ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Las calamidades de Job

mariahersa14 de Septiembre de 2014

17.393 Palabras (70 Páginas)509 Visitas

Página 1 de 70

Las calamidades de Job 1:1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.

1:2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas.

1:3 Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales.

1:4 E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos.

1:5 Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.

1:6 Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.

1:7 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella.

1:8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?

1:9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?

1:10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.

1:11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.

1:12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.

1:13 Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,

1:14 y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,

1:15 y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia.

1:16 Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia.

1:17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia.

1:18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;

1:19 y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.

1:20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró,

1:21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.

1:22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

Capítulo 2

é

2:1 Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová.

2:2 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

2:3 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?

2:4 Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.

2:5 Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.

2:6 Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.

2:7 Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.

2:8 Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.

2:9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.

2:10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.

2:11 Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle.

2:12 Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.

2:13 Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

Capítulo 3

Job maldice el día en que nació

é

3:1 Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.

3:2 Y exclamó Job, y dijo:

3:3 Perezca el día en que yo nací,

Y la noche en que se dijo: Varón es concebido.

3:4 Sea aquel día sombrío,

Y no cuide de él Dios desde arriba,

Ni claridad sobre él resplandezca.

3:5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte;

Repose sobre él nublado

Que lo haga horrible como día caliginoso.

3:6 Ocupe aquella noche la oscuridad;

No sea contada entre los días del año,

Ni venga en el número de los meses.

3:7 ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria,

Que no viniera canción alguna en ella!

3:8 Maldíganla los que maldicen el día,

Los que se aprestan para despertar a Leviatán.

3:9 Oscurézcanse las estrellas de su alba;

Espere la luz, y no venga,

Ni vea los párpados de la mañana;

3:10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,

Ni escondió de mis ojos la miseria.

3:11 ¿Por qué no morí yo en la matriz,

O expiré al salir del vientre?

3:12 ¿Por qué me recibieron las rodillas?

¿Y a qué los pechos para que mamase?

3:13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría;

Dormiría, y entonces tendría descanso,

3:14 Con los reyes y con los consejeros de la tierra,

Que reedifican para sí ruinas;

3:15 O con los príncipes que poseían el oro,

Que llenaban de plata sus casas.

3:16 ¿Por qué no fui escondido como abortivo,

Como los pequeñitos que nunca vieron la luz?

3:17 Allí los impíos dejan de perturbar,

Y allí descansan los de agotadas fuerzas.

3:18 Allí también reposan los cautivos;

No oyen la voz del capataz.

3:19 Allí están el chico y el grande,

Y el siervo libre de su señor.

3:20 ¿Por qué se da luz al trabajado,

Y vida a los de ánimo amargado,

3:21 Que esperan la muerte, y ella no llega,

Aunque la buscan más que tesoros;

3:22 Que se alegran sobremanera,

Y se gozan cuando hallan el sepulcro?

3:23 ¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,

Y a quien Dios ha encerrado?

3:24 Pues antes que mi pan viene mi suspiro,

Y mis gemidos corren como aguas.

3:25 Porque el temor que me espantaba me ha venido,

Y me ha acontecido lo que yo temía.

3:26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado;

No obstante, me vino turbación.

Capítulo 4

Elifaz reprende a Job

é

4:1 Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:

4:2 Si probáremos a hablarte, te será molesto;

Pero ¿quién podrá detener las palabras?

4:3 He aquí, tú enseñabas a muchos,

Y fortalecías las manos débiles;

4:4 Al que tropezaba enderezaban tus palabras,

Y esforzabas las rodillas que decaían.

4:5 Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas;

Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.

4:6 ¿No es tu temor a Dios tu confianza?

¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?

4:7 Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido?

Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?

4:8 Como yo he visto, los que aran iniquidad

Y siembran injuria, la siegan.

4:9 Perecen por el aliento de Dios,

Y por el soplo de su ira son consumidos.

4:10 Los rugidos del león, y los bramidos del rugiente,

Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.

4:11 El león viejo perece por falta de presa,

Y los hijos de la leona se dispersan.

4:12 El asunto también me era a mí oculto;

Mas mi oído ha percibido algo de ello.

4:13 En imaginaciones de visiones nocturnas,

Cuando el sueño cae sobre los hombres,

4:14 Me sobrevino un espanto y un temblor,

Que estremeció todos mis huesos;

4:15 Y al pasar un espíritu por delante de mí,

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (100 Kb)
Leer 69 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com