La educación chilena ha transitado desde la década de los 90

Ensayo

     Es sabido que la educación chilena ha realizado distintos esfuerzos que apuntan a la mejora de los aprendizajes y niveles de desempeño de los estudiantes de nuestro país.  Éstos se han enfocado en invertir grandes cantidades de recursos en mejorar lo estructural y ampliar las herramientas tecnológicas con las cuales cuentan los establecimientos educacionales, para así lograr instituciones inteligentes y efectivas.  No obstante a ello, los resultados no han sido los esperados,  las instituciones educativas no logran desarrollarse del estado real en el cual muchas de ellas se encuentran y avanzar a un estado de desarrollo ideal.  En este escenario, complejo, debido a las múltiples interrelaciones que se generan en el proceso educativo, se pretende que las instituciones educativas formen y eduquen a los estudiantes para que se inserten en esta sociedad del conocimiento, y para ello, se requiere de organizaciones altamente efectivas, capaces de desarrollar y gestionar los procesos internos de la escuela, logrando que las instituciones, mediante procesos científicos y pedagógicos, construyan su propio aprendizaje y cultura escolar.

   Además, la demanda social de educar a los estudiantes en calidad, desarrollando al máximo las competencias y capacidades de estos, para que se inserten de manera exitosa a la sociedad global presenta grandes desafíos.  Para dar respuesta a estas inquietudes sociales, se requiere de una organización con características diferentes a las actuales, donde ésta sea capaz de aprender, de avanzar del estado real en el cual se encuentra a un estado ideal, que permita establecer comunidades profesionales de aprendizajes y todo ello centrado en un pensamiento sistémico que implique ver la totalidad del fenómeno educativo, el todo a las partes y de las partes al todo (Senge 1990).  A su vez, se debe propender a organizaciones educativas que no solo reproduzcan saberes y contenidos, sino que sean capaces de formar estudiantes que creen conocimiento, comprendiendo que en esta sociedad lo significativo es crear conocimiento, reafirmado por Nonaka y Takeuchi (1999): "el futuro pertenecerá a las personas que tengan el conocimiento, recurso crítico que permite incrementar la competitividad".

     Para lograr alcanzar este desafío se requiere de personas conscientes de la realidad actual, con las capacidades y competencias necesarias para transformar las escuelas, llevarlas lo más cercano posible de un estado futuro deseado, personas idóneas que posean dos grandes competencias claves para llevar a cabo los procesos directivos y pedagógicos, estas son el liderazgo y la gestión.  Ambas capacidades, que se potencian como un par dialéctico, dinamizarán los procesos educativos orientados en la gestión.  

     El liderazgo permite innovar en el trabajo mental de los docentes, desafía sus capacidades, alimenta sus convicciones, presenta distintos escenarios con la finalidad que den lo mejor de sí, logrando un compromiso real con la institución, con su rol y sobre todo sus estudiantes.  El liderazgo impacta las esferas emocionales, plantea instancias vivas de participación para crear una Visión Estratégica de Escuela, de tal manera que todos se sienten parte de la institución, se llevan a cabo procesos de construcción endógena, fortaleciendo la cultura propia y viva, según las realidades y contextos determinados.  Un liderazgo participativo, democrático, que se valora por la comunidad y es validado por esta, que favorece procesos internos y genera en los padres, apoderados y estudiantes, convicciones tan significativas que impactan con su ejemplo, vida y palabras.  

...