Lectura: Motivación y metacognición, más que una relación

Según Flavell se trata del conocimiento sobre el propio conocimiento y de la autorregulación de los mecanismos cognitivos que llevan al aprendizaje y a obtener mejores resultados. La metacognición implica, primeramente, a la persona, que debe ser responsable de sus acciones cognitivas. En segundo lugar, la tarea, que la persona ha de conocer y comprender y, por último, las estrategias utilizadas para llevar a cabo la tarea.

Si la persona es consciente de su conocimiento, cuando se le presente una tarea cognitiva ajustará su actuación de manera efectiva y podrá afrontarla con éxito.

La motivación es la causa por la cual una persona mantiene una actividad cognitiva amplia y destina recursos a una tarea definida. No se trata de un elemento cognitivo, pero influye directamente sobre la eficacia cognitiva. Comienza con un interés hacia algo en concreto y  se transforma en la ejecución de la actividad. Si la persona ve sus acciones como eficaces y sus metas alcanzables, se implicará en la tarea y, de este modo, aumentará su motivación.

La motivación es el motor que nos impulsa a querer realizar una tarea mientras que, la metacognición, nos lleva a realizar esa tarea con eficacia debido a que nos ayudará a seleccionar la mejor estrategia, supervisando el proceso y evaluando los resultados.

De este modo, la persona se sentirá responsable de su aprendizaje y de sus logros. Este sentimiento de eficacia personal le va a permitir engancharse a la tarea (motivarse). Por lo tanto, cuanto cuanto mayor conciencia metacognitiva obtenga, mayor será su motivación. Ya que sabrá compensar sus fortalezas y debilidades sin desmotivarse ni rendirse en el proceso.

Las atribuciones que la persona realiza sobre su intervención modifican las perspectivas de éxito en el futuro y su motivación en la realización de la tarea. Es importante que el Locus de Control sea interno, ya que sentirá que tiene el control de sus acciones cognitivas (autoeficacia), su motivación aumentará y su rendimiento será mayor. Además, si la persona ve que es quien controla el proceso de aprendizaje, abordará los errores que surjan como una oportunidad para mejorar, entenderá que hay diversas variables que intervienen en ese error y que, al no tratarse de causas externas, mejorar está a su alcance.

Las atribuciones que realiza el alumno sobre un posible éxito o fracaso son fundamentales para el inicio de nuevos procesos de aprendizaje y en la motivación que tendrán para llevarlos a cabo. El docente debe transmitir a sus alumnos que el esfuerzo es un medio para alcanzar una meta y no un exponente de su incapacidad, además, debe detectar si el alumno tiene atribuciones negativas por experiencias anteriores e intentar modificarlas, con el fin de que estas no interfieran en su aprendizaje actual.

Con el fin de aumentar la motivación de nuestros alumnos, debemos enseñarles estrategias para la adquisición de atribuciones internas, inestables, controlables y específicas, así sabrá que es él quien puede mejorar determinando qué elementos ha empleado ineficazmente para poder corregirlos en el futuro. Le encaminaremos hacia un aprendizaje de logro captando su atención, asegurando su participación para que pueda aplicar lo aprendido y haciéndole sentir responsable de su actuación para asegurar, de este modo, su continuidad.

Por ello es muy importante ayudar a nuestros alumnos a establecer un Locus de Control Interno en el que el alumno sea el director de su aprendizaje y, de este modo, entienda que unos mejores resultados sean la consecuencia de una mejor actividad por su parte. Por lo tanto, a mayor esfuerzo, mejores resultados  y, con ello, una mayor motivación hacia el aprendizaje