Los Cuentos

visión utilitarista de la literatura de la escuela

Didactismo – utilitarismo pedagógico.

• Aprovechar un fragmento o un texto previamente seleccionado, como puente “para”

 Enseñar un tema (de cualquier disciplina)

 Calmar los ánimos (después de una actividad física)

 Un acto escolar (especialmente poesía o dramatizaciones)

 Explicar un acontecimiento

Con esta modalidad, se termina asociando “lo literario” a lo disciplinar curricular, sujeto a las modalidades y estilos didácticos de turno, donde todo se pauta y planifica para la obtención de logros.

2) Ninguna otra lectura es permitida, todas son propuestas por el docente en relación al desarrollo temático de la curricula, la lectura se asocia a lo que hay que hay que aprender en la escuela. No se aceptan otros textos que no sean elegidos, aptos para la ocasión (temático curricular).

3) Cuando se ofrecen textos para su análisis y comentario, se dedican jornadas enteras para su “aprovechamiento integral”, además de su análisis pormenorizado, se hace una búsqueda previa de significados, sinónimos, antónimos, etc. con familias de palabras incluida, hasta derivar en la extracción de construcciones sintácticas o clases integrales de palabras. En esa enorme mezcla de actividades, se produce un espacio de tedio y aburrimiento que termina espantando a los alumnos, alejándolos de todo lo asociado al proceso lector y su producto: la lectura.

4) Los textos elegidos tienden a ser moralizantes, esto es, deber tratar sobre mensajes que moldeen las conductas. En consecuencia tanto las versificaciones como las narraciones creadas o elegidas imponen como debe ser un niño o una niña. La moraleja sigue ganando espacios y tergiversa su intencionalidad originaria. Se la mal usa, generando uso y abuso, transformando las producciones en verdaderas aberraciones que marcan lo permitido de lo no permitido y el consecuente éxodo de lectores, quienes huyen despavoridos ante tanta crueldad y amenaza.

5) La función restrictiva de la literatura pedagogizante se corresponde con la finalidad última de la literatura para niños (y jóvenes). Para poder confrontar, esbozaremos entre sus objetivos:

 El placer experimentado por el disfrute de sensaciones que conmueven y emocionan lo más íntimo de ese ser humano en crecimiento y formación.

 La formación de competencias literarias que comprende básicamente, la competencia lingüística, por ende, la competencia comunicativa.

 La elaboración del gusto autónomo por la literatura, que incluye todas las habilidades de comprensión lectora y expresión.

 La adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades, que ponen en juego los procesos cognitivos y las actitudes.

a) Primera instrucción: la psicología y la psicología evolutiva.

Al mirar la literatura infantil desde la psicología evolutiva, abreviamos toda la escritura que la legitima y construye porque, en un ademan interpretativo de carácter peligrosamente abstracto, desconectamos al sujeto infantil de la realidad o entorno en el que está inserto. Una realidad que, en rigor, tironea más fuertemente quizá que la logiquisima esquematización según los ritmos psicoevolutivos. Si leo, un texto de Laura Devetach y los convido a acompañarme en esta experiencia llamado Monigote en la Arena, no pienso, en primer lugar, a qué edad debo contarlo o leerlo. Al leerlo me dejo ir y desarrollar por múltiples imágenes que en el texto me aviva y por el placer o displacer que me causa. En ese momento, yo soy una lectora y mi actividad como tal se pone en marcha al leer ese texto. Compradora/lectora/selectora, debo poner en marcha gradualmente mis funciones, y respetar, en consecuencia, sus respectivas modalidades. Me atrevería a decir en verdad siempre lo lanzo en mis clases, que el placer que provoca lo bien hecho literariamente no tiene edad: aquello que es bueno de verdad resiste el tiempo. No medir un texto literario tomando como único dato para evaluar sus bondades o sus conveniencias la consideración de si responde o no a los intereses infantiles comprendidos psicológicamente. Entendiéndose que la perspectiva spicoevolutiva para seleccionar lecturas o armar repertorios tiene su importancia en tanto marco general y, así mismo, es útil para determinar un desde que edad se sugiere tal o cual texto. Nuestro conocimiento sobre psicología evolutiva ayudara siempre a encajar en las necesidades e intereses probables de los chicos en lo que hace a temática, personajes y desempeño lingüístico. Nos permitirá ser más hábiles, también, para ofrecer o recomendar un libro y para reconocer las potencialidades que dicho producto presenta y como activarlo de las manos de los chicos.

b) Segunda intromisión: la pedagogía y sus excesos.

En ocasiones, un erróneo manejo de la pedagogía se torna en un “pedagogismo” infecundo, en una suerte de patología de la educación. Ese vicio reduccionista reprime, la pluralidad de significados que todo libro posee. El empecinamiento por educar de cualquier manera y a cualquier costo se encadena a una servidumbre que hace imposible el placer por lo que se oye o por lo que se lee. Es fácil deducir que la vecindad entre esa falsa pedagogía y el didactismo literario existe. El didactismo y su discurso específico han causado profundas distorsiones en la lectura del corpus literario infantil. Hablar de una literatura didáctica es un sinsentido, ¿por qué, entonces, se ha insistido sobre su predominio en los libros infantiles? Retornamos a nuestro centro clave, la literatura. La literatura es el texto verbal establecido en un estatuto autónomo, la escritura, por lo que amojonarlo tras una lección o una línea didáctica, con un sin par tufillo autoritario, es comprometer la polisemia o pluralidad de significaciones que el mismo texto literario provee al probable lector y oyente del mismo.

c) Otras instrucciones no menos importantes:

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