Los ideales de la cultura griega
JOACHAVEZSILVASíntesis10 de Abril de 2014
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WERNER JAEGER
Paideia:
los ideales de la cultura griega
ΛΙΜΗΝ ΠΕΦYΚΕ ΠΑΣΙ ΠΑΙ∆ΕΙΑ ΒΡΟΤΟΙΣ
LIBRO SEGUNDO
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO
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Traducción de JOAQUÍN XIRAL Decimoquinta reimpresión, 2001
Título original: Paideia, Die Formung des Griechischen Menschen
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Indice
LIBRO SEGUNDO: CULMINACION DEL ESPÍRITU ATICO ---------------------------------------- 5
I. EL DRAMA DE ESQUILO ------------------------------------------------------------------------------ 5
II. EL HOMBRE TRÁGICO DE SÓFOCLES ---------------------------------------------------------- 28
III. LOS SOFISTAS----------------------------------------------------------------------------------------- 42
LA SOFÍSTICA COMO FENÓMENO DE LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN ------------------ 42
EL ORIGEN DE LA PEDAGOGÍA Y DEL IDEAL DE LA CULTURA ------------------------------ 51
LA CRISIS DEL ESTADO Y LA EDUCACIÓN ---------------------------------------------------------- 69
IV. EURÍPIDES Y SU TIEMPO -------------------------------------------------------------------------- 78
V. LA COMEDIA DE ARISTÓFANES ----------------------------------------------------------------- 98
VI. TUCÍDIDES COMO PENSADOR POLÍTICO -------------------------------------------------- 116
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LIBRO SEGUNDO
CULMINACIÓN Y CRISIS DEL ESPÍRITU ÁTICO
I. EL DRAMA DE ESQUILO
(223) ESQUILO era todavía un muchacho en tiempo de los tiranos. Se hizo hombre durante el dominio del pueblo que, tras la caída de los Pisistrátidas, terminó en breve tiempo con los renovados ensayos de los nobles por apoderarse del poder. La envidia de los nobles oprimidos fue lo que determinó la caída de los tiranos. Pero no era ya posible la vuelta a la anarquía feudal dominante antes de Pisístrato. Clisteles, uno de los Alcmeónidas, vuelto del destierro e imitando a Pisístrato que se había apoyado en el pueblo contra el resto de los nobles, da el último paso hacia la supresión del dominio aristocrático. Sustituyó la antigua organización del pueblo ático en cuatro grandes phylai que distribuían sus estirpes sobre todo el país, por el principio abstracto de la simple división regional de Ática en diez phylai, que rompió los antiguos lazos de la sangre y anuló su poder político mediante un sistema democrático y electoral fundado en la nueva división territorial. Esto significa el fin del gobierno de las grandes estirpes, pero no del influjo espiritual político de la aristocracia. Los conductores del estado popular de Atenas fueron nobles hasta la muerte de Pericles, y el poeta más importante de la joven república, Esquilo, hijo de Euforión, primer gran representante del espíritu ático, como cien años antes Solón, era un vástago de la nobleza rural. Procedía de Eleusis, donde Pisístrato acababa de construir entonces un nuevo santuario para el culto de los misterios. La comedia se complacía en representar la juventud del poeta como íntimamente vinculada a las venerables diosas eléusicas. Hallamos un curioso contraste con Eurípides, "el hijo de la diosa de las legumbres", cuando Aristófanes1 hace entrar a Esquilo, en lucha con el corruptor de la tragedia, con la piadosa plegaria,
Deméter, tú que has educado mi espíritu, permite que sea digno de tu sagrada iniciación.
El intento de Welcker de derivar la piedad personal de Esquilo de una supuesta teología de los misterios se halla actualmente superado. Hay, sin embargo, una sospecha de verdad en la anécdota según la cual fue acusado por haber dado publicidad en la escena al sagrado secreto de los misterios, pero fue puesto en libertad por haber podido demostrar que lo había hecho sin saberlo.2
1 1 ARISTÓFANES, Ranas, 886.
2 2 ARISTÓTELES, Et. nic., Γ 2, 1111 a 10: cf. Anonym. comm. in Eth. Nic., p. 145. HEYLBUT,
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Pero aunque sacó el conocimiento de las cosas divinas de lo profundo de su propio espíritu, sin haber sido nunca iniciado en los misterios, queda un fondo
(224) de verdad imperecedera en la humildad y la vigorosa fe de la plegaria a Deméter. Nos resignaremos con mayor facilidad a la pérdida de toda información sobre la vida del poeta si consideramos que ya un tiempo que se hallaba tan cercano a él y lo conocía tan profundamente se contentó con el mito con que rodeó su figura. Sobre lo que pensó acerca de sí mismo se expresa con gran simplicidad el epigrama escrito para su tumba: da testimonio de que lo más alto que ha realizado en su vida ha sido intervenir en la batalla de Maratón. No menciona para nada su poesía. Aunque esta "inscripción" no sea histórica nos ofrece, en breve resumen, la imagen ideal del hombre tal como lo vio un poeta posterior. Los contemporáneos de Aristófanes no hubieran dado ya una imagen de Esquilo muy análoga. Para ellos fue "el luchador de Maratón", el representante espiritual de la primera generación del nuevo estado ático, impregnada de la más alta voluntad moral.
Raras son en la historia las batallas que han sido sostenidas con tanta pureza, por causa de una idea, como las de Maratón y Sala-mina. Debiéramos pensar que Esquilo tomó parte en la batalla naval, aunque Ión de Quío3 no lo hubiere relatado en sus memorias de viajes, escritas una generación más tarde; porque los atenienses abandonaron la ciudad y se embarcaron πανδηµεί, "con el pueblo entero" a bordo de los navíos. El relato del mensajero en Los persas es la única relación de un verdadero testigo del histórico drama en el cual se fundó el futuro poderío de Atenas y su aspiración jamás realizada a lograr el dominio sobre la nación. Así vio la lucha Tucídides. no Esquilo.4 Para éste fue la revelación de la profunda sabiduría que rige el mundo de acuerdo con la justicia eterna. Guiado por la superioridad espiritual de un ateniense, un pequeño ejército, inflamado por un nuevo heroísmo, había vencido en la lucha por la independencia a las miríadas de Jerjes. embrutecidas por su propia esclavitud. Europae succubuit Asia. Renace el espíritu de Tirteo bajo la idea de la libertad y del derecho.
Puesto que la época de los primeros dramas de Esquilo no puede ser fijada más que con diez años de aproximación, no es posible saber si en la vigorosa plegaria a Zeus de Las suplicantes palpita ya el espíritu de la guerra contra los persas. Las raíces de sus creencias son las mismas que las de la religión de Solón, su guía espiritual. Pero la fuerza trágica que adquiere aquella fe en Esquilo debe ser atribuida en parte a aquella tormenta purificadera que se siente perennemente en la tragedia de Los persas. Las experiencias de la libertad y de la victoria son los sólidos vínculos mediante los cuales este hijo de los tiempos de la tiranía une su fe en el derecho, heredada de Solón, a las realidades del nuevo orden. El estado es el espacio ideal, no el lugar accidental de sus poemas. Aristóteles
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