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Los períodos históricos


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2013  •  Ensayos  •  2.969 Palabras (12 Páginas)  •  255 Visitas

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Los períodos históricos signados por la intolerancia han sido siempre un buen lugar en donde posar la mirada y la memoria. Esteban Echeverría, Griselda Gámbaro y Roberto Fontanar rosa, más allá de las barreras del tiempo, los géneros o la estética, se unen en un tríptico de textos que investiga y desafía los mecanismos del poder, propone una profunda reflexión acerca de nuestra identidad y solícita un compromiso con la complicidad o la rebelión. "El Matadero" rebosa de idealismo; "La Malasangre" de crueldad y perversión; "Clara Dezcurra", de humor e ironía. Maestras y matarifes, próceres y rebeldes transitan por estas historias que, en conjunto, proponen una lectura distinta y renovadora de nuestras instituciones.

"Creo que todo ha sido inútil --escribe a su amiga Juana--. Comprendo que, hoy por hoy, se hace "Es indigno --continúa don Benito Agudo Arsilbengoa-- que nuestros guardias federales, nuestros "No me opongo a que usted trabaje sobre 'La Vaca' --le dice el autor de Facundo-- en lugar de "Voyage autour de mon bureau" ("Viaje en derredor de mi pupitre") impuesta por el maestro &lara Dezcurra toma la pluma y escribe la fecha: "16 de Julio de 1840". Luego, con la misma A la luz vacilante del quinqué, Clara lee la esquela de su amiga. "Tené cuidado, Clara" es todo el a la sabrosa fritura de pastelería puesta en boga por todos los panaderos: la "bola de fraile". a los tres renglones. Un matarife de Achiras Altas, Juan Sala, redacta, incluso, casi diez páginasde a Manuelita, y así nació la "cifra", el canto que, junto a vidalas y pericones, habría de animar alcanzó a contar las desventuras de su composición-tipo cerca del oído de algún correveidile del Alcides Melgarejo, le había recordado a Rosas que no debían permitirse escuelas ni queserías en las alejamiento obedece, más que nada, a su particular obcecación en persistir con el tema de "La alguien grita, hay un revuelo. Clara presta atención, inquieta. Sus muchachos son buenos, pero si se alguna guitarra, alguna relación intencionada, el repique constante de un tamboril. De pronto alternativa diferente que los arrancara de la enseñanza rutinaria. Esta vez, en la clase de Habla alumnos." Anacleto Medina, héroe de Cepeda. Antes de que llegue, por fin, la carta de Juana, ya don Artemio Soto conoce la noticia de su apostólico y amanuense del alguacil Ordóñez. "Hemos recibido las quejas de Monseñor Brizuela --apretujan sentándose en rejas de arado, tocones de ceiba o simples calaveras de vaca que relucen asesinos. Pero hay risas torvas, sofocadas. El grupo de mazorqueros se aleja un tanto, empujándose aue don Manuel Belgrano la crease. Los niños --contaba la anciana-- se reunían en los patios Azurduy tarda en llegar. Hoy Clara ha tenido que sosegar a un federal muy alcoholizado. No la bordada por la misma señora Josefa. Josefa le cuenta a Clara, animosa, que en el colegio adonde vaBrígida, detrás del saladero de don Felipe Echenaugucía. Y la escuela era nocturna. Y los "chicos", buscando aislarse, tal vez, de los rayos solares. cachapeceros, pero muy especialemente, federales. Hombres de la Santa Federación que llegaban a calesa frente a su escuela, siendo de inmediato rodeada por perros coléricos y becerros Callao, pero no logra aprender la tabla del cuatro. No ha llegado aún al país el sistema inglés de los características telegráficas. carta llegar de nuevo hasta la capital, optó por escribirla lo más rápido posible, casi con cartas, no todas, muestran sobre el pergamino largos trazos de un pegote blancuzco, como si alguien ciudad. Hasta las familias patricias que contratan institutrices británicas han encontrado pertinente clandestino. Clara bebe una copita de oporto, al que enturbia con hojas de regaliz. Duda si abrir o no la carta Clara come un pastelito dulce y lo acompaña con té de cardosanto. La respuesta de Juana Clara comprende que ha llegado el momento de defender sus convicciones. Escribe a Sarmiento Clara conoce bien a monseñor Bizuela. Se corren muchos rumores en torno a su persona. Se Clara Dezcurra no lo sabe, pero ha introducido un hábito de escritura que será, luego, por Clara Dezcurra sabe que ya no tiene sentido aguardar el cargamento de tiza. Intuye que su Clara escribe a Juana, el 24 de febrero de ese año. "Los eché a todos. No me importa, Juana, que Clara estudia al jinete que ha llegado hasta su escuela. Ella estaba calentando agua en la pava de Clara garrapatea una carta de respuesta plena de formalismos y ambigüedades, lejos de su Clara ha recibido el paso del aguatero llenando dos odres grandes para sus muchachos. La Clara humedece con la saliva de su lengua el reborde pringoso de la tapa del sobre donde ha Clara lo piensa. Supone, con su intuición de maestra, que el del caballo puede ser un paso Clara no quiere tener más problemas con el gobierno. Pero habrá de tenerlos. Clara no tiene tiempo ni de alegrarse. A la noche siguiente, una frágil figura desciende de una Clara, todas las tardes, mientras escucha dar las siete en el carrillón de la Merced, baldea el piso clase luciendo la divisa punzó, mazorqueros que, en el primer día de clase, habían degollado a un clase, se empecinó en vocear los números de la lotería de cartones, el juego que tanto entusiasmaba como ella los denominaba, eran ya gente grande: puesteros de los corrales, matarifes, carreros como si fuesen de mármol. La calavera de vaca es el asiento más fácil de conseguir, el más compañero y mañana pueden llegar a hacer cosas peores. A estas situaciones hay que cortarlas de composición-tipo "La Vaca" se emplea ya en casi todos los establecimientos educacionales de la comunica a Clara Dezcura-- con respecto al tipo de temas que uted está haciendo escribir a sus con que los mazorqueros acompañan los saltos despatarrados de sus víctimas cuando resbalan sobre con un perfume fresco a magnolias, glicinas y santarritas. Hay un jardín, también, con lilas del lugar convictos, renegados y mal entretenidos. Ahora la letra pareja y grande del Restaurador le indica corrales, la vital actividad del matadero y, fundamentalmente, la creciente importancia del ganado cuenta esto con risa amable y, cada tanto, se toca el ñandutí de su pechera impecable. de Domingo Faustino Sarmiento. de Roberto Fontanarrosa de Sarmiento. Sin embargo, la redacción de esta, lo comprobará luego, es de advertencia mas no de un libro paradigmático: Amalia. décadas, indicador y modelo en las escuelas criollas. decía de él que a su arribo a nuestras costas, cuatro años atrás, era un hombre afable y comprensivo. degollado. Ante la pregunta enérgica de Clara, nadie dice saber nada, nadie dice conocer a los derrite casi un centímetro de lacre sobre el vértice de la juntura. Le llega, desde

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