La formación de un maestro

Introducción:

Un paso definitivo y muy importante en la formación de profesores se da dentro de las aulas, es durante el acercamiento a la práctica docente que los futuros profesores adquieren el verdadero valor como líderes de enseñanza. El acercamiento a la a práctica de un estudiante normalista es un punto determinante durante su formación, es en este proceso donde se desarrolla uno de los más grandes saberes que puede tener un profesor, la experiencia. Este acercamiento supone enfrentarse a la realidad laboral y tomar habilidades que vayan estructurándose formando el profesionalismo y carácter pedagógico.

Es en esto que radica la importancia que debe darse a este punto en la preparación de un profesor. La situación real en que vivimos actualmente requiere maestros que se comprometan y no solo posean los conocimientos que les permitan obtener un documento que acredite que han terminado una etapa más de su formación académica, sino ser maestros reflexivos y críticos acerca de su realidad, que les permita enfrentarse a ella y salir adelante en la tarea que decidan emprender, sobre todo la tarea de guiar el conocimiento de otros y mucho más importante, si estos son niños.

Y en base a esto se desarrolla este escrito.

La práctica del aspirante a profesor es en definitiva un acierto que los programas de educación normal. Le permiten al futuro profesor tener este acercamiento a la práctica, pone al estudiante en el lugar preciso para Conocer y analizar el trabajo que realizan como profesor, darse cuenta de las carencias que tiene y de los cambios que debe lograr para realizar realmente una práctica educativa provechosa. Esto permite al profesor observar y darse cuenta de la labor de los maestros titulares, descubrir las carencias de la educación que imparten algunos maestros y reformular sus expectativas de trabajo, pensar en cómo es que quiere desempeñar su trabajo, y volver su pensamiento hacia una constante reflexión crítica y constructiva.

La observación y la práctica permiten que crezca en el estudiante normalista un sentimiento humanista en el cual su labor tenga un impacto positivo en el crecimiento de sus alumnos, una educadora debe tener esta como su cualidad principal, ese tacto que permite la interacción con sus alumnos.

EL gusto por lo que hacemos es lo que permite obtener buenos resultados en nuestro desempeño como docentes, el saber reconocer necesidades, aptitudes y debilidades de los niños es el punto principal de nuestro trabajo pero no es suficiente reconocer lo que cada alumno necesita, se requiere de capacidad para formular y estructurar el trabajo de modo tal que, mediante nuestra intervención docente el alumno tenga un crecimiento integral.

El maestro debe desarrollar durante su formación el sentido reflexivo es decir debe ser capaz de enfrentar los problemas pequeños o mayúsculos de manera crítica, logrando así no solo resolver el problema del momento sino tomar experiencias para el futuro.

Si lo que deseamos es un crecimiento como maestros debemos olvidarnos de las apariencias y dobles caras, en ocasiones, cuando hablamos de nuestro trabajo nos es difícil ser sinceros incluso con nosotros mismos, una observación sincera a nuestro trabajo conlleva el reconocer las virtudes pero sin dejar de lado los desaciertos, replantearnos las situaciones y corregir.

El ser maestro no es solo saber que se debe enseñar, el profesor debe saber cómo hacerlo, el contacto con los alumnos es parte fundamental cuando se pretende guiarlos en una formación, el escuchar al alumno es pieza clave en este proceso de interacción, el maestro no debe ser la figura de autoridad a la que los niños deben obedecer y seguir por temor, los pequeños deben sentir tal empatía con el maestro que el intercambio de saberes se de forma natural

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