La poesía de cancionero
anddreaerApuntes12 de Septiembre de 2015
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1)
Durante el siglo XV surge una corriente culta que es una combinación entre medievalismo y humanismo que ha de culminar en el Renacimiento. Hay un acercamiento más libre a la tradición clásica y se pretende restaurar su espíritu vital.
Caracerísticas
-Surge una moda medievalizante que se refleja en el gusto por el tema caballeresco y en la alegoría, y en la influencia de la lírica provenzal.
-El flujo humanista se manifesta en temas como la valoración de la fama, la admiración por el estilo culto latinizante y la desaparición de escuelas de juglaría y clerecía.
-Se reconocen como modelos los humanistas italianos Dante (fue influencia en la poesía culta alegórica, Bocaccio (fue modelo en la prosa sentimental) y la poesía de Petrarca se impuso como ideal de toda la lírica europea.
2)
LA POESÍA DE CANCIONERO
El legado poético de lo siglos XVI y XV ha llegado a nosotros a través de los cancioneros. Estos cancioneros no son más que compendios antológicos de la producción literaria de un periodo concreto. A menudo están ligados a una corte en especial y los autores que allí aparecen son los de los personajes más encumbrados socialmente. Mayoritariamente estos poetas son aristócratas, próximos a los círculos reales, aunque en ocasiones no faltan autores de extracción humilde.
Algunos de los cancioneros que reunían a toda esta variopinta nómina de autores fueron: Cancionero de Baena, Cancionero de Estúñiga, Cancionero de Palacio y el Cancionero General.
Algunos de estos volúmenes incluyen el acompañamiento musical, ya que muchas de estas composiciones fueron concebidas para ser cantadas o recitadas con un fondo musical.
-Temas
El tema primordial de la lírica cancioneril es el amor. Un amor convencional, de tradición trovadoresca e influencia provenzal, en el que escasean las notas sinceras o biográficas. Siguen estos poetas la convencional tópica del amor cortés. Rinden tributo de admiración a su dama, la señora del castillo o del palacio, La sirven con constancia y fidelidad, aunque no obtengan recompensa alguna. Las notas dominantes en la tesitura moral del galán son el voluntarismo y la perseverancia. Destaca también el tópico de la “religio amoris”, que consiste en el endiosamiento de la dama.
Otros temas que aparecen ocasionalmente en estos versos son la sátira moral, la burla severa o el dolor contenido por la pérdida de algún personaje estimable. Con todo, estas composiciones forman un grupo menos nutrido que el anterior.
-Concepto de la poesía
La poesía de cancionero es extremadamente artificiosa y convencional. Su ámbito es la corte y surge en un ambiente de lucha política. La nobleza, sin dejar de ser guerrera, se ha refinado, ha dulcificado sus costumbres, de tal manera que debe contar entre sus virtudes las habilidades versificatorias y musicales. Entre los entretenimientos de la vida palaciega destacan los torneos poéticos. Los autores compiten entre sí para demostrar su brillantez y agudeza de ingenio. Improvisan, repentizan versos, responden de manera rimada a un adversario. El poeta busca el reconocimiento del auditorio. Quiere que sus habilidades luzcan y demostrar su dominio extremo. En consecuencia, la poesía de cancionero será oscura, hermética a menudo. Se complacerá en los juegos conceptuosos, las significaciones simbólicas, las repeticiones sostenidas que causan confusión. Poesía, pues, nada natural, que pretende destacar por su arquitectura complicada más que por su delicada sinceridad.
El verso utilizado en estas composiciones será el de tradición castellana, el octosílabo, con sus diversas combinaciones estróficas.
3) Manrique como poeta de cancionero Sus composiciones de corte cancioneril son poco más que ejercicios de estilo intrascendente. Sigue Manrique una próspera tradición ya consagrada, sin originalidad ninguna. Recrea una vez más los tópicos propios del amor cortés o satiriza a algún personaje de la corte con más o menos gracia. Puntualmente advertimos algún hallazgo literario que prefigura al poeta de raza que lleva dentro. Estas creaciones son en su conjunto discretos ejercicios de palacio sobre temas trillados y repetidos. Si Manrique no hubiera escrito nada más, no pasaría de ser un poeta como hay ciento conocido únicamente por eruditos y estudiosos.
-Manrique como autor de las coplas Estas coplas suponen un quiebro estético excepcional. Ya no es esta una poesía artificiosa, oscura y fiel continuadora de tradiciones provenzales consabidas. Manrique resulta ahora sincero, próximo y expresa con extraordinaria naturalidad un dolor agudo e insoportable. Las coplas nos ofrecen el retrato íntimo de un ser concreto, que no busca el aplauso como en la poesía de cancionero sino la solidaridad en ese dolorido sentir humano. Manrique trasciende un episodio individual de ofrecer una reflexión moral sobre el sentido de la vida. Se mueve, pues, entre lo particular y lo universal, armonizándolo en una creación única de singular y contenida belleza.
4) -LAS COPLAS
-Género
Las Coplas son una elegía, es decir, una lamentación dolorida por la pérdida de alguna persona estimable, en el caso que nos ocupa, el padre del poeta. En Las Coplas se nos ofrecerá una semblanza encarecedora de las virtudes ese ser singular que fue don Rodrigo, pero también un testimonio de cómo afrontar la muerte cristianamente en el tránsito hacia una mentalidad ya renacentista.
Manrique evoca la figura del padre, sí, pero trasciende lo anecdótico para encarar una reflexión filosófica sobre la caducidad de todos los afanes humanos. Afirmamos, una vez más, como Manrique se sirve de lo concreto para alzarse hasta lo universal. Los modelos literarios de que se sirve Manrique son varios, pero la crítica ha destacado los Planctus latinos, así como la tradición elegíaca que se da a lo largo de todo el mediego y que aparece en los cantares de gesta, en El Libro de Buen Amor o en la misma Celestina.
-Temas
Los temas de Las Coplas son muchos y variados. Obviamente, el principal de todos ellos es la muerte, pero Las Coplas documentan también de manera excelente el progresivo cambio de mentalidad que ha de desembocar en el vitalismo renacentista. La descripción que hace Manrique de los placeres de la vida, de la regalada vida de palacio, de las damas y sus vestidos... Anticipa el gusto por el goce sexual que ha de ser capital en la mentalidad renacentista. De todos modos sí que podemos advertir unos ciertos núcleos temáticos que vertebran el poema y lo dotan de sentido trascendente. Examinémoslos detenidamente:
→ Vanitas vanitatum: Arranca estos temas de los versos bíblicos del Ecclesiastés. Todo es vanidad de vanidades, perseguir sombras en la niebla. Los esfuerzos humanos, el frenesí de una vida entregada a lo superficial, no conduce a la verdadera esencia de las cosas. El tiempo acaba desbaratando todos esos afanes humanos. Lo juicioso, pues, será contemplar la vida como desde una atalaya, atendiendo únicamente a aquellos valores trascendentes y despreciando todos aquellos halagos del mundo que son efímeros y perecederos. Así lo escribe Manrique en estas coplas, cuando pone de relieve que la belleza, la fortaleza, el vigor de la juventud, la fortuna y el poder... todo, todo se desvanece cuando el hombre arrostra en soledad la muerte.
→ La muerte: Manrique es, en el tratamiento del tema de la muerte, feliz continuador de una tradición literaria extraordinariamente próspera y fértil. De entre todas las influencias recibidas y asimiladas por don Jorge destacaremos impronta que en su creación dejó la Danza General de la Muerte, de finales del siglo XIV. En este texto se nos presenta la muerte como un poder aniquilador, que devasta cuanto encuentra a su paso. Abundan las notas macabras y truculentas, los esqueletos danzantes y las guadañas violentas. Manrique no utilizará en su composición toda esa imaginería tan desagradable, pero sí que recogerá lo esencial del contenido del poema. Nada hay de macabro en sus coplas, pero sí que hace especial hincapié en el poder igualador de la muerte, que no hace distingos de condición social y que afecta a todo ser humano por el mismo hecho de serlo. La muerte aniquila y desbarata todos los afanes humanos, sorteando a los poderosos, sin distinguir entre jóvenes o viejos. Hasta ahí, Manrique es un continuador de la tradición medieval. Ahora bien, su creación se aparta notablemente de esa noción de furia colectiva que propicia el apremio de la muerte, don Rodrigo vive la muerte cristianamente. La acepta con serenidad y sosiego y con la confianza plena de que es un tránsito hacia una vida perdurable e infinitamente preferible a la vivida en la tierra. Por eso no hay quejas ni lamentos, don Rodrigo ve a la muerte como la visitadora puntual que regala el tránsito hacia la morada definitiva.
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