desde luego mas poderosos que los alumnos, en el sentido de poseer una mayor responsabilidad en la conformación de los acontecimientos del aula y esta clara diferencia en autoridad es otro rasgo de la vida escolar que deben aprender a considerar los estudiantes.

- Así pues los alumnos se enfrentan, principalmente, de tres maneras: como miembros de una masa, como receptores potenciales de elogios o repròches y como peones de las autoridades institucionales.

-Se dice que el profesor llega a tener hasta mil interacciones personales con los alumn

- Entre las tareas que consumen tiempo al docente están: la tarea de distribuir los recursos materiales se halla estrechamente relacionada con la de otorgar privilegios especiales a alumnos que los merecen. En las escuelas primarias es normalmente el profesor quien asigne deberes ambicionados como el de participar en el grupo de seguridad del tráfico, manejar el proyector cinematográfico, sacudir los borradores o distribuir material, asícomo servir como cumplidor oficial del horario. Pero incluso cuando el día escolar esta mecánicamentemarcado por tañidos y zumbidos, el profesor no queda enteramente relevado de su responsabilidad de observar el reloj.

Tal conducta nos recuerda, sobre todo, que las cosas suceden a menudo no porque los alumnos las deseen sino porque ha llegado el momento de que se produzcan.

- Si se permitiese a los alumnos continuar con una materia hasta que se cansasen de ella, nuestrocurrículum presente tendría que ser drásticamentemodificado. Uno de los resultados inevitables delcontrol del trafico es la experimentación de la demora.

- En la mayoría de las escuelas de primaria los estudiantes se ponen en fila varias veces al día. Normalmente toda la clase se coloca así para el recreo, el almuerzo y la salida; y luego existen las pequeñas colas constituidas de modo esporádicoante las fuentes para beber, los sacapuntas y cosas por el estilo. Así

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