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Luces del Norte: Los cuadros de Jean-Paul Riopelle


Enviado por   •  9 de Diciembre de 2015  •  Apuntes  •  1.245 Palabras (5 Páginas)  •  177 Visitas

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LUCES DEL NORTE

los cuadros de Jean-Paul Riopelle

evolución del alma

En el límite de un hombre, la tierra desaparecerá. Y cada objeto visto en la tierra se perderá en el hombre que llega a este lugar. Sus ojos se abrirán al mundo, y la blancura devorará al hombre. Porque éste es el límite de la tierra y, en consecuencia, un lugar donde no puede haber hombre alguno.

Ninguna parte. Como si éste fuera un principio. Porque incluso aquí, donde la tierra escapa a todo testigo, emergerá un paisaje. Vale decir: nunca hay nada allí donde ha llegado un hombre, ni siquiera en un sitio donde todo ha desaparecido. Porque un hombre no puede estar en sitio alguno hasta que no esté en ningún sitio, y en el momento en que empiece a desorientarse, descubrirá dónde está.

Por lo tanto, va hasta el límite de la tierra, incluso cuando permanece quieto en el centro de la vida. Y si está en este lugar, es sólo en virtud del deseo de estar aquí, en el límite de sí mismo, como si ese límite fuera la esencia de otro comienzo del mundo, más secreto. Porque se encontrará a sí mismo en su desaparición, y en esta ausencia descubrirá la tierra; incluso en el límite de la tierra.

el espacio del cuerpo

No hay necesidad, entonces, salvo la necesidad de estar aquí. Como si él también pudiera cruzar a la vida y ocupar su sitio entre las cosas que ocupan un sitio a su alrededor: una sola cosa, incluso la más insignificante de todas las cosas que él no es. Este deseo existe y es inalienable. Como si al abrir los ojos, pudiera encontrarse a sí mismo en el mundo.

Un bosque. Y en el interior del bosque, un árbol. Y sobre ese árbol, una hoja. Una sola hoja meciéndose al viento. Esta hoja y nada más. El objeto que ha de verse.

Que ha de verse: como si pudiera estar allí. Pero los ojos nunca han visto suficiente. No pueden limitarse a ver, ni pueden decirle cómo ver. Porque cuando una sola hoja se gira, el bosque entero gira a su alrededor. Y él gira alrededor de sí mismo.

Quiere ver lo que es. Pero ningún objeto, ni siquiera el más insignificante, ha permanecido inmóvil ante él. Porque una hoja no es solamente una hoja: es la tierra, es el cielo, es el árbol del que cuelga a la luz de una hora determinada. Pero también es una hoja. Es decir, es aquello que se mueve.

Entonces, para él no basta simplemente con abrir los ojos. Si ha de ver, debe comenzar por moverse hacia el objeto que se mueve. Porque ver es un proceso que involucra todo el cuerpo. Y aunque él comienza como testigo del objeto que no es, una vez que ha dado el primer paso, se convierte en partícipe de un movimiento que no conoce fronteras entre el yo y el objetivo.

Distancias: aquello que descubre la sagacidad del ojo más tarde ha de perseguirlo el cuerpo en la experiencia. Hay una distancia que salvar, y en cada ocasión es una distancia nueva, un espacio diferente que se abre ante los ojos. Porque no hay dos hojas iguales. En consecuencia, él debe sentir sus pies sobre la tierra: y aprender, con una paciencia que es el instinto del aliento y de la sangre, que esa misma tierra es también el destino de la hoja.

desaparición

Comienza por el principio. Y cada vez que comienza, es como si no hubiera vivido antes. Pintar. O

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