La taberna del turco

Capítulo 1: La taberna del turco

Diego Alatriste y Tenorio no era el hombre más honesto ni el más piadoso pero era un hombre valiente. Participo en la guerra del Flandes, y en los conflictos con turcos y con corsarios berberiscos. Vivía en Madrid en un cuarto alquilado por 4 maravedís y trabajaba de espadachín. Era bueno con la espada y usaba una vizcaína (daga estrecha y larga) con el disimulo de la zurda para dar ataques sorpresivos.

Él se ganó el apodo de capitán porque durante la guerra del Flandes (contra Holanda, ya que los holandeses se querían independizar) tuvo que cruzar la noche con un capitán de verdad y otros 29 soldados. El plan era esperar en las orillas de un rio a que otro ejército español les ataque y les diera el alcance para poder irse. Sin embargo, el otro ejército nunca vino, ellos fueron abandonados y dejados a su suerte en tierras del enemigo. A la mañana siguiente, solo dos pudieron salvarse y regresar: Diego Alatriste y Lope Balboa. El capitán de verdad había muerto, pero el apodo se le quedo a Alatriste.

Alatriste prometió cuidar al hijo de Balboa mientras este moría (de un tiro de arcabuz en un baluarte de Jülich). Ellos eran casi hermanos. Por eso, la madre del narrador (Íñigo) lo mandó a vivir con Alatriste cuando este casi los 13 años. Lo manda a Madrid, aprovechando el viaje de su primo, pero no lo hace completamente alegre. Ella no estaba muy bien de salud y tenía que encargarse de sus otras dos hijas. Lo manda con una carta del cura del pueblo que le recuerda a Alatriste sus compromisos.

Alatriste tenía una herida fresca que le causaba dolor, ya que estaba recién llegado del Flandes. En las noches, esta herida le impedía dormir y hacía que paseara. A veces él joven le oía canturrear coplas entrecortadas por el dolor, versos de Lope, una maldición o un comentario para sí mismo. Resignado y casi divertido por la situación. Íñigo lo escuchaba por las noches. Él sabía que Alatriste veía el dolor como una broma o algo a lo que lo sometían a veces; y creía que esa era la causa de su sentido del humor tan peculiar, áspero, inmutable y desesperado.

Íñigo empieza a contar una historia del año mil seiscientos veinte tantos. Esta habla de los enmascarados y 2 ingleses. Además, esta dio de hablar en la corte y casi le cuesta la vida a Alatriste, sin contar que se ganó 2 enemigos de por vida (el secretario del rey Luis de Alquezar y su sicario Gualterio Maltasa).

Al salir de la prisión, en la cual había estado 3 semanas por deudas, lo primero que dijo fue el nombre del muchacho Íñigo. Durante su estancia en prisión todo dependía del dinero que tengas y el recibía dinero de Caridad de Lebrijana y de sus compadres (Quevedo, Vicuña y otros)

Alatriste era muy conocido en Madrid. No tenía dinero pero sí amigos, se decía que podía hacer amigos hasta en el infierno. Cierta ocasión, cuando recién ingreso a la cárcel, fue con el más peligroso recluso y casi lo acuchilla en el cuello; gracias a ello ganó respeto. Sin embargo, se hizo amigo de ese sujeto (Bartolo Cagafuego)

El día en que Alatriste salió de prisión y vio a Íñigo, fue un día inolvidable para los dos. Alatriste estaba sucio, sin afeitar, flaco, envuelto en capa igual de sucia, con sombrero de ala ancha, con mostacho y ojos claros y deslumbrados. Tenía una mirada clara

...