La muerte
TobiasEtchebar2Ensayo1 de Septiembre de 2021
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La ignorancia es la culpable de todos los males de la humanidad. La ignorancia es desconocimiento, son las tinieblas. Un caso concreto donde la falta de sabiduría nos envía al más profundo dolor, sufrimiento y miedo, es con relación a la muerte. En verdad, no sabemos absolutamente nada sobre la muerte, ni tampoco sobre la vida.
Este hecho de ignorar los misterios de la muerte, constituye una de las causas del miedo que le tenemos al tema, cuando oímos hablar de muerte. La gente se espanta de sólo pensar si quiera en su propia muerte o en la de quienes catalogan como seres queridos. Pero, ¿qué es la muerte? Es el objetivo real de la vida, pero muy pocos lo saben.
Cuando uno comprende algo en profundidad, ya no tiene miedo. Y esto es, precisamente, porque le tememos a lo desconocido. No más basta con auto observarnos cuando escuchamos la palabra “ocultismo”; como está oculto, quiere decir que no conocemos nada al respecto, entonces, genera una sensación subconsciente de miedo y de incertidumbre, creando a su vez conceptos totalmente erróneos sobre la realidad de las cosas.
En ese auto engaño actual de la humanidad, a nadie se le pasa por la cabeza que la muerte esconde terribles secretos y poderes y que en ella se halla la razón de la existencia. Esta premisa suena escandalosa al comienzo, pero si eres valiente continuarás analizando estas líneas mágicas.
Todas las tradiciones antiguas, milenarias y también desconocidas, rendían culto a la Muerte. Miremos hacia México y nos sorprenderemos; viajemos hacia Egipto antiguo y quedaremos extasiados. Volemos hacia el Tibet y ya no nos quedará duda de la importancia tan tremenda de la sagrada muerte.
En esta vida no existe otro objetivo verdadero que el de morir, pues cuando nacemos, lo hacemos para morir; y cuando morimos, lo hacemos para volver a nacer. El mismísimo Jesucristo enseñaba: “Si el germen no muere, la planta no nace”. “Hay que morir, para vivir”. “hay que volver a nacer, del Fuego, del Agua y del Espíritu”. “Quien pierde su vida por mi causa, la encontrará, pero quien viva por ganarla y para sí mismo, la perderá”.
Claramente, se puede deducir que la muerte es el final de algo. Representa la liberación del estado en que en determinado momento se hallaba ese algo. Todo cambia, es decir, todo muere. Existen varias clases de muerte y esto es fundamental estudiarlo y comprenderlo.
Muerte del cuerpo físico; muerte psicológica; muerte segunda. Esta es la clasificación de la muerte y bien vale la pena que sean explicadas, o por lo menos dilucidadas, puesto que se requiere un post para poder especificar lo más importante de cada una.
Muerte del cuerpo:
Cuando una persona fallece de muerte natural, no en circunstancias en donde pierde la cabeza o el cuerpo ha sufrido daños letales, sucede que ingresa en un estado de catalepsia y su alma en un proceso de una duración aproximada de 72 horas.
En esos tres días posteriores al “supuesto deceso”, se efectúan tres juicios en las dimensiones superiores de la Naturaleza:
En el primero, la persona lleva a cabo una retrospección supremamente detallada de todos los acontecimientos en su vida, desde el último segundo que vivió hasta el instante de nacer. En el segundo, se le cuentan el número de los defectos psíquicos o también denominados pecados y cuánto pesa esa maldad, puesto que como son energía, tienen peso y ese es el peso del alma. Y en el tercero, se le tienen en cuenta sus obras buenas y malas, así como el trabajo espiritual que realizó en vida.
Cuando se finaliza ese procedimiento, desarrollado en supra-dimensiones donde el alma del moribundo fue llevado, las Jerarquías Divinales encargadas de la Justicia del Universo determinan si efectivamente ya
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