Jean Paul Sartre
20 de Julio de 2013
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Jean Paul Sartre (1905-1980)
Nace en París el 21 de junio de 1905, muere en París el 16 de abril de 1980. Aprueba la agregación de Filosofía en 1929. En 1933 obtiene una beca del Instituto Francés para estudiar en Alemania. Se traslada a Berlín, donde permanecerá un año y donde entrará en contacto más estrecho con el movimiento fenomenológico. Durante la segunda guerra mundial es hecho prisionero por los alemanes. Liberado el 1 de abril de 1941, retorna al Liceo. Se enrola en la Resistencia y publica en 1943 "L´être et le Neant" y en 1960 La "Crítica de la razón dialéctica". Participa activamente en la revuelta estudiantil de 1968 y se muere en 1980.
1. La fenomenología sartreana. La ontología fenomenológica.
Sartre es un fenomenólogo. Comienza su reflexión impresionado por una filosofía que trata de las cosas mismas, una filosofía que pretende describir el valor con que trato las cosas. Recoge, por tanto, el postulado básico de la fenomenología: que el yo es sólo apertura e intención (concepción de la conciencia como intencional), que el yo al margen de su relación con el objeto es pura vaciedad y nada. Paralelamente, asume también la teoría de que todo es fenómeno: las cosas se dan a la conciencia sin que quede nada oculto. De acuerdo con esto, Sartre, haciendo una ontología fenomenológica (en "El ser y la nada"), analiza la relación entre conciencia y mundo, entre sujeto y objeto.
De un lado está el objeto. El ser-objeto es lo que se aparece a la conciencia. No queda nada que no se aparezca (no hay noúmeno), pero hay que evitar el idealismo: el objeto existe independientemente de la conciencia, es lo que no es conciencia, aunque se manifieste en su integridad. No es que el sujeto construya el objeto o lo categorialice completamente; es que el ser del objeto se manifiesta íntegramente a una conciencia abiertaa. A este objeto que se deja ver lo llama Sartre ser-en-sí. (être en soi). Es el fenómeno.
De otro lado, queda el sujeto, la conciencia. La conciencia es también un ser-en-sí, puesto que también se aparece a sí misma. Pero hemos dicho que el ser-en-sí es lo que no es conciencia; por eso a la conciencia la llama Sartre ser-para-sí (être pour soi), puesto que es la que capta el sentido de todo ser.
Sin embargo, con la teoría de la intencionalidad hemos quedado en que la conciencia no es nada si no está referida a algo exterior a ella misma; por tanto, el ser-para-sí, al plantearse cuál es su propio ser-en-sí, se da cuenta de que es nada, puro vacío. La conciencia es lo que no es nada en sí, porque siempre está ocupada con algo que no es ella misma. El ser-en-sí es lo que es independientemente de la conciencia, pero no al revés. Pero el ser-para-sí es aquello cuyo ser-en-sí no es nada. Por eso, "el hombre, si no es definible, es porque empieza por no ser nada".
Entonces, respecto a la intencionalidad de la conciencia, podemos decir lo siguiente:
. Contemporaneidad de la conciencia y el mundo. Correlatividad del mundo a la conciencia.
. El conocimiento como trascendencia. Relación entre el mundo y la conciencia.
. La conciencia es intencional.
. La conciencia intencional no se reduce a conocimientos. Se muestra también en otras dimensiones
2. El Ser y la Nada.
En el "Ser y la nada" se dibuja la antropología fenomenológica de Sartre sin perjuicio de su trascendencia para el pensamiento filosófico occidental.
Tal obra puede sintetizar atendiendo a estos aspectos:
1) El hombre es un "no-ser que juega a ser": origen de la negación y concepto básico de "Mala fe".
2) En tanto que "no-ser", el hombre se nos presenta como temporal e histórico.
3) La realidad humana no es sólo "ser-para-sí", sino que es también "para-sí" en tanto que es "para-otro". Esto plantea la problemática de la intersubjetividad, de la existencia del otro. Descripción de la corporalidad com medio o vehículo de comunicación intersubjetiva. Análisis de las relaciones con el otro.
4) Problema de la libertad. El hombre es una pasión inútil.
3. El fenómeno.
El fenómeno es lo relativo-absoluto. Es relativo en el sentido en que aparece ante alguien, pero es absoluto en el sentido en que su aparición no remite a algo nouménico. El fenómeno hace su aparición como algo absolutamente indicativo de sí mismo.
El fenómeno es el être en soi. Hay que distinguir entre le phénomène d´être (la aparición del ser) y el être du phénomène (el ser de lo que aparece)
El ser de aquello que aparece no es algo que esté en el objeto, sino que es la condición de su desvelamiento.
Entonces, el ser de aquello que aparece (l´être du phénomène) no puede reducirse al "fenómeno de ser" a la "aparición del ser".
Resumiendo la posición sartriana diríamos:
.La distinción entre el "fenómeno del ser" y el "ser del fenómeno" nos conduce a señalar que éste no puede reducirse al hecho mismo de su aparición, y de ahí su transfenomenalidad. Mutatis mutandis, la cuestión vuelve a plantearse a propósito del análisis de la conciencia como "conciencia de", que remite, igualmente, a la transfenomenalidad del ser de la conciencia.
.Establecido lo anterior, el problema se centra en la determinación de si el ser transfenoménico de la conciencia, la subjetividad plena, sería o no el fundamento del ser transfenoménico del fenómenoo. De ser así, el esse se reduciría al percipi y con ello no adelantaríamos nada sobre el idealismo dogmático de Berkeley, por utilizar el lenguaje kantiano en su refutación del idealismo.
.La solución sartriana es clara: la no reducción del ser del fenómeno al percipi apunta a la configuración de la realidad propia del ser transfenoménico del fenómeno, que es "para la conciencia" como En-soi.
Entonces, el être en soi tiene las siguientes características:
1) Es Soi en el sentido de sí-mismo, aunque no indicando la relación reflexiva de referencia a sí, pues ello llevaría consigo el reconocimiento de una distancia y, en consecuencia, un dualismo. En el ser en sí, en tanto que sí-mismo, no puede darse una relación consigo mismo porque él est empâte de soi-même.
2) "Es lo que él Es" El ser en-sí no remite a sí mismo, es opaco a sí mismo porque está lleno de sí. Es macizo, no tiene ningún secreto, es plena positividad, no conoce la alteridad puesto que carece de relación con otro, es indefinidamente él mismo y se agota siéndolo. De ahí que escape, en consecuencia, a la temporalidad.
3) "El ser-en-sí Es", de ahí que no pueda ser derivado de lo posible, en tanto que lo posible es una estructura del "Para-sí", ni tampoco reducido a lo necesario, en tanto que la necesidad concierne a la conexión de las proposiciones ideales pero no a las existentes. De ahí que en la descripción antropomórfica del mismo aparezca pour la conscience como de trop pour l´eternité, en el sentido de no procedente absolutamente de nada, ni de otro ser, ni de un posible, ni de una ley necesaria.
Pues bien, frente a esta región de ser que "es para la conciencia" y que es en-soi, se alza la figura de otra región del ser, la región de esa conciencia que naît portée sur un être qui n´est pas elle.
El Para-sí, Pour-soi se caracteriza básicamente como siendo:
.Aquello que "no es lo que es", en tanto que "El Para-sí tiene-de-ser su ser a la zaga de sí, como lo que es sin ser fundamento de ello. Su ser está allá, contra él, pero separado de él por una nada, la nada de la facticidad"
.Aquello que "es lo que no es". En su segunda dimensión ontológica, dice Sartre, "El Para-sí se capta como cierta falta de... "Es" esa falta y es también lo faltante, pues tiene-de-ser lo que no es".
.Aquello que "es lo que no es y no es lo que es", en una perpetua remisión, es decir, es temporal. No es tampoco una ley de desarrollo que se imponga al ser desde fuera. Tampoco es el ser, sino la intraestructura del ser que es su propia nihilización, es decir, el "modo de ser" propio del para-sí. El para-sí es el ser que tiene-de-ser su ser en la forma diaspórica de la temporalidad".
4. La libertad como ser de la conciencia.
La conciencia, que en sí no es nada, consiste, pues, sólo en una estructura abierta, indeterminada: es, como en Heidegger, un proyecto que ha de desarrollarse a lo largo del tiempo, es algo lanzado hacia el futuro. Y a esto se le llama existencia. Existir es ser fuera de sí. La conciencia no es nada antes de existir, no está sometida, pues, a una esencia, sino que consiste sólo en existencia (como en Nietzsche). El ser humano, por tanto, ha de hacerse a sí mismo, definirse en su proyecto (en su estar lanzado hacia el futuro) Con palabras de Sartre "la existencia precede a la esencia" y "el hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente".
La idea de que la esencia precede a la existencia procede del teísmo: Dios ha dado la esencia al hombre, éste ha de cumplirla. Según Sartre, la filosofía atea debe reconocer que el ser humano no está predeterminado por esencia alguna. Si no hay Dios, no hay naturalezas ni esencias: "No hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla".
"El hombre no es más que el conjunto de sus actos": si no hay esencia, el hombre se reduce a lo que hace, a cómo existe, a cómo configura, acto a acto, su existencia. Actos que serán totalmente libres, porque están absolutamente
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